El refrán “el que fue a Melipilla perdió su silla” refleja la realidad de las oficinas 2.0
Por Pilar Martínez
Instagram: @pilimartinezn
La reformulación de las oficinas viene hace unos 10 años tratando de instalar las nuevas modalidades de trabajo. El niño símbolo de esto fueron las dependencias de Google, donde veíamos a gente jugando ping-pong o PlayStation en la sala de reuniones. Las personas que trabajan en un lugar agradable tienden a ser más productivas, lo que se ha reflejado en los resultados de las empresas.
El proceso de cambio en la manera de trabajar costó que se instalara en Chile, somos muy conservadores para muchas cosas, y nadie quería ceder su m2 privado en beneficio del resto.
Todo se transformó en pandemia: el coronavirus, las cuarentenas y las sucesivas restricciones sanitarias fueron detonadores para un cambio de paradigma que se produjo de forma abrupta y sentó tendencias que llegaron para quedarse. El encierro nos obligó a cambiar la manera de trabajar como la conocíamos, y esto hizo que estuviéramos obligados a hacerlo de una nueva manera, más productiva, abierta y sin tanta etiqueta.
Quién pensaría que la oficina como institución iba a cambiar tanto. Antiguamente fue un territorio mayormente masculino, donde cada gerente tenía su oficina y baño privado, lleno de diplomas, fotos familiares y en algunos casos hasta con botella de whisky. La vuelta a las oficinas tuvo una reconfiguración de los espacios, reemplazada por lugares abiertos, plantas libres y comunes, sin jerarquías, facilitando el trabajo colaborativo y flexibilidad horaria. Menos viajes de negocios, más reuniones virtuales, menos metros de oficina, más tecnología, menos papel.
¡El gerente se quedó sin oficina! Ya no más puestos asignados y a sentarse no más en mesas compartidas. Se introdujeron nuevos conceptos como lockers para guardar las cosas personales y así no andar acarreando el computador, se instalaron cabinas acústicas para hablar y así respetar la privacidad de las llamadas y reuniones por zoom, así como tener el silencio necesario para no desconcentrarse.
Por otro lado, los co-works son los responsables de que muchos no volvieran más a sus antiguos lugares de trabajo y se instalaran o reunieran en estos nuevos espacios, impersonales, pero muy eficientes. Vale la pena destacar el acierto del Banco Santander por los work café, invento chileno que optimizó a los bancos, recintos inertes y subutilizados, que funcionan solo medio día. Le dieron un refresh a muy buenas ubicaciones, haciéndolos lugares de trabajo para muchos y –de pasada– humanizándolos. Para allá vamos, a usar de manera eficiente los recursos para tener una mejor vida.
Si bien la presencialidad no se va a perder, además que es necesario y grato sociabilizar, también se está valorando el no tener que perder mucho tiempo en las distancias y los desplazamientos. Las cifras hablan por sí solas, el teletrabajo hizo incrementar la productividad, reducir el ausentismo laboral y una disminución de costos fijos.
A la hora de diseñar una oficina, estamos viendo que las nuevas tendencias de diseño se parecen cada vez más a los espacios de coworking que a las oficinas tradicionales e, incluso, me atrevería a decir que vamos un paso más allá, incorporando más tecnología y sostenibilidad. Bienvenido el trabajo híbrido, las plantas libres, el liderazgo a distancia; ¡la flexibilidad horaria y un hasta siempre! A los puestos asignados; eso lo dejamos para los matrimonios.