Entrevista Pía Gajardo Fotos @Ozcar M&H Tyare Dreyer Styling Matthew Amengual
Se casó en pandemia y su madre se contagió de Covid-19, una situación con la que pasó un gran susto. Este actor de 34 años –que interpreta a un papá separado a cargo de su hijo en la teleserie Edificio Corona– también habla aquí de su música y del polémico momento en que tuvo que contestar una pregunta sobre el aborto, en pleno debate de las tres causales.
El actor y músico Nicolás Oyarzún (Viña del Mar, 1987) lleva unos diez años haciendo teleseries: debutó en Infiltradas (2011), siguió con Perdona nuestros pecados (2017-2018) e Isla Paraíso (2018-2019), entre otros proyectos, y hoy es uno de los rostros más queridos de la televisión. Su papel de un padre separado a cargo de su hijo en Edificio Corona (Mega) es un éxito y a él lo tiene muy motivado, sobre todo porque él se considera distinto al personaje.
Esta entrevista se hizo un par de semanas antes de que la Región Metropolitana entrara a cuarentena total y que Nicolás lanzara su primer EP como solista, La Salida. La cita se realizó en el Hard Rock Café del Costanera Center, para conectarnos con uno de los mundos que más le apasionan: la música. Con mascarillas, distanciamiento social y los cuidados pertinentes a la crisis sanitaria.
“El bicho me lo tomo en serio”, dice enfático Nicolás. “No salgo mucho, trato de cuidarme. Mi familia estuvo con Covid-19. Yo no, pero mi mamá estuvo hospitalizada y pasamos susto, entonces creo que cuidarme es mi granito de arena para aportar a lo que está pasando en Chile, porque mucha vacuna hay, pero se están acabando las camas”, advierte este actor, que en el último tiempo ha tomado dos grandes decisiones en su vida: casarse con su polola desde hace más de cuatro años –a quien no quiere exponer para no “pasar malos ratos”– y dejar su banda Mercali, en la que participó desde 2018.
–Del tiempo que estuviste en Mercali, comentaste que te frenaba el hecho de que dijeran “este loco quiere hacerlas todas”. ¿Sigues con ese miedo? ¿Cómo lidias con la inseguridad?
–El proceso de encierro por obligación que tuvimos en 2020 generó muchos cambios en mí. Siento que ya no estoy dispuesto a preocuparme por cosas que me preocupaban antes; esto es lo que soy y al que le molesta ya es problema de él. Con Mercali pude recorrer Chile, fue un privilegio, pero era como “ya, eres actor o músico”. En este país se castiga mucho el concepto de ser multidisciplinario. Ahora trabajo solo, en canciones para mí. Antes que cualquier cosa, me gusta hacer canciones para mí. Me sirven como un diario de vida, porque después las escucho y veo las cosas que me han pasado en su momento.
–Estás en Edificio Corona de Mega, con el papel de Pablo Arancibia, un papá separado que se hace mayoritariamente responsa- ble de su hijo. ¿Cómo es reflejar esa “otra cara” de la crianza?
–Me parece bien mostrar ese ejemplo, que no es tan común, y me parece mal que a su vez no lo sea. Tengo la sensación de que las cosas deberían equipararse, que el día de mañana se pueda saltar de “papitos corazón” a “papitos responsables”. Que también tengan la custodia de sus hijos y que las mujeres que se separen puedan desarrollarse laboralmente. Y si no tienen las condiciones para estar con sus hijos y el papá sí puede, bueno, que él se haga cargo. También me pa- rece interesante el conflicto de él (su personaje), porque no quiere que le quiten a su hijo. Me gusta interpretarlo porque no estoy de acuerdo con él: los hijos no son cosas. No es como “es mío y no te lo paso”. El niño tiene derecho a compartir con ambos padres.
–Edificio Corona es un éxito. ¿Qué se siente ser parte de un nuevo fenómeno televisivo?
–Mentiría si te dijera que no influye, porque cualquier espacio o creación artística quiere ser visto, ese es su fin, nace para compartirse y es rico que el trabajo de uno, de tus compañeros y de tu equipo en general tenga una recepción. Si es positiva, mejor aún. Ahora, si no fuese así, el compromiso por el trabajo sería el mismo. Siempre he tenido un conflicto con la palabra éxito: creo que el éxito tiene que ver con existir, es tan hacia afuera… Y con lo que me muevo es con la satisfacción, con el cómo me siento con lo que estoy haciendo o con lo que está pasando, con lo que le pasa a la gente con lo que hago.
–¿Cómo es estar entre el cariño de la gente y tener que vivir con el “me puedo sacar una foto”?
–En general es bastante amigable, pero claro, hay situaciones excepcionales que me han pasado. Por ejemplo, estar sentado en la mesa de un restaurante y que venga y se siente alguien. Una vez me pasó que estaba en el aeropuerto comiendo solo en una mesa y llegó un gallo, me abrazó, me puso el celular en la cara diciéndome “tú sigue comiendo”, y esas situaciones igual a uno lo violentan, uno se siente pasado a llevar, porque quizás no logran entender que uno es igual a ellos. Pero en general no tengo ninguna queja, la gente es bastante amigable y se acerca desde la buena onda. Ahora, en esta teleserie en particular, eso de “una foto, una foto” no pasa tanto, por el hecho de que estamos en pandemia.
A mediados de 2020, Nicolás tuvo una gran oportunidad: protagonizar El amor en tiempos de pandemia, del psiquiatra y guionista Marco Antonio de la Parra, que se estrenó por streaming y se desarrolló en formato sitcom, con entregas por capítulo. “Fue un salvavidas y una linda experiencia”, recuerda. El productor Marcos Alvo (The Cow Company) le extendió la invitación, como Nicolás dice, “de primero volver a actuar”; lo segundo fue trabajar con De la Parra, con Camila Hirane (su coprotagonista) y muchos actores que estuvieron semana a semana invitados.
–Desde un lado muy generoso, Marco Antonio de la Parra empezó a concederme un espacio en la dramaturgia, que a mí es algo que siempre me ha gustado: escribir. Encontrarme con ese espacio fue muy bonito, porque fue lo que siempre me movilizó en la Escuela de Teatro. No sé si lo hago bien o lo hago mal, pero me encanta.
LOS NICO DE TODAS LAS EDADES
Si bien hasta hoy solo ha cosechado éxitos, Nicolás no ha estado ajeno a las críticas y, sobre todo, a la autocrítica. Uno de sus momentos más cuestionados salió a flote hace un par de meses, cuando todas las miradas se volcaron hacia unos dichos que el actor emitió hace tres años en el programa Más Vale Tarde. En esa oportunidad se refirió a un tema delicado y en discusión: el aborto.
–En 2017, dijiste que creías que Chile estaba encaminado hacia la libertad de expresión, pero hoy se te sigue juzgando por tus dichos sobre el aborto. ¿Crees que ese estar “encaminado” en realidad nunca existió y estamos igual que hace tres años?
–Hace un tiempo que no me critican… Sigo creyendo que Chile es un país en vías de libertad de expresión. Estamos en medio de una crisis y siempre las crisis tienen que ocurrir para que hayan cambios. Creo que eso es positivo. Pero lo que me pasa a mí, y lo que en ese momento me complicó, es que muchos no se dan cuenta que las revoluciones están hechas para cambiar; hay que “convencer al enemigo”, no abrazar al amigo. El mundo se cambia convenciendo a la gente de que tu pensar es el correcto y cuando di esa entrevista en Más Vale Tarde, en medio de la discusión sobre el aborto en tres causales -la recuerdo porque estaba con la polera de Thom Yorke, porque después me iba al concierto de Radiohead – me pusieron en una interrogante personal: si mi mujer quisiera abortar por un trabajo. Ahora pienso: “qué trabajo te exige abortar”, pero bueno… Di mi respuesta y se formó toda una revolución tras ello… Porque después pasaron muchas cosas, cosas que escuché, cosas que logré ver y entender. Finalmente me modifiqué, y estoy muy orgulloso de eso. Ojalá cambien muchos más. Eso hace para mí que una revolución sea un éxito. Todos los días, los hombres tenemos el trabajo de lograr sacarnos el patriarcado. Estamos criados así igual. Además, soy una persona convencida de que las personas cambian sus discursos, y si eso no pasa es porque no estás escuchando al otro.
–¿Qué contestarías si ahora te hicieran la misma pregunta?
–Mi respuesta sería totalmente distinta. Hubo manifestaciones, aparecieron los pañuelos verdes, un Chile que en lo personal no había visto, con un sinfín de argumentos que me parecieron bastante lógicos. Actualmente mi postura es absolutamente distinta, al punto que creo que como hombre no tengo que opinar sobre el aborto.
–¿Qué le dirías al Nico del pasado?
–Voy a comentar una infidencia, porque creo que muy poca gente de mi círculo cercano lo sabe. Yo suelo, podríamos decir que de manera trimestral, escribirme un mail, y lo hago desde los 15 años. Y siempre trato de ir leyéndolos y en algunas ocasiones he traicionado a ese Nico de los 15 años, de los 20 años, y en otras situaciones también creo que me he hecho cargo de los sueños de esos Nico. Creo que he modificado mañas, pero si pudiera hoy pararme al frente de ese Nico de los 15 años, más allá de lo que yo le dijera, estaría preocupado de lo que él me dijera a mí. Espero estar a la altura. Creo que no, pero viene muy de cerca la recomendación. Me encantaría poder pararme frente a los Nico de todas las edades, que me juzguen, pero ojalá no haberlos defraudado. Igual siento que no tengo por qué pedirles perdón, porque he tratado de llevar mi vida de forma bastante coherente.
El actor dice que se ha equivocado, y con eso ha aprendido.
–De hecho, me encanta equivocarme, es la mejor manera de aprender. Pero me considero un buen tipo. Creo que ser buena persona, me da la sensación. Es como si fuera un mérito, pero yo creo que es una obligación ser buena persona. Me considero una buena persona, pero quién sabe, que lo diga el Nico de los 15 años (ríe).
–Un consejo para el Nico del futuro.
–Le diría que no se traicione, que no se preocupe de lo que piensa la gente y ojalá se dé cuenta, como yo tengo esta sensación ahora, de que los sueños son más simples de lo que uno cree; están en cosas más pequeñas. Esto va a sonar súper falso de mi parte, pero mi sueño no es ganarme un Oscar, mi sueño tiene que ver con espacios emocionales. Es tener una vida sin tanto sobresalto; encontrar la paz. Soy un tipo que se conecta fácilmente con la felicidad y no me gustaría desconectarme de ahí. Y si me llegara a pasar, Nico de los 40 años, baja un cambio y cierra los ojos.
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