Antes de que se aprobara la Ley de Matrimonio Igualitario –en diciembre de 2021–, las parejas del mismo sexo podían adoptar si es que uno de ellos lo hacía como “soltero”. De esa manera, familias homoparentales y lesbomaternales eran opciones para que niños de mayor edad o grupos de hermanos pudieran salir del sistema de cuidado alternativo. Aquí contamos las historias de Cristián Escalona y Rodrigo González –quienes son los papás de los hermanos Yanaí, Felipe y Miguel– y Marisol Duarte y Jimena Neira –las mamás de Vicente–.
En 2019, con 16 años de relación, viajes por mundo, carreras profesionales hechas y un acuerdo de unión civil ya firmado, el periodista Cristián Escalona y el ingeniero agrónomo Rodrigo González sintieron que ya era momento de ser padres y lo buscaron a través de la adopción. Lo primero que hicieron fue iniciar una ronda de consultas para saber si una pareja de personas del mismo sexo podía lograrlo en un país donde, hasta ese entonces, no existía el matrimonio igualitario (que se promulgó en diciembre de 2021).
“Fuimos por Ley del Lobby a solicitar una reunión con la jefa del área de adopción del Sename –hoy llamado Mejor Niñez–, más la abogada de la institución, y nos explicaron en concreto, en qué consistía la ley”, recuerda Rodrigo. Fue ahí cuando derribaron el primer mito y supieron que sí se podía adoptar como pareja del mismo sexo, pero con un requisito legal, que era hacerlo en calidad de solteros, ya que la ley solo permite tres órdenes de prelación o prioridad: casado chileno, casado extranjero y en tercer lugar soltero, viudo y separado.
Cristián agrega:
–En esa época teníamos el Acuerdo de Unión Civil, y eso te daba la categoría de conviviente civil y eso no estaba en la ley de adopción, porque son leyes distintas. Así que tuvimos que anularlo y yo adoptar como soltero. Pero ambos fuimos evaluados por igual, al igual que nuestras familias. Siempre nos explicaron que la ley era la mala, no la institución.
Cristián cuenta que optar por quién iba a postular como padre adoptivo fue una decisión en que el Sename también los guió. “Al final del proceso me recomendaron que fuera yo por temas prácticos, porque como era funcionario público, tenía más beneficios”, comenta.
El segundo mito sobre la adopción que la pareja vio caer fue el de los plazos. Todos los involucrados en el sistema de adopción, ya sea a nivel de organismo estatal o a través de fundaciones, cuentan que en la medida de que los proyectos de familia sean flexibles en cuanto al número y edad del o los niños que se esperan, los periodos se pueden acortar.
“Nosotros”, relata, “siempre quisimos dos hijos y siempre dijimos ‘niños grandes’ porque por nuestro ritmo de vida no podíamos tener una guagua, pero cuando en el Sename nos dijo que había un trío de hermanos, a nosotros se nos vino el mundo encima. ¿Dijimos cómo lo hacemos con las lucas? O algo tan práctico como, ¿cómo los llevas a la plaza si solo tengo dos manos…? Le dimos mil vueltas. Me acuerdo que terminamos la entrevista con el Sename y había un restaurante peruano afuera. Nos tomamos un pisco sour catedral, un extra catedral… Y dijimos ‘son ellos, no le demos más vuelta’. Fue como una decisión de la guata. ‘Son ellos, no son otros, son ellos’”.
Tras solo nueve meses de haber sido declarado como susceptible de adopción, Cristián ya era enlazado con sus hijos Yanaí, Felipe y Miguel, de ocho, siete y cinco años, respectivamente. Hoy la familia es una activa protagonista de las redes sociales y a través de la cuenta de Instagram @dospapasenchile se ha transformado en influencer de marcas y generadora de contenido sobre las implicancias de la adopción que ayudan a derribar prejuicios sobre la homoparentalidad.
“Uno de los debates que se suele dar a nivel político, sobre todo en la derecha de este país, es que los niños que son dados en adopción tienen el derecho a recuperar lo que perdieron. Y esa no es la realidad. Nuestros hijos no perdieron una mamá y un papá, porque nunca tuvieron papá. El padre nunca los reconoció y la madre los abandonó muy tempranamente. De hecho, el día que nació el último lo dejó en el hospital. No volvió nunca. Entonces, ¿de qué me están hablando? ¿Qué tienen derecho a recuperar? Ellos tienen derecho a una familia, a alguien que los ame y los proteja”, sostiene Rodrigo.
Cristián agrega:
–Nuestros hijos dicen ahora “tenemos dos papás”. Como los niños no tienen prejuicios, finalmente no solo ganan los papás, sino que ganan una familia extendida: cuatro abuelos, seis primos y una mascota. Por lo tanto, ellos son felices y lo dicen ante sus profesoras o compañeros. Están muy orgullosos de la familia que conforman hoy en día.
MÁS FAMILIAS QUE NIÑOS SUSCEPTIBLES DE ADOPCIÓN
Historias como las de Rodrigo y Cristián existen en los registros de Mejor Niñez –exSename– y fundaciones como la Fundación Chilena para la Adopción (Fadop), hace ya unos cinco años. Claro que de acuerdo a la legislación vigente las postulaciones se hacen en forma individual como personas solteras, hombre o mujer. Esto hay que tenerlo en cuenta, ya que para postular cualquier matrimonio tiene que llevar casado mínimo dos años o uno en caso en de ser una pareja que demuestra infertilidad. Por ende los matrimonios del mismo sexo solo podrán postular desde diciembre de 2022.
“Somos fervientes defensores de que hay una familia para cada niño”, dice Alejandra Ramírez, directora ejecutiva de Fadop. “De hecho”, continúan, “ya no hablamos de solteros o solteras, nos centramos en la parentalidad, independiente del sexo y del número de integrantes que conforman la parentalidad o la pareja parental, o que ejerzan los roles de madre o padre, buscamos familias”.
Viviana Petric, jefa del departamento de Adopción del Servicio Mejor Niñez, reafirma la idea con el ejemplo de @dospapasenchile: “Siempre buscamos la mejor familia para los niños, eso es lo que nuestros expertos evalúan cuando lleva ante el juez las carpetas y le dicen: ‘Tenemos estos tres hermanos. Buscamos matrimonios chilenos dispuestos a adoptarlos y no había; matrimonios extranjeros, y no había, y tenemos a este hombre soltero que tiene su pareja hace 16 años, hombre también, y tienen sus familias que apoyan, y los quieren’. Nosotros tenemos que asegurarnos de que ese niño efectivamente se integre a la familia que él necesita, porque lo que nosotros no nos podemos permitir es fallarle nuevamente a ese niño”.
A lo que la directiva de Mejor Niñez se refiere es a que los niños que llegan a ser declarados como susceptibles de adopción ya han atravesado un largo proceso desde que el Estado se hace cargo de ellos por haber sido vulnerados en sus derechos. Desde que un niño ingresa al sistema de cuidado estatal, como medida de protección se intenta que ese menor retorne a su familia de origen, si no es posible con sus padres, se buscan familiares hasta el tercer grado de consanguineidad.
“Solo cuando ya hiciste toda la revisión del despeje familiar, aparece la adopción como alternativa real para él. Entonces creemos que como gran desafío, debemos visibilizar tempranamente la opción real que tiene el niño para recuperar su derecho a vivir en una familia después de haber sido altamente dañado. No dejemos que el niño tenga que sufrir mucho para decir ‘ya, ahora es momento de darlo en adopción’”, añade.
Las cifras son claras, del total de niños que están en los hogares de Mejor Niñez solo el 2% ha sido declarado susceptible de adopción. Así, desde que empezó la vigencia de Mejor Niñez el 1 de octubre de 2021 hasta el 21 de marzo de este año, el total de niños susceptibles de adopción era de 176. En cambio, las familias declaradas idóneas para adoptar eran 509.
Alejandra Ramírez, de la Fundación Chilena para la Adopción, alerta sobre las implicancias del número que marca un cambio histórico en la tendencia, donde siempre había más niños susceptibles que familias dispuestas a adoptar: “Podría ser un indicador de desarrollo en términos de que los niños no están saliendo de su familia de origen y se están manteniendo con sus familias biológicas. Pero yo creo que ahí falta todavía hacerles seguimiento, evaluación a esos procesos, porque muchas veces los niños vuelven con su familia biológica y después de algunos años vuelven al sistema y ya no tienen edad para ser adoptados”.
Con ella coincide la jefa del departamento de adopción de Mejor Niñez:
–¿Por qué no hay cero niños si hay tantas familias dispuestas a adoptar? Porque son niños mayores, son grupos de hermanos, con un mayor deterioro, con historias bastante dolorosas. Entonces a las familias que postulan, nosotros les preguntamos también y con harta delicadeza cuál es su expectativa de niño. Y se revisan las competencias que tiene esa familia y las características y los perfiles de los niños.
Resume Alejandra Ramírez, de Fadop:
–Cuando tú buscas recursos en un ser humano adulto que está dispuesto a cuidar de otro que ha tenido historia, que ha vivido historias de adversidad, muchas veces mucho más profundas y complejas que las que hemos vivido los propios adultos, nosotros decimos que ese adulto debe contar con una dosis extra de sensibilidad. Eso tiene que ver básicamente con recursos psicológicos, emocionales, con elaboración de historias propias que le permitan al niño ayudar a reparar las propias.
FUNCIÓN REPARADORA DE ADOPTAR
Las ingenieras Marisol Duarte y Jimena Neira también lograron adoptar siendo pareja del mismo sexo, claro que el caso de ellas es aún más sintomático de cómo proteger los derechos filiativos de los niños –cosa que trae el matrimonio igualitario–. Aunque Marisol también había postulado como soltera, de acuerdo a la ley, la jueza de familia de Copiapó que les concedió la adopción en 2021 mandató al Registro Civil para que ambas fueran inscritas como madres del Vicente, de 7 años de edad.
“La jueza consideró que le estaba vulnerando los derechos a Vicente al dejar a una sola nomás como madre legal. Lo encontré súper humana el pensamiento”, dice Marisol.
Con ella coincide Jimena: “Decía ‘no estoy de acuerdo con que tú Marisol fueses solo la mamá, porque si te llegas a morir, Jimena no es nada’. Entonces yo le dije ‘sí, pero así están las cosas’. Y ella dijo: ‘pues nosotros podemos hacer un cambio y vamos a ver si con ustedes podemos gestionar ese cambio’. Y resultó”.
Con 18 años de relación, las ingenieras cuentan que decidieron adoptar tras un par de dolorosos y costosos procedimientos de inseminación artificial con muestras de donante compradas en el extranjero. La historia personal de Jimena fue clave para tomar la decisión: ella había sido abandonada en un hospital del sur cuando guagua y fue criada en una familia adoptiva rodeada de amor.
“Cuando te dan la oportunidad de ser madre y le das la oportunidad a un niño de tener una familia, se complementa absolutamente todo. Yo amo a mis viejos, mis viejos me aman a mí, soy feliz y tengo tanto amor para entregar a los demás, a mi hijo. Yo soy el vivo reflejo de eso. Y la Marisol lo vio en mí porque yo puedo tener esos mismos valores y principios que me entregaron a mí para traspasarlos ahora a mi hijo”, dice Jimena.
Marisol y Jimena cuentan que la relación con Vicente comenzó como un pololeo a distancia, por cartas entre Santiago y Copiapó. Luego le enviaron álbumes con fotos de cómo sería su vida y familia acá, sus espacios. Y poco a poco empezaron a crear un lazo que, les advirtieron, implicaría reparar en él una imagen materna dañada por su historia previa tras haber estado entrando y saliendo de hogares de vuelta su familia desde los cuatro meses de edad.
“Él pensaba que las mamás eran malas, obviamente, por todo lo que él vivió. Entonces la imagen de la mujer la veía como mala, pensaba que todas las mamás eran malas”, cuenta Marisol.
“Y eso ha ido cambiando desde que llegó en julio”, destaca Jimena. “Él ya sabe quién es, quién era, quiénes son la familia acá. Él ama a sus perritas, nos dice todos los días que nos ama a nosotras. Es un cabro muy cariñoso, muy cariñoso, demasiado. Todavía lo tratamos como guagua. O sea, nosotros volvimos al proceso de repente quiere dormir con nosotras, nosotros lo bañamos todas las noches, nos acostamos con él, le leemos cuentos, ahora él nos lee los cuentos. Es el niño mimado de la casa”, confidencia.