Cada vez son más las personas que se preocupan de su estado físico, y para ello, tener buenos hábitos es fundamental. Sin embargo, algunos de ellos pueden jugar en contra cuando se trata de mantener un peso saludable.
Por más que parezcan inofensivos, el estrés, el agotamiento, las pastillas para alergia, las porciones de comida y el horario en el que lo hacemos, entre otros, influyen y mucho.
Por su parte, otros recurren a dietas restrictivas, imposibles de mantener en el tiempo y que tampoco aseguran bajar de peso rápidamente, por lo que suelen abandonarse al poco tiempo.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), aproximadamente una de cada ocho personas en el mundo tiene obesidad, yn número que en adultos se ha duplicado y en adolescentes se ha cuadruplicado.
Para evitar llegar a niveles poco saludables, los experto advierten sobre ciertos hábitos que aumentan de peso, pensando que son inofensivos. La especialista en obesidad y académica en NYU Langone Health, Alexandra Sowa, explica que a muchos les pasa que se suben a la pesa, siguiendo algún plan alimentario, y de repente ven que pesan más. “Lo más probable es que haya algo en tu vida que haya cambiado lo suficiente como para marcar la diferencia, pero no tanto como para que lo notes”, sostiene.
Es normal que las personas puedan tener cuadros de estrés por alguna situación de su jornada laboral, estudiantil o personal. Pero lo que muchos no saben es que este aumenta las hormonas grelina y cortisol, lo que hace que aumente el apetito y provoque antojos de carbohidratos, lo que a su vez reduce la hormona leptina, que ayuda a sentirse saciado.
El estrés y la falta de sueño provocan una serie de cambios a nivel hormonal, lo que altera el metabolismo y, por ende, a la sensación de hambre y saciedad. Por lo tanto, es clave cuidar la higiene de sueño.
Un estudio realizado por la Universidad de Yale confirma que hay una relación directa entre el uso regular de antihistamínicos y la obesidad. ¿La razón? Como algunos de ellos causan somnolencia, puede bajar la energía y, por lo tanto, la probabilidad de moverse y hacer ejercicio.
Además, si bien aún no hay estudios consistentes, algunos expertos coinciden en que las histaminas, sustancias químicas producidas por el sistema inmunitario para combatir los alérgenos, influyen en el control del apetito, por lo que los antihistamínicos podrían hacer que comas más. Así lo sugiere Tirissa Reid, especialistadel Centro Médico de la Universidad de Columbia y miembro de la Junta Americana de Medicina de la Obesidad.
En este caso las porciones sí importan. Y de acuerdo a una investigación de la Universidad de Liverpool, grandes cantidades afectan el peso.
Los expertos afirman que los estándares de la FDA (la Administración de Alimentos y Medicamentos de los Estados Unidos) sobre cuántas ‘porciones’ hay en un paquete de comida se basan en la cantidad de comida que realmente come la gente y no en la cantidad que debería comer.
Es normal que a veces el día nos gane y las horas de comer sufran modificaciones. Y cuando eso ocurre, solemos caer en el picoteo entre horarios de comida, algo directa perjudicial para la salud. De ahí la importancia de intentar mantener los horarios.
