Desde el 2018 con el estreno de Spider-Man: Into the Spider Verse, que el Universo Marvel encontró la gallina de los huevos de oro bajo la excusa de extender y ampliar su mundo de superhéroes hasta el infinito y lo que vimos posterior a Avengers: Infinity War, la que suponía era el cierre definitivo de una primera etapa de toda esta historia, es justamente la ampliación de este campo de batalla hacia el terreno de lo que denominamos como “el multiverso”, o dicho en fácil, los múltiples universos donde se pasean estos personajes que ahora podremos verlos en versión joven y más adulta, con uno u otro actor (ya fuimos testigos de ese encuentro entre Andrew Garfield, Tobey Maguire y Tom Holland en la última parte del héroe arácnido), en versiones héroes o incluso villanos del mismo personaje, además del cruce de ellos mismos dentro de este gran universo. O sea, y esto tómelo como un tímido y disimulado spoiler, que no le asuste si en una de estas películas aparece de la nada, algún personaje de X-Men, por solo nombrarle alguno de todo este gran catálogo, porque esto ahora va de eso: del cruce de personajes, de umbrales en el tiempo y en el espacio que se abren y se cierran, donde todos interactúan. Y así las instancias parecen nunca agotarse y los límites se vuelven cada vez más invisibles.
Esta nueva regla en el juego puede que nos confunda y nos maree. A estas alturas hay que saber entrar a este gran parque de diversiones. Un recinto lleno de atracciones pero que de todas se sale con la misma sensación: como de haber sido inmersos en una centrífuga de momentos espectaculares que se olvidan apenas nos bajamos del carro. O nos ponemos de pie en la butaca, como en este caso. Lo cierto es que hay que ser fan y seguidor de esta saga de películas para disfrutarlas a cabalidad. En la función para la prensa a la que asistimos, el contingente millenial de espectadores gritaba y aplaudía cuando aparecen estos personajes de otras historias, con actores siempre atractivos, que anuncian futuros nuevos títulos que solo harán estirar este chicle y los millones de por medio. La compañía Disney, dueña de toda esta franquicia, pone limitaciones a los asistentes a estas funciones de pre estreno, como el requisamiento de los teléfonos móviles para que no se filtre ni la más mínima imagen y así no se cuelen las sorpresas. Porque a este juego nos tiene acostumbrado Marvel: a la sorpresa, al güiño pop, al chiste con memorabilia. El truco es evidente, un ritual acostumbrado, que de tan sorpresa deja de tener sorpresa. Y así, consumimos Doctor Strange y el Multiverso de la Locura, o cualquiera que venga, como una buena hamburguesa y al terminar -o incluso antes- estamos pensando en la siguiente. Porque sabemos que la comida rápida genera hambre igual de rápido. Pero vamos a ver de qué va esto, en lo poco que podemos contar de su historia.
En este multiverso, el mago sicodélico con estética de carátula de disco de Yes o Iron Maiden, interpretado por el muy hábil actor inglés Benedict Cumberbatch, se mueve como pez en el agua, entrando y saliendo de portales, al futuro, al pasado, o simplemente a otros universos paralelos durante el mismo tiempo, teniendo esta vez a una villana de turno de gran categoría. Se trata de Wanda/Scarlet Witch, directamente proveniente de la exitosa serie de Disney Plus, WandaVision, y encarnada estupendamente por Elizabeth Olsen. Ya habiendo visto la serie, los entendidos sabían que este cruce de personajes era lógico y natural. Incluso a veces pareciera que estuviésemos en una película donde ambos personajes comparten el mismo protagonismo, regalándonos Wanda momentos perfectos que se mueven entre una película de Drácula, con las brujas de Disney e incluso con algún guiño a la Carrie de Brian de Palma. También hay una chica mexicana de nombre America, con súper poderes no desarrollados, que aparece en los sueños del Doctor Strange y luego en realidad en uno de estos multiversos donde deambula, y a la que tiene que proteger y acompañar, porque esta bruja Wanda la persigue en paralelo por los diversos universos. Algo así. Y es que todo es así de incomprensible, pero pareciera no importar nada, todo está armado aquí en pos del espectáculo, de secuencias de acción que la vuelven efectiva como película de aventuras. Pero cuya trama y personajes, por lo volátiles que son a propósito de estos multiversos donde van, vuelven, aparecen y desaparecen, hacen que todo lo que intentan contarnos dé un poco lo mismo. Porque si alguien muere sabemos que podría revivir en la misma película, o en un futuro o en otro universo. El objetivo es alargar la entretención a costa de dejarnos, a la larga, fríos e insensibles, pero siempre con ganas de más. No sabemos de qué, pero de más.
Doctor Strange y el Multiverso de la Locura se estrena este jueves 5 de mayo en todos los cines del país.