El escritor y guionista británico Julian Fellowes ha hecho de su carrera una suerte de estudio social en profundidad de las costumbres y tradiciones de la Inglaterra post victoriana, que tuvo su máximo fulgor y el comienzo de su decadencia para el tiempo de las guerras mundiales que azotaron la primera mitad del siglo XX. Fellowes es un estudioso de las maneras que retrató de perfecta manera en Gosford Park, la cinta de Robert Altman, que era una suerte de juego de Clue, tocando una tecla muy en la Agatha Christie, donde se mezclaba este estudio social de “los de arriba” -los patrones-, y “los de abajo”, los sirvientes. En estos dos submundos que cohabitaban y se comunicaban a través de particulares reglas, Fellowes se alzó como ganador del Oscar al Mejor Guion Original por este espectacular filme con un elenco inglés de lujo y aprovechando su fama escribió un par de novelas como Snobs y Belgravia, esta última que también tuvo su versión televisiva aunque sin gran éxito, y que profundizan en esta vida social de antaño, una era dorada llena de flema británica y maneras propias de una época.
Pero el gran golpe a la cátedra lo daría en 2010 y las siguientes seis temporadas de la inolvidable Downton Abbey, un fresco familiar de un clan llenos de Lords y condesas en un castillo en las afueras de Londres, donde se nos quería contar la vida de los Grantham, sus tres hijas, sus amores, costumbres, el humor que tenían y sobre todo su siempre bonachona actitud con su servicio doméstico, un grupo de personajes adorables en su mayoría, que ayudaron a sumar drama y emoción a esta producción que ya suma 15 Emmys a su haber y unos cuantos Baftas en la categoría de televisión. Una serie que superó records de audiencia y que instaló la fórmula de los capítulos especiales de Navidad, que se estrenaban el mismo día festivo, con una larga duración especial y que venían a complementar el devenir de la misma historia.
Hoy Julian Fellowes está abocado a la escritura de The Gilded Age, su nueva creación y que ya aseguró una segunda temporada en HBO Max. La historia sigue los mismos parámetros de época que es lo que lo convierte en un creador coherente y ya casado con un mundo propio. La historia de The Gilded Age abandona la isla británica y traslada su acción al otro lado del charco, en Estados Unidos, lugar donde se fraguan el desarrollo de la electricidad, del ferrocarril y la emancipación de las mujeres. Y aunque esta nueva creación pasa la prueba dándonos lo que esperamos de un producto así, después de ver este retorno de Downton Abbey a la pantalla gigante, queda claro que estamos ante una ficción muchísimo más sólida, que se para en sí misma, con personajes, tramas y conflictos mejor dibujados y más sustentables que su actual intento para el streaming.
Es necesario destacar que, a su favor, tiene un elenco afiatado, que ya se conoce de memoria, Son personajes cómplices, que al igual como ocurrió en su momento con Mad Men, no se notan impostados ni disfrazados de los roles que interpretan, sino que parecen vivir la época y el momento en el que se mueven. Esto cobra especial sentido en el personaje de Maggie Smith, como la condesa viuda de Grantham, el gran dueño de todo esto, padre de Robert Crawley, interpretado por Hugh Bonneville, que es el gran pater familia de esta historia. Maggie Smith es la piedra angular de esta ficción. En su personaje está quizás concentrado todo el espíritu de esta serie ahora convertida en saga fílmica. Y en esta secuela para el cine, su personaje vuelve a ser central, porque el misterio está en una gran y lujosa propiedad en la costa azul francesa que la Condesa Violet hereda de un supuesto antiguo romance de juventud y que ella decide dejárselo de herencia a su bisnieta, hija de Sybill, una de sus nietas que muere muy al comienzo de la serie.
Downton Abbey: Una Nueva Era comienza con un matrimonio y termina con un funeral. En el intertanto de las poco más de dos horas de duración de esta película pasa de todo. O al menos como espectadores y seguidores de la serie, somos parte de situaciones emotivas, divertidas, todas llevadas por un componente de amable misterio que es el que explicamos en el párrafo anterior. Cada una de estas películas es la excusa para encontrarnos con los personajes que queremos en aquella época y con el telón de fondo de este castillo que en esta oportunidad será usado como locación para una película muda. Y ahí hay razones para muchos chistes de época, que tienen que ver con la vida de estos personajes y cómo ven al cine y sus estrellas; también del paso del cine mudo al sonoro que dejó sus consecuencias para la industria. Todos elementos que si bien son tratados al pasar, están contenidos y hace de esta película un grato espectáculo digno de ver. Una secuela que, como rara vez sucede, está por sobre su primera parte, esa que contaba la visita repentina del Rey Jorge V pero donde no había mucha más anécdota que esa. Acá hay muchos más elementos y eso la vuelve más disfrutable y atractiva.
Downton Abbey: Una Nueva Era se estrena este jueves en todos los cines del país.