La historia y el currículum de la compositora y directora de orquesta Lydia Tár se exponen durante los primeros minutos de este filme. El mundo de los músicos de academia es retratado con una pulcritud y una gelidez como si estuviésemos en un pabellón hospitalario. En medio de todo esto se encuentra ella, la razón por la que estamos acá.
Discípula de Leonard Bernstein y amante de la obra de Gustav Mahler, Lydia Tár se mueve altiva y flemática en este ambiente de harto snobismo y distante camaradería. A Lydia la vemos entre la grabación de un concierto que será difundido de manera audiovisual, entre sus clases en la afamada escuela de música y artes escénicas de Nueva York, Juilliard, y el próximo lanzamiento de un libro.
Actualmente, Lydia encabeza desde hace años la Orquesta Filarmónica de Berlín y es conocida como una EGOT, o sea, de aquellas contadas personalidades que se puede dar el lujo de decir que ha ganado un Emmy, un Grammy, el Oscar y el Tony. No le faltan créditos, porque además su reputación se la debe al trabajo de campo etnográfico que desarrolló en la Amazonía peruana junto al pueblo Shipibo-Konibo.
Todo este corolario es expuesto en una charla con público a la que Lydia está invitada como parte de un festival que organiza la revista New Yorker. El director Todd Field, cuya última película en dirigir fue Secretos Íntimos con Kate Winslet y Patrick Wilson, se toma su tiempo. Y a través de las respuestas que Lydia le da al entrevistador, podemos conocer a este magnético e inusual personaje.
La perfección y lo infalible es una máxima que Lydia Tár despliega en su obra artística. Esa misma perfección la maneja la actriz detrás del personaje. Cate Blanchett entrega una actuación memorable, encarnando a una personalidad que encierra carisma, genialidad, pero también el abuso, la mentira y la manipulación, esto a partir de una curva de degradación que empuja al personaje una vez que aparece un escándalo que termina cambiando para siempre su vida personal y profesional.
La cantidad de matices que desarrolla Blanchett a partir de una serie de situaciones: incómodas, inusuales, ridículas y hasta divertidas, la sitúa en un nivel superior. Estamos, probablemente, ante la mejor actriz de su generación. Y es que Cate Blanchett puede hacer mucho con mínimos elementos y también brillar cuando tiene todo para hacerlo. Para este rol Blanchett tomó clases de piano y de alemán, los que luce con naturalidad a través del filme. Mientras que su director, el hoy nominado al Oscar, Todd Field, ha dicho que el personaje lo escribió pensando en ella y solo en ella. Y que si estaba la posibilidad de que Blanchett se negara o desistiera, Tár no se realizaría. A la luz de los resultados, este nivel de obsecuencia bien valió la pena.
No estamos acá ante una película para todo público. Además de retratar a este particular personaje, Tár retrata a un mundo, un microuniverso con sus modos, egos y formas de relacionarse que son muy propios. Y en eso se toma su tiempo. Hay diálogos, gestos, miradas, y mensajes que no se dicen pero que se sugieren, donde está todo focalizado ahí. Tár es para un público perceptivo y agudo, que no busca todo procesado y entregado, este es un trabajo sofisticado pero con una carga dramática brutal. A partir de este mencionado hito que desequilibra al personaje, el filme plantea temas como el abuso de poder, la cancelación y la cultura de la funa y las redes sociales.
A través de estos puntos, Tár expone a su personaje principal a la más feroz humillación y decadencia, y tiene en el centro a una Cate Blanchett totalmente entregada, luciéndose como siempre y como nunca antes. Tár está nominada a 6 premios Oscar y se estrena en salas de cine chilenas este jueves 26 de enero.