Foto: Daniel Gil
“El teatro no ha muerto a pesar de todo lo que ha atentado contra él: pandemias, guerras, el cine, etc. Y no lo va a hacer ahora, pero necesitamos soluciones para poder sobrevivir aquellos que lo hacemos”, dice la actriz, dramaturga y directora Elisa Zulueta.
Esa declaración de resistencia cobra aún más fuerza si se toma en cuenta su nueva creación: adaptó la obra “Casimiro Vico, primer actor” (1937), del dramaturgo chileno Armando Moock, y la convirtió en un radioteatro que conserva el nombre de su protagonista.
Con las actuaciones de Sergio Hernández y Antonia Santa María, “Casimiro” cuenta la historia de un sastre ingenuo y soñador, quien tiene un profundo anhelo por ser actor. Al ser tentado por un grupo de aduladores amigos actores que están en la ruina, pone todo su capital para fundar una compañía de teatro, donde naturalmente él sería el primer actor; y su esposa, su acompañante.
De ahí en adelante, todo deviene en traiciones y fracasos para él.
La función presencial se realizará el domingo 13 de diciembre a las 19.00 horas en el Anfiteatro de Bellas Artes, con acceso gratuito y aporte voluntario a la gorra. La versión sonora se podrá escuchar en línea entre el 3 y 19 de diciembre por teatroamil.TV.
–¿Cuándo descubriste esta obra y cuál es tu propuesta de adaptación y dirección? ¿Qué mantuviste del texto original y qué cambiaste?
–Hace unos años me invitaron del Centro GAM para hacer una lectura dramatizada en espacios de la ciudad, y ahí conocí la obra. En otros momentos se me presentó la idea de montarla y no resultó. El elenco de esa lectura era casi el mismo que ahora. Hoy este texto aparece en un contexto de radioteatro, que me hace mucho sentido tanto por el año de escritura (1937), la temática y el contexto en el que vivimos. Lo primero que tuve que hacer es sintetizar la obra, antes se escribían en muchos actos y cuadros, y las personas hablaban más largo. En esa síntesis prioricé dos cosas: la precariedad del teatro y la precariedad de las relaciones.
–¿De qué manera la obra se conecta con la realidad actual que está viviendo el mundo teatral?
–“Casimiro” es una obra sobre el sueño del arte, sobre el oficio de ser actor, y lo precario que es nuestro trabajo tanto económica como emocionalmente. Y este año nuestro rubro se ha visto tan vulnerado, que hay una cierta desesperación por sobrevivir con aquello a lo que nos dedicamos. La relevancia de visibilizar la cultura y el teatro hoy me parece importante, fundamental y urgente.
–Imagino que la versión de radioteatro que preparaste a partir de esta obra surge a propósito de las limitaciones provocadas por la pandemia y la necesidad de llegar a más público.
–Sí y no. Trabajo en la radio hace un par de años y este encuentro con la voz ha sido muy importante para abrir las posibilidades de la expresión. La aparición del podcast y sus posibilidades te diría que también fue fundamental, la idea de que alguien pueda ir en la micro escuchando una obra de teatro es maravilloso. Y por otra parte, lo que tú me dices, mover los proyectos, adaptarnos a las posibilidades para generar instancias de reflexión y de trabajo para los compañeros.
–¿Te gustaba desde antes el formato del radioteatro?
– Lo conocía poco, no tengo el recuerdo de escucharlo en la radio, todo mi recuerdo de niña de radio es la Beethoven. Pero este año comencé a hacer un podcast de cuentos infantiles para la Radio Concierto y he tenido que jugar con la voz y lograr entender el lenguaje de transmitir imágenes y acciones a través de la voz. Es alucinante lo que la voz puede lograr en la narración, es otro espacio de sentidos y, por lo mismo, muy desafiante.
–¿Cómo vislumbras el futuro del teatro en medio de la pandemia?
–Justo me pillas en un momento en donde estamos preparándonos para estar en vivo, y apareció como una sorpresa. Creo que el gran problema que existe es lo peligroso que se ha planteado una sala de teatro (no así las micros, el metro, etc) versus la escasez de teatros y lo chico que son para aforar en 50%. Es urgente generar soluciones espaciales para poder ejercer nuestro trabajo.
–¿Te emociona volver al teatro presencial, el contacto con el público, el aplauso?
–Totalmente. Necesito estar con mis compañeros en ese espacio tan indescriptible que es hacer una obra de teatro en conjunto, la experiencia de reunirse a contar una historia que provoque algo como objetivo principal es tan maravillosa que, a ratos, la necesidad es angustiante. Y, por otra parte, sentir que el trabajo de uno es posible ejercerlo. Ha sido muy doloroso estar a la cola de todo, a la deriva. Uno extraña lo que ocurre, pero también se hace urgente poder mantener a nuestras familias: está el teatro y su belleza, y está la realidad.
–Cuál es tu opinión respecto a las declaraciones de la ministra de Cultura sobre el presupuesto para su cartera: “un peso que se coloque en Cultura, se deja de colocar en otro programa o necesidad”.
–Sin comentarios. Me da la sensación de que siempre ponen personas que no son capaces de defender la importancia de su cartera: la cultura es fundamental y debería ir entrelazada con la educación. Somos cultura, y lo más doloroso es que internet y las redes sociales a ratos atentan contra la profundidad y el tiempo que requiere la creación, y pareciera que lo online debe resolver algo que debe venir del ministerio. Siento que la ministra ha sido por decir lo menos, pusilánime e indolente.