Es lujo excéntrico pero también tradición, arte, gastronomía, aventura, arquitectura, multiculturalidad. Una ciudad vibrante y cosmopolita, que nació hace solo 50 años como un espejismo en medio del desierto.
Hace seis meses llegué a vivir a esta ciudad de la que solo había escuchado sobre sus lujos y extravagancias. Cajeros automáticos que entregan lingotes de oro, rascacielos imponentes que confirman su título al superar las nubes, exclusivos restaurantes con precios estratosféricos e ingredientes como oro de 24 quilates, autos de lujo en cada esquina… Esos fueron solo algunos de los clichés que inundaron mi cabeza antes de llegar hasta acá, y que forman parte del imaginario colectivo cuando se piensa en Dubái, la capital de su emirato homónimo. Pero ¿qué es mito y que es realidad?
Lo cierto es que la mayoría es realidad. Su suntuosidad es innegable, pero la idea de que Dubái es solo lujo y excentricidad se queda extremadamente corta para una ciudad con TANTO más que ofrecer. Siempre innovadora, multicultural y futurista, Dubái tiene tantas versiones como tipos de viajeros; la clave está en decidir qué es lo que quieres obtener de este destino dispuesto a dártelo todo y a superar cualquier cosa que hayas imaginado.
DE ZOCO EN ZOCO POR DEIRA
A pesar de que recién, el 2 de diciembre del 2021, Emiratos Árabes Unidos celebró 50 años desde su fundación –en 1971 se declaró la unión de los 7 emiratos que lo componen–, su historia es mucho rica y profunda. Y para conocer ese lado más tradicional, lo mejor es visitar los antiguos zocos en Deira, el barrio más antiguo de la ciudad.
Sus estrechas callecitas con olor a azafrán y canela muestran la cara más viva del comercio arábico, con puestos colmados de productos, entusiastas vendedores que van al ‘acecho’ de los turistas (ojo: acá el regateo es la norma) y un festival de aromas y colores gracias al incienso, especias, sedas y alfombras. ¿Algunos imperdibles? Cruzar el río Dubái Creek en abra, una embarcación tradicional de madera que solo cuesta 1 dírham (aproximadamente un cuarto de dólar); recorrer los zocos de telas, especias y oro; y hacer una parada en el Arabian Tea House, para cautivarse por la exquisita gastronomía emiratí con platos como el mezze o mutabal, dulces a base de dátiles y bebidas como el té Chai zan-ja-beel o el intenso café arábigo. Siguiendo la ruta de los zocos, otro barrio imperdible es Al Bastakiya, un conjunto de edificios rehabilitados que reflejan el pasado más auténtico de Dubái, mucho antes que el petróleo y el turismo la transformarán en la megalópolis que es hoy.
COSMOPOLITA Y MULTICULTURAL
En Dubái solo el 12% de su población está formada por emiratíes. El 88% restante lo componen extranjeros de más de 200 nacionalidades, que llegaron atraídos por su gran oferta laboral. Por eso, pesar de ser una ciudad musulmana, es extremadamente tolerante con otras culturas. Acá no tendrás problemas para tomar alcohol en un bar, o en el caso de las mujeres, no es necesario cubrirse. Además, Dubái cuenta con el título de ser una de las ciudades más seguras del mundo, ¡prácticamente no existen crímenes o delitos!
Para vivir sus múltiples experiencias urbanas, hay que preparar la cámara y lanzarse a recorrer la que ha sido definida como una de las ciudades más ‘instagrameables’ del mundo. Spots hay de sobra: ya sea el mirador del Burj Khalifa, a 555 metros de altura; la playa Jumeirah con la silueta del icónico hotel Hotel Burj Al Arab de fondo (el único con 7 estrellas en el mundo); la espectacular fuente de agua del Dubai Mall; Aura Skypool, la piscina infinita de 360° más grande del mundo Y con vistas a la emblemática isla artificial Palm Jumeirah, o cualquier esquina del Down Town, donde los edificios compiten magistralmente en extravagancia y originalidad.
Si hay algo que a Dubái le fascina, y que hace muy bien, es ostentar el logro de “el más… (grande, alto, moderno, costoso, etc.) del mundo”. Y se ha tomado el desafío en serio, convirtiéndose en la ciudad con más Récord Guinness del mundo. ¿Algunos de sus récords? El Burj Khalifa, el edificio más alto del planeta, con 828 metros de altura; la noria más grande y alta, Dubai Eye, con 250 metros de altura y 48 cabinas; el centro comercial más grande Dubai Mall, con 1.200 tiendas y restaurantes; el jardín de flores más grande y el hotel con más estrellas, por nombrar solo algunos de la extensa lista. Por algo el jeque de Dubái, Mohammed bin Rashid Al Maktoum, ha dejado muy claro que la palabra ‘imposible’ no está en su diccionario.
LA JOYA DEL DESIERTO
Para descubrir la cara más salvaje y aventurera de Dubái hay que alejarse de sus luces, pero no demasiado. Porque, aunque su modernidad puede hacernos olvidar que estamos en medio de unos de los desiertos más grandes del mundo, basta con tomar un poco de distancia para recordarlo.
Lo mejor es reservar un tour por el día o pasar la noche en alguno de sus tradicionales campamentos beduinos. En medio de la abrumadora inmensidad del desierto, se pueden hacer actividades como un safari 4×4, paseos en camello, rally por las dunas o ver espectáculos tradicionales. Además, la puesta de sol, que tiñe todo de rojo intenso, es un espectáculo inolvidable.
Flanqueada a un lado por las aguas del Golfo Pérsico y al otro por la inmensidad del Desierto Arábigo, Dubái se alza como un vibrante oasis de modernidad, lo más cerca que se puede estar del futuro. Seis meses después de llegar a vivir a esta ciudad de la que solo conocía clichés, no dejó de sorprenderme con todas sus versiones. Se le ha llamado la ‘ciudad del lujo, ‘de los récords mundiales’, ‘del oro’, ‘inventada’, pero es imposible encasillar lo que evoluciona constantemente, y Dubái nunca se detiene. Lejos de las etiquetas, la metrópoli de los Emiratos Árabes tiene todo para ser un título por sí sola. ¿Lo mejor? No importa cuáles sean tus expectativas, Dubái siempre las supera.