Por Alonso Cantuarias Rubio – Gerente General Sergio Escobar

El segundo mejor año de la historia de la industria automotriz. Así era pronosticado el 2019 precedido por un histórico período del mercado de venta de vehículos nuevos en 2018. Los analistas no se equivocaban y esperaban cifras que se acercarían las 390 mil unidades comercializadas. Todo iba bien hasta agosto y septiembre como es costumbre, ya que son los mejores meses de la industria. Sin embargo, tras los acontecimientos posteriores al 18 de octubre, la incertidumbre y la violencia marcaron un oscuro derrotero de pesimismo e inestabilidad para todas las actividades económicas, pero especialmente en aquellos que dependemos del flujo de clientes en nuestras salas de ventas y en decisiones de compra de mediano plazo. 

De esta manera, el comercio sintió el golpe y el temor se hizo patente con reducción en ventas de manera dramática, de lo que no estuvimos inmunes. No obstante, el estallido social nos planteó el desafío de reinventarnos y generar nuevas estrategias, golpeados también con el alza del tipo de cambio que tocó techo, condicionando importaciones y precios que no ayudan a las decisiones de compra de bienes durables. 

A pesar de este escenario adverso, la industria automotriz es un rubro flexible, dinámico y que se adapta a los cambios del entorno, y este último trimestre no fue la excepción para una actividad que empuja el carro del consumo y la actividad económica del país, a pesar que las expectativas de cierre de año eran más auspiciosas. 

Finalmente, las proyecciones 2020 serán con los pies en la tierra, con un stock de vehículos acorde al valor del dólar, principal factor de las perspectivas de mercado; y el nuevo escenario que ajusta las cifras de crecimiento, aunque confiados en lo pujante de una industria que en 2019 tuvo un inesperado freno de mano.