Revista Velvet | #MalasMadres: Creo que quiero el divorcio
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#MalasMadres: Creo que quiero el divorcio

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#MalasMadres: Creo que quiero el divorcio

POR Vanina Rosenthal | 07 julio 2020

El mes que viene cumplo 19 años de casada. Veinticuatro años juntos contando los seis de novios. Más de la mitad de mi vida. Y nunca, ni en los primeros meses del máximo enamoramiento, ni mientras éramos compañeros de universidad, ni cuando trabajamos juntos en el diario, ni en vacaciones, habíamos pasado tanto tiempo viéndonos las caras. Esto es, francamente… nuevo. Y desesperante.

Sé que me saqué el Kino. Que si hace 20 años me hubiesen dicho que tenía que elegir a alguien para pasar una pandemia encerrada con dos hijas adolescentes definitivamente lo habría elegido a él, pero díganme que no soy la única que no soporta esta nueva normalidad con convivencia 24/7 real. 

Imagino que estar separada en cuarentena debe ser un culo. Que trasladar hijos es un riesgo, tengo una amiga que se contagió coronavirus de la ex de su actual y todo es mil veces más difícil, triste y complejo… pero llevo más de cien días rodeada de gente. Gente que amo. Gente por la que mataría. Pero gente que habla, grita, se queja, opina, tiene hambre, y que me encantaría no ver ni escuchar por al menos un par de días. Quiero divorciarme de todos los que viven conmigo y ‘cuarentenear’ en pelotas dejando los platos sucios de un día para el otro sin que nadie me diga nada. Sin que nadie me recuerde que hay que subir las tareas a la plataforma y grabar no sé que mierda para arte.

Quiero cerrar la puerta de mi pieza y que parezca un sauna y que el resto de la casa sea el Polo sur y que no me importe, porque no quiero compartir mis metrobolsas con nadie.

Está bien estar mal. Está bien colapsar. Está bien mandar a todos a la mierda, incluso a los que amamos (sin exagerar). Lo que no está bien es tener que fingir que uno es la happy family en cuarentena porque por más que estemos cocinando, compartiendo, jugando Dixit, y poniéndole garra, esto está lejos de ser un buen momento. Es un momento del orto al que le estamos tratando de poner onda.

En el mundo hay como una avalancha de divorcios y más allá de la humorada de esta columna, la verdad es que todavía creo en el amor para toda la vida a pesar de que vamos a tener que saber remontar estos meses de querer asesinarnos (no es literal). Lejos de ser una luna de miel, esto es más bien una luna de mielda.

Es verdad que veníamos con un ritmo de vida muy acelerado, que necesitábamos reencontrarnos y pasar más tiempo juntos. Pero los extremos nunca son buenos y esta no es la excepción. Yo necesito un poco de distancia social, pero de los que viven en mi casa.

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