Si bien las limpiezas energéticas son una tradición del pasado, se mantiene con éxito en el presente. Y uno de los responsables es el Palo Santo, una madera discreta con el poder de ayudar al bienestar.
¿De dónde proviene? Se trata de la madera de un árbol llamado Bursera graveolens, apodado Palo Santo y que crece en Latinoamérica. Durante siglos el Palo Santo se ha quemado como limpiador energético y el ritual de origen inca asegura que el humo de esta “madera sagrada” es medicinal.
Es más los chamanes andinos creían que la quema de Palo Santo tenía propiedades capaces de restablecer la energía contaminada por la negatividad o conflictos. También se cree que neutraliza los problemas antes de que empiecen y que tiene el poder de atraer lo sagrado y la bondad a un espacio.
Ya sea un problema de trabajo o una relación tóxica, se dice que el Palo Santo muestra la puerta a la energía agitada y dañina. Y atrae las energías curativas positivas para abordar las cosas con una mente despejada.
Además de sus beneficios espirituales, el Palo Santo es muy apreciado por su aroma. Incluso hay aceites esenciales con su aroma. Y es que actúa como repelente de insectos y como fragancia si se usa un difusor, por ejemplo.
¿Cómo se usa?
La idea es cubrir aquel espacio en el que necesitas energía purificada y atraer todas las cosas buenas. Pero debe ser con intención.
Para ello debes pensar en qué quieres atraer a esa habitación (calma, buenas vibras) y qué te gustaría sacar de ahí (ira, frustración). Luego se debe agitar el Palo Santo ardiendo por las esquinas de la habitación. Incluso puedes rodearte tú.
En cuanto a la frecuencia, dicen que se debe quemar el Palo Santo o utilizar sus aceites tan a menudo como se crea necesario para rodearse de la energía pura que se desea.