Fotos: @Ozcar
Su reciente triunfo en las últimas elecciones de Evópoli marca el desembarco del ala liberal de un partido que hoy aparece debilitado y en un contexto bastante movido. La exministra de Transportes y Telecomunicaciones del segundo gobierno de Sebastián Piñera tiene claro su gran desafío: traer de vuelta el entusiasmo, incorporar a las generaciones jóvenes y recuperar el rumbo perdido. En esta entrevista, además, recuerda lo que fue el estallido social de 2019 y su rol en ese momento tan crítico de nuestra historia como país.
La ingeniera civil Gloria Hutt Hesse dice que es experta en escuchar su cuerpo. Que come sano, que duerme cinco horas y que hace pausas durante el día para bajar revoluciones. Incluso mientras era ministra de Transporte y Telecomunicaciones, durante el segundo gobierno de Sebastián Piñera (2018-2022), meditaba al menos una vez al día. Hoy desde su refugio en Providencia, una preciosa casa estilo Georgian repleta de plantas y flores –que también fue la sede de su campaña–, arma su rutina como flamante nueva presidenta de Evópoli, cargo que ocupa desde este 1 de noviembre. Un mes que ha sido bastante movido para este partido fundado por el senador Felipe Kast.
–¿Cómo logró la hazaña de ganarle a Luciano Cruz-Coke, quien era apoyado por Felipe Kast y el favorito para convertirse en presidente de Evópoli?
–Evidentemente yo era la improbable. Para mí esto fue un proyecto de ingeniería. Soy disciplinada: hice un plan de campaña y armé un equipo con el que planificamos cada cosa que hicimos: los viajes, las reuniones, los análisis de datos. Eso fue un componente importante. Pero lo fundamental fue el contacto personal: recorrí 11 regiones, me junté con mucha gente, tuve en mi casa decenas de reuniones con la juventud, con militantes de base. Se construyó una red que tenía una energía muy brillante.
–Usted trabajó codo a codo con Felipe Kast en los inicios del partido. ¿Le dolió que apoyara a Cruz-Coke con tanta fuerza?
–Para nada. Creo firmemente en la competencia abierta, en la libertad de las personas. Jamás se me cruzó por la cabeza que pudiera haber allí una mala onda o algo personal.
–¿Se ha preguntado por qué Kast consideró que Cruz-Coke era mejor candidato que usted?
–Lo atribuyo a que la mirada más convencional de la política está estrechamente vinculada al trabajo parlamentario y por eso, consistentemente, los parlamentarios apoyaron a Luciano. En mi visión, la política actual es mucho más que eso. Son redes de personas, son comunicaciones, propuestas, es ingeniería, es gestión. De esa manera, se puede potenciar el trabajo parlamentario, al centro de estudio (Horizontal), el trabajo territorial y la formación de líderes. Esos son mis cuatro ejes. Mi impresión es que la política es mucho más que el Parlamento.
–Algunos consideran que para poder influir de verdad es mejor que las cabezas de los partidos estén en el Congreso.
–En el mundo dinámico que estamos hay que ser capaz de romper algunos esquemas. No todos los partidos tienen presidentes parlamentarios y creo que se puede combinar bien si es que hay una buena coordinación. Con gestión e integración de las partes podemos ser un puente eficaz entre la derecha más conservadora y la centroizquierda moderada para evitar la polarización.
–¿Por qué es tan importante para usted ser presidenta de Evópoli?
–Porque creo muy profundamente en el proyecto. Estuve en la formación de Evópoli en 2016; me dediqué 100% a trabajar por ello, juntar las firmas e inscribir el partido en el Servel. Después trabajé para la campaña primaria de Felipe Kast. En 2017 vi cómo el proyecto calaba muy hondo en mucha gente. Luego me preocupó ver un cierto debilitamiento de ese entusiasmo y una pérdida de rumbo y de domicilio político que desconcertó a muchos militantes.
–¿A qué se refiere concretamente con el cambio de rumbo?
–Evópoli tiene un rol político muy clave. Si nosotros no existimos y no tenemos un domicilio político de centroderecha liberal, esas personas liberales no tienen referente, y se ven obligados a irse a los extremos. La polarización ya ha mostrado el daño que le hace al país.
–De los liberales del partido, Hernán Larraín Matte, Gonzalo Blumel e Ignacio Briones, solo este último la respaldó públicamente…
–Me hubiese encantado que tomaran un compromiso, pero es legítimo decidir ser prescindentes, es parte de la libertad que cada uno tiene. Yo soy más jugada en la vida.
–¿Cuál era el nivel de desilusión que vio entre militantes del partido? ¿En qué temas concretos lo pudo percibir?
–Lo veo en algunas alianzas. Por ejemplo, acercarnos a los republicanos tuvo un costo, especialmente en militantes jóvenes. No entendieron bien por qué salimos a apoyar a José Antonio Kast en segunda vuelta. A lo mejor lo que faltó fue explicar las razones y mantener clara nuestra identidad. Esa ambigüedad produjo un desgaste en la percepción de los militantes respecto de nuestro domicilio político.
–Con su triunfo ganó la postura liberal del partido. ¿Usted también era de la idea de apoyar a José Antonio Kast?
–Yo no. Pero en el contexto polarizado en que estábamos no había mucha alternativa, porque finalmente estaba Boric y Kast.
–Podrían haberse mantenido al margen. ¿Usted era de esa postura?
–Sí, de hecho no hice nada por la campaña. Creo que era improbable que alguien de los nuestros votara por Boric. Yo entiendo a los que participaron en esa campaña, porque había un riesgo objetivo de desestabilización del país. Pero me parece que las alianzas y los apoyos se deben medir con la vara de la identidad. Cuando una alianza o apoyo significa perder o desdibujar la identidad hay que evaluarla con cuidado.
SER, UNIR Y HACER
–Antes de que Evópoli tomara la decisión de rechazar la propuesta constitucional en el plebiscito de salida, su fundador Felipe Kast salió promocionando videos con el Rechazo. ¿Eso incomodó? Usted ahora también tendrá que lidiar con la figura del fundador.
–Está dentro de las libertades de cada persona, aunque puede ser que tenga algo que ver con que se necesita un trabajo integrado de todas las partes. Si nosotros logramos esa articulación, puede ser que estas mismas definiciones se transmitan de una manera más articulada, más armónica y sean mejor entendidas también por la base de los militantes y por el resto del sistema político.
–¿Es un desafío?
–La política se gana con la credibilidad y la credibilidad se gana con rigor, disciplina y coordinación. Felipe (Kast) es figura del parti- do, aunque ahora creo que se abre una nueva etapa. Esto es parecido a lo que sucede con las empresas familiares que son exitosas: en algún minuto el fundador tiene que darle paso a una generación profesional. Yo creo que esta transición se parece a eso. El fundador nunca pierde su halo ni pierde su rol de haber creado el partido, pero puede ser que su protagonismo cambie de foco o de forma. Esto además viene a demostrar que el proyecto tiene viabilidad, porque si no le pasaría lo mismo que a una empresa familiar que no da ese paso, y termina desapareciendo, como hay muchas.
–La actual derecha ha estado liderada por una nueva generación, que ha mostrado una relación bastante más amigable y con menos roces que antes. ¿Cómo entra usted que es de una generación distinta?
–Distinta, por no decir que entra un adulto mayor (se ríe). Por alguna razón tengo una afinidad muy grande con los jóvenes. De hecho, la lista única de la Juventud Nacional en estas elecciones me apoyó a mí. Eso me conmovió mucho. Vieron en mi propuesta una mirada más abierta, liberal, vanguardista. Eso refleja lo que me gustaría hacer: es necesario tener mucha apertura e incorporar a las generaciones jóvenes.
–¿El hecho de que haya votado tan poca gente y que la votación haya estado bien dividida entre usted y Cruz-Coke, la legitima en el poder?
–Una de las razones principales por las que decidí ir adelante con esta esta presidencia fue justamente porque vi harto desapego. Y pensando en las elecciones municipales de 2024, me parece que es un anticipo de un mal pronóstico. Por eso para mí es un desafío prioritario el trabajo hacia adentro: recuperar a los militantes, el entusiasmo, tener democracia interna, participativa, activa. Yo planteé mi campaña en tres capas simultáneas que representé en tres verbos. Primero, el verbo ser: hay que recuperar la identidad y el domicilio político. El segundo es unir, que es unir a todos nuestros militantes. Y el tercero es hacer más operativa la gestión del partido.
–Algunos dicen que Evópoli se ha vuelto intrascendente; que no participa de las grandes ideas. ¿Coincide que el partido está de capa caída?
–Eso me parece muy duro. Yo creo que Evópoli tiene rostros bien posicionados y lo que sí nos falta es recuperar algunos mensajes más claros. Por ejemplo, los niños primero en la fila, es un tema que es muy convocante, pero que se diluyó. Nos preocupa también que un 35% de las personas que viven en campamentos sean niños, porque están creciendo en condiciones que casi aseguran un mal futuro. Otro foco es el adulto mayor, el grupo demográfico que más va a crecer en la siguiente década, la brecha tecnológica y la equidad territorial.
EL FANTASMA DEL ESTALLIDO
Gloria Hutt estuvo en el petit comité que decidió concretar, a principios de octubre de 2019, el alza del valor en 30 pesos de los pasajes del Metro de Santiago en el pasaje adulto de horario punta, principalmente. Su consecuencia fue una ola de evasiones masivas y protestas que derivaron en el estallido social, del 18 de octubre de ese año. Diez días después de eso, los titulares de Hacienda, Felipe Larraín, y de Economía, Juan Antonio Fontaine, dejaron sus cargos en el gobierno, al igual que el entonces ministro del Interior Andrés Chadwick y otros.
–¿Por qué usted no salió del Ministerio de Transporte y Telecomunicaciones ese 28 de octubre de 2019?
–Eso habría que preguntárselo al Presidente Piñera, porque él tomó la decisión y yo estaba absolutamente disponible para lo que él decidiera. Mirándolo desde la perspectiva del tiempo, mi impresión es que el proceso fue de una gran complejidad. Situar el foco en la tarifa es simplificar excesivamente una situación social de una envergadura mucho mayor, que partió antes del estallido y, a mi juicio, va a terminar cuando tengamos legitimada una nueva Constitución. Seguramente el Presidente tuvo en mente esa mirada más amplia.
–Algunos comentan que usted en ese momento defendió el alza de los llamados 30 pesos. ¿Fue su decisión o lo determinaron desde arriba?
–Me parece que es una simplificación pensar que alguien arbitrariamente se empecina con una idea. No nos olvidemos que ahí también había un marco legal que respetar: la decisión del panel de expertos. Después del estallido se promulgó un proyecto de ley que permite al Presidente de la República con razones fundadas y poniendo los recursos, revertir esa decisión.
–¿Hace algún mea culpa?
–Aún estamos muy cerca de ese día y todavía hay mucha piel para hacer el análisis. Creo que esto hay que mirarlo con una perspectiva mayor para entender bien cuál fue el rol de cada uno y por qué las cosas se hicieron de cierta forma. No sé si podría repetir o replicar con precisión todo lo que pasó: fue un torbellino de muchas cosas simultáneas. Además, yo tenía a mi marido hospitalizado. Me cuesta relatar o hacer la descripción día a día de lo que fue pasando, porque fue una situación que se iba precipitando y que había que enfrentar y resolver rápido. Cuando se interrumpió el transporte, mi única preocupación fue recuperar la movilidad de la personas y en la noche acompañar a mi marido: me dejaban dormir ahí porque era la única posibilidad que tenía de verlo.
–¿Cómo fue ese tránsito en términos personales?
–Mi marido siempre tuvo una salud frágil. Cuando nos casamos él tuvo cáncer. Había tenido antes. Dos meses después de quedar embarazada le confirmaron nuevamente la enfermedad. Pero se logró recuperar y tuvo una carrera muy exitosa: en 2018 le descubrieron cáncer al páncreas y murió en 2020. Estuvo dos años enfermo y fue muy duro. Fue un deterioro progresivo, pero también tuvimos la ventaja de tener el tiempo para conversar, para cantar, para hablar con los niños, para que el proceso fluyera con mucha aceptación y paz. Mi marido, como militar, tenía mucho sentido del deber. En momentos duros me decía: tú tienes que seguir mientras estés en tu cargo. Esa es tu obligación.
–Ustedes decidieron adoptar dos niños. ¿Cómo vivió ese proceso?
–Nosotros pudimos tener una hija, pero siempre quisimos tener más hijos. Cuando ella cumplió 10 años, nos hicimos la pregunta y decidimos irnos directo a la Fundación Chilena de Adopción. Al mes nos llamaron de Valdivia. Había una niñita. Nosotros solo habíamos pedido que fuera recién nacida. Cuando llegamos había dos niñitas. Hablamos con la jueza y me acuerdo que le dijimos: que el Espíritu Santo la ilumine, porque si nosotros las vemos nos vamos a llevar a las dos. A.sí es que ella escogió. Pasó el tiempo, y cuando vivimos en Arica decidimos adoptar un niño. Ha sido una experiencia fantástica. Los tres ya viven fuera de mi casa y son tres fantásticas personas.