Por Jacinta Molina Inostroza
Cada año, miles de parejas llegan al país escandinavo para dar el sí, atraídos por la rapidez del proceso. Algunos enamorados buscan asegurar su residencia en Europa, otros solo vivir la experiencia. En 2024, se celebraron más de 32 mil matrimonios y buena parte de ellos fue de ciudadanos extranjeros.
En 2021, Stefania (28) dejó su natal México para irse por un par de meses de intercambio a Alemania. Lo que empezó como una experiencia académica, se convirtió pronto en algo más. Ahí conoció a Ruven (25), un alemán del que se enamoró y del que tuvo que alejarse cuando volvió a México por la pandemia. Mantuvieron la comunicación y él incluso la fue a ver.
Stefania comenzó a ver opciones para volver a Alemania y estar con Ruven. Regresó con una visa de au pair y, tiempo después, decidió cambiarla por una para estudiar alemán, con la esperanza de poder postular a un trabajo que le asegurara un permiso de residencia. Esa visa requería contar con más de un millón de pesos al mes para costear sus gastos.
Llevaban tres años juntos cuando nuevamente surgieron los problemas. Los ahorros se acababan y Stefania aún no podía certificar el nivel de alemán que necesitaba para encontrar empleo como fisioterapeuta y acceder así a la residencia. Pensaron entonces en algo que les permitiera seguir juntos: casarse. Aunque había otro problema: en Frankfurt, la ciudad en la que viven, no había citas disponibles para casarse sino hasta dentro de ocho meses. La visa de Stefania vencía en seis. Fue así como decidieron hacerlo en Dinamarca.
No son los únicos. Cada año, miles de parejas llegan desde distintas partes del mundo con el mismo objetivo. En 2023, Dinamarca entregó unos 18 mil certificados internacionales de matrimonio, incluyendo parejas extranjeras y en las que uno de los cónyuges no es de origen danés. Muchos llegan buscando una alternativa simple y rápida, lejos del extenso papeleo que exigen en otros países. Además, los matrimonios celebrados en Dinamarca son válidos en el resto de la Unión Europea, y las parejas reciben un certificado apostillado en cinco idiomas (danés, inglés, alemán, francés y español), lo que facilita su reconocimiento en el exterior.
Con este documento, Stefania y Ruven pudieron solicitar posteriormente una visa de reunificación familiar que le permitió a ella seguir en Alemania. “Ya teníamos un matrimonio en sí, nada más no teníamos el papel, entonces pensamos: ¿por qué no dar este paso?”, comenta Stefania a Velvet. “Habíamos escuchado que Dinamarca era como Las Vegas de Europa. Los requisitos que pedían no son tan estrictos como en Alemania”, dice.
Para casarse en Dinamarca, las parejas deben presentar una identificación o pasaporte vigente, un permiso de residencia de la Unión Europea o –en el caso de los turistas– el timbre que acredita el ingreso al espacio Schengen, zona compuesta por varios países europeos que han eliminado los controles fronterizos internos entre ellos, permitiendo la libre circulación de personas como si fuera un solo país. Además, tienen que completar un formulario en línea que demuestre la veracidad de la relación.
En 2019, el país endureció la ley para evitar las uniones ficticias. Los documentos se pueden enviar de manera electrónica. La verificación demora una a dos semanas, luego de lo cual se obtiene una licencia de casamiento válida por cuatro meses. Este es el paso previo para agendar una hora en algún municipio danés, los encargados de celebrar los matrimonios en la nación escandinava. La cita se puede reservar con dos o más meses de anticipación, dependiendo de la ciudad y la época del año. Copenhague es el destino más popular, y dada las bajas temperaturas en invierno y la lluvia gran parte del año, el verano es una de las temporadas más cotizadas.
La solicitud cuesta cerca de 300 mil pesos, sin contar los gastos de traslados y alojamiento. Sin embargo, hay quienes pagan más. Y es que debido a la alta demanda, ha nacido toda una industria dedicada a las bodas internacionales, partiendo por agencias que tramitan la documentación y piden otras pruebas para asegurar la verificación del vínculo ante las autoridades, como fotografías y capturas de mensajes. Stefania cuenta que, para evitar problemas, contrataron ese servicio por unos 500 mil pesos, aunque el valor aumenta si se desea reservar una fecha con urgencia. También hay fotógrafos y maquilladoras que se pueden contactar a través de grupos de Facebook donde los extranjeros comparten datos antes del gran día.
El lugar es, además, un destino muy popular entre parejas del mismo sexo, especialmente aquellas provenientes de países donde el matrimonio homosexual no es legal. En 1989, Dinamarca se convirtió en el primer país del mundo en reconocer las uniones civiles de personas del mismo sexo y en 2012 legalizó el matrimonio igualitario.
Los novios y novias deben llegar a Dinamarca un día antes de la fecha y llevar la documentación requerida. Stefania y Ruven celebraron su boda en Kolding, una ciudad puerto ubicada en el sur del país, y pudieron compartir el momento con sus familias, incluso la de Stefania que viajó desde México. Pero no todos lo hacen así.
Faustyna (29) es polaca y acaba de casarse con Emmanuel (30) de Costa Rica. Se conocieron en Tinder hace más de cuatro años. Ambos viven en Alemania; Emmanuel tiene un permiso de residencia y Faustyna, la ciudadanía europea. En conversación con Velvet cuentan que decidieron casarse porque sentían que había llegado el momento y eligieron Dinamarca para evitar la burocracia alemana y la polaca. “Como inmigrante en Alemania, estoy acostumbrado a esperar meses por una cita para renovar mi visa. Esto era una garantía”, dice Emmanuel.
A diferencia de Stefania y Ruven, Faustyna y Emmanuel se casaron solos en Copenhague, sin familiares ni amigos. “Me alegra que lo hiciéramos así, pudimos disfrutar el momento sin otras preocupaciones. Creo que estar solos en Dinamarca hizo ese momento más especial”, reflexiona Faustyna.
Los testigos de la unión fueron proporcionados por la misma municipalidad, aunque en otras ciudades más pequeñas son los novios quienes deben preocuparse de eso. “A veces son funcionarios que se van rotando, ya que llegan muchas parejas. Hasta los fotógrafos sirven de testigos de los novios“, cuentan. De hecho, se estima que en la capital danesa se celebran entre siete a ocho mil matrimonios al año, con un promedio de 68 al día. “Llegas, te llaman por tu nombre, verifican tus datos, te dan un discurso, das el sí, firmas los papeles y listo, adiós, que pasen los siguientes. Todo en menos de 10 minutos”, cuenta Faustyna.
“No era fácil para nosotros organizar una boda. Si nos casábamos en Costa Rica, no tendríamos a su familia de Polonia, y viceversa. Así que Dinamarca era el punto medio, algo a lo que ya estábamos acostumbrados, a no tener a nuestras familias cerca”, agrega Emmanuel.
Ivania (29) conoció a Micky (27) en Alemania hace unos años. Ella es chilena y él, danés. Vivieron un tiempo en ese país, pero decidieron mudarse a Dinamarca por la barrera idiomática. Ivania se fue con una visa Work and Holiday que dura hasta julio. “Era más fácil para mí venir acá sabiendo inglés a que él se quedara allá sin saber alemán. Pero como yo no tengo pasaporte europeo, es difícil”, dice Ivania.
Se casaron en marzo. La familia de Micky estuvo en la boda, no así la de ella. “Mi mamá y mis hermanos lo vieron por videollamada“, cuenta Ivania a Velvet. Ahora están planificando una celebración en Chile en 2027, mientras ella espera la aprobación de su visa de reunificación familiar, un proceso que se considera más complejo que en otros países europeos. “La ley danesa es mucho más estricta. Vuelven a estudiar si en verdad el matrimonio es legítimo, tienen requisitos de integración y hasta piden un depósito”.
Sobre su experiencia, la ingeniera chilena reflexiona: “Si no hubiésemos necesitado esto, probablemente habríamos esperado como un año más para casarnos. Es parte también de tener una relación, de confiar. Prefiero depender de él para una visa que de un empleador. Es mi marido, es mi proyecto de vida, si no puedo confiar en él a este nivel, ¿para qué entonces?”.