A mediados de 2021 fue elegida entre las líderes del Group of 100 Global Women Leaders, asociación ligada al Women Economic Forum (WEF) en la que hay mujeres de negocios, filántropas, emprendedoras y políticas. Aquí hace un repaso por su historia más íntima, la misma que la llevó a desarrollar un importante perfil social. También aborda la coyuntura político-económica de un Chile que entra a este 2022 lleno de cambios.
Con más de tres décadas en la industria financiera –hace quince años fundó VanTrust Capital– Gabriela Salvador es un mundo en sí mismo. Una ingeniera comercial que además de liderar su empresa, pertenece a diversos directorios, donde siempre ha abogado por un papel preponderante de la mujer. En 2021 fue reconocida por el Group of 100 Global Women Leaders (G100), ligada al Women Economic Forum.
Casada, con dos hijas y un hijo, además es vicepresidenta de la Fundación Chile Converge, organización que acompaña a las pequeñas y medianas empresas a desarrollar sus negocios. “Chile Converge nace porque me invitan a ser directora de dos fundaciones. Después del estallido social se afectó a muchas pymes; el 70% de ellas cayeron después también con la pandemia. Al ver la cantidad de cesantes que había en nuestro país vimos la necesidad de ayudar de forma expedita y clara”, cuenta.
“El nivel de precariedad era alto”, continúa, “y cuando logras ayudar desde la explicación del crédito Fogape (Fondo de Garantía para Pequeños Empresarios) eso ya es algo. Hoy enrolamos a setenta pymes diariamente, eso no es menor. Para mí esto es un tema de vida, no de negocios, porque yo ya vivo bien con mi empresa”.
Cuando trabajaba en la banca, a Gabriela le diagnosticaron fibromialgia, una enfermedad crónica paralizante que la tuvo un año en cama y que la mandó a pabellón para operarse cuatro veces de la columna. “Eso me ayudó mucho a empatizar con el dolor y ver que el mundo seguía funcionando si yo no estaba. Esa sensación de fragilidad profunda me acercó con la gente que sufre y que tiene dolor”, reconoce.
Su padre dejó de trabajar en la industria financiera a los 50 años para colaborar a tiempo completo con la Iglesia Ortodoxa. Uno de sus hermanos es sacerdote y, a los 18 años, a uno de sus sobrinos lo dejaron en un seminario en El Líbano.
Quizás de ahí viene una vocación de servicio que le emana por los poros.
–¿Qué significa para usted ser miembro del G100? Este es un grupo muy importante de mujeres líderes a nivel global, que promueve el liderazgo, la inclusión, el empoderamiento económico y social de las mujeres en todo el planeta.
–Me sorprendió que me incluyeran porque yo llevaba 27 años en la banca y no estaba acostumbrada a tener una vida más pública. Aunque no lo creas, la fibromialgia me ayudó mucho porque desde ahí empatizo con el dolor, ahí me di cuenta de que no era feliz solo vendiendo fondos de inversión.
Y continúa:
–Soy una empresaria feliz, pero también me interesa tomar muchas causas. En el Women Economic Forum me dijeron que yo había sido la única chilena que había fundado una empresa financiera. Las otras son herederas; yo la fundé y ahí mismo empecé a trabajar en causas sociales. Eso tampoco suele darse ya que generalmente está el fundador de la empresa y son los nietos o las siguientes generaciones quienes empiezan a trabajar después en causas sociales. Eso fue lo que les llamó la atención a ellos. El G-100 me ha permitido estar presente en los medios para poder transmitir los mensajes correctos. He podido poner en la discusión nacional temas que algunas veces quedaban por debajo del mantel. Yo hago uso de este premio para decir que en Chile hay temas que no están bien, hay áreas que todavía son tratados de forma urgente y en eso estoy trabajando arduamente hoy. Me duele esa desigualdad en nuestro Chile.
En la reciente licitación del 5G, por ejemplo, Gabriela vio una oportunidad para darle mayor acceso a los niños de zonas extremas. Ahí se instruyó sobre los Wisp o “wisperos”, que son capaces de cablear el piso y llegar con Internet a donde las grandes compañías no llegan. Se juntó con una persona que tenía contacto con los 500 wisperos en Chile y comenzaron un trabajo de colaboración. Les donó un curso y después fueron capacitados; a las semanas estaba hablando en La Moneda sobre este tema.
“HAY QUE NOMBRAR A PERSONAS QUE SEAN PUENTES”
En otra área de su vida, Gabriela es la única mujer socia del Club del Habano de Chile –se puede llegar a fumar varios al día–, donde tiene un casillero con su nombre. Deporte no hace, pero sí tiene una cámara hiperbárica en su casa, la misma que usan los futbolistas antes de un partido de alta exigencia. “Me meto a mi cámara hiperbárica con el teléfono y el computador y ahí me quedo dormida, me relajo y me oxigeno”, cuenta Gabriela, quien es de las personas que puede leer hasta tres o cuatro libros de manera simultánea. Democracia y globalización, de Josep M. Colomer y Ashley L. Beale; El futuro por decidir, de Christiana Figueres y Tom Rivett-Carnac, sobre cómo sobrevivir al cambio climático, y La mujer invisible, de Caroline Criado Perez, son algunos de los títulos que están en su velador por estos días.
–A mediados del año pasado dijo en una entrevista a La Tercera que a su juicio había candidatos presidenciales muy livianos y que no entendían el riesgo en el que estaban poniendo al país. ¿A quiénes se refería?
–Voy a ser bien honesta. Me refería a casi todos los candidatos que en ese momento corrían por las primarias. Cuando veía a los candidatos hablar, parecía más una elección de colegio, ya que ellos mismos se descalificaban y no había propuestas. Para mí (Daniel) Jadue era muy liviano. Nunca vi una propuesta concreta sobre las pymes, por ejemplo.
–¿Cómo ve el a panorama hoy tras la elección de Gabriel Boric como Presidente de Chile?
–Estoy con incertidumbre. Es sano tener recambios, pero creo que hay problemáticas que son muy complejas de entender en forma rápida.
–¿Por qué tiene incertidumbre?
–Porque cuando eres joven, estás arriba de la pelota y crees que todo es fácil. No vamos a negar que fue un tremendo triunfo. Mi punto es: ¿ese triunfo tendrá un cable a tierra? Me da miedo que no se esté conversando con la realidad de fondo. Tengo que decir que miembros del equipo del presidente electo se comunicaron conmigo para que les diera mi posición sobre ciertos temas económicos, permanentemente nos estamos comunicando porque yo creo en los puentes.
–En rigor, ¿se han ido los inversionistas de Chile tras el resultado de las recientes elecciones presidenciales?
–Han salido muchos capitales. Boric debe amarrar nombres buenos y que sean de consenso. Para la etapa del Chile que viene, hay que nombrar a personas que sean puentes, que logren entender distintas realidades y que no polaricen más, sino todo lo contrario.
–¿Cómo se hace para que esa inversión de capitales vuelva al país?
–Tengo que decirte que creo que esa inversión de capitales ya no vuelve al país, porque las grandes familias ricas ya estaban con sus inversiones afuera. Lo que pasó en este periodo es que la parte más baja, que no son los súper ricos, y que tenían el cien por ciento en Chile, sacaron el treinta por ciento de su portfolio. Cuando tú sacas un treinta por ciento, es muy complejo que ese porcentaje vuelva porque tú te sientes cómodo teniendo esa porción afuera. Lo que hay que hacer es dar una señal para que ese flujo no siga. Los grandes ricos ya estaban afuera hace rato, lo que hay que hacer es algo para que esos inversionistas menores no terminen sacando todo.
El nuevo ministro de Hacienda (al cierre de esta edición todavía no estaba conformado el gabinete de Gabriel Boric) debe defender al Banco Central y parar esa fuga de capitales.
–¿Cómo ve otras reformas planteadas por el presidente electo y que tienen relación con el alza progresiva del salario mínimo y la reducción de la jornada laboral?
–Este es un tema cuando el 70 por ciento de los chilenos es microempresario. Estas reformas pegarán muy fuerte a los mipymes. Más que empresas como la mía, me preocupa ese porcentaje de pequeños empresarios. El Covid dejó en evidencia la fragilidad y la precariedad del sistema que tenemos con las pymes. Ojo con el proyecto de ingreso mínimo, no hay que cargarle la mano al pyme.
Y concluye:
–¿Cómo lo haría yo? Que las empresas que tengan cierto rango de ventas superior a tal cifra tengan ese salario mínimo que se propone, pero las empresas que tienen tres trabajadores no pueden. Tenemos que proteger a ese 70 por ciento de empresas y sus trabajadores. La reducción de la jornada laboral también me preocupa, en el sentido de que la productividad en Chile es pésima. Puedes permitir la reducción de las horas de trabajo siempre y cuando yo tenga una contraparte que es la inversión en investigación, innovación y desarrollo que sea suficiente para que no se caiga el PIB del país. Porque si bajo las horas pero no estoy incentivando la innovación y el emprendimiento, me estaré empobreciendo como país.