Revista Velvet | Tiqui Atencio: “Coleccionar es un viaje, una trayectoria de vida”
Cultura Pop

Tiqui Atencio: “Coleccionar es un viaje, una trayectoria de vida”

Tiqui Atencio: “Coleccionar es un viaje, una trayectoria de vida”
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Tiqui Atencio: “Coleccionar es un viaje, una trayectoria de vida”

POR equipo velvet | 22 agosto 2021

Por Juan Yarur

Imposible olvidar la imagen de esta elegantísima mujer bajándose de un bote para visitar la Bienal de Venecia o de su taxi para entrar al hotel, hablando en perfecto italiano y con su pelo moviéndose con el viento. Es como mirar una divinidad, una cosa de una perfección increíble. Elegante y culta, Tiqui Atencio, venezolana, es antes que nada una mujer interesante y fabulosa, muy conocida en el mundo del arte: es una coleccionista de renombre a nivel global y además es miembro del patronato del Guggenheim en Nueva York, presidenta del Comité Internacional de la Tate Modern de Londres y miembro del patronato de la Fundación Tate Americas del mismo museo británico de Arte Moderno. Además, ha escrito dos libros: en 2016 publicó Could have, would have, should have: Inside the world of the art collector, y el año pasado lanzó For art’s sake: Inside the homes of art dealers. Compré los dos y me parecieron fantásticos, muy lindos. Y, según me contó, ya tiene otro en mente.

Conocí a Tiqui cuando entré por primera vez a un comité de arte. No me acuerdo bien hace cuántos años fue, pero sí recuerdo que en esas reuniones en el Tate de Londres, ella fue siempre muy amorosa conmigo, muy cálida, muy cercana. Le encantaba esto de que yo fuera muy joven. Me dijo que me iba a llevar muy bien con su hija y así fue: hoy Adriana es una de mis grandes amigas.

En esta entrevista comenzamos por hablar sobre los comités de arte, un tema que para Chile es muy nuevo y del que a mí siempre me preguntan mucho.

“Mi primer board fue en el Guggenheim, hace yo diría que casi 20 años. Me contactaron para ser parte de este grupo que se dedica a crear una mejor colección o incrementar la existente y así mejorar un poco la posición en el arte internacional del Guggenheim”, dice. “A mí por supuesto me encantó la idea”, agrega Tiqui, quien desde entonces hace un aporte anual para que el museo pueda adquirir nuevas obras y también busca a más personas que quieran sumarse.

“El primer foco fue buscar piezas de arte de los 80 y 90, además de los 60, donde había en la colección un hueco muy grande, particularmente en la categoría de arte no figurativo”, añade.

–¿Qué perfil de personas se busca para un board?

–Puedes invitar amigos que tú conoces y de los que tienes mucha confianza en que, al final del día, van a aportar el dinero que se les pide. Pero que también es importante que sean coleccionistas, que tengan un ojo entrenado en la compra de arte. Porque una de las funciones de cada miembro del comité es dar su voto para la decisión de comprar, entonces el museo necesita gente que conozca de arte para que voten a conciencia, que no voten negativamente frente a una obra solo porque no les gusta. Deben tener suficientes cono- cimientos como para pensar en lo que necesita el museo y no parar la compra de una obra simplemente porque no es lo que quisieran tener en su casa.

–¿Y qué pasa si no hay acuerdo frente a una compra?

–Sucede poco. Pero en los 20 años que llevo en esto, me ha pasado que una obra importante se ha perdido y después se convierte en inaccesible porque su precio sube.

Desde mi punto de vista, Tiqui ha sido una persona clave a la hora de posicionar el arte latinoamericano en el circuito internacional, particularmente desde su trabajo en el Tate: ella creó el comité que se dedica específicamente al arte latinoamericano, hace ya casi 20 años. Y lo hizo con una mirada muy clara.

“Creamos ese comité con la misión de salir como embajadores del Tate y convencer a la gente de que esto era algo importante para la región, un vehículo para ayudar a nuestros países desde toda perspectiva, desde el punto de vista de la política, lo económico y lo social. La idea era ayudar a nuestros países a ser reconocidos en el mundo”, explica y agrega:

“Lo que puse como condición es que no se excluyera al arte latinoamericano del arte internacional; todos son artistas del mundo”.

–¿Por qué crees que comenzó el interés por el arte latinoamericano, que antes no era tan popular?

–Cuando un museo se interesa en un artista, le da una validez importante. Y cuando un museo se interesa, se interesan otros museos. Lo mismo pasa cuando un curador importante, como el mexicano Cuauhtémoc Medina, dice “este es un artista que hay que vigilar”, los demás curadores empiezan a rascarse la cabeza y pensar: “¿por qué no lo pensé yo antes?”. O “yo también lo había pensado y aquí está”. Es importantísimo que un museo inicie un movimiento, porque los otros siguen.

UNA FAMILIA LIGADA AL ARTE

A Tiqui le habría gustado ser artista. Durante mucho tiempo, pintó. También estudió arte. Pero no hay un Tiqui Atencio colgando de algún muro. Ni siquiera en su casa.

–Me hubiese gustado poder tener unos cuadros míos y decir: esto lo hice yo. Pero me di cuenta muy pronto que no tenía mucha aptitud ni talento. Entonces, el coleccionismo fue quizás una manera de ser creativa. Al comienzo compraba solo por gusto; ya de adulta me di cuenta de que a lo mejor haberme convertido en coleccionista fue una manera de reemplazar las ganas de ser artista con creatividad.

La familia de Tiqui jugó un rol clave en ese camino. De hecho, su colección personal nació cuando tenía solo 17 años y su padre le regaló una obra del pintor expresionista francés Bernard Buffet. Hoy tiene más de 600 piezas y mezcla arte latinoamericano con obras de todo el mundo, en un mix que define como ‘ecléctico’.

“Coleccionar es un viaje, una trayectoria de vida. Yo comencé muy joven y en la época no estaba muy informada o educada; me comencé a educar cuando me di cuenta de qué era lo que realmente me encantaba”, dice y agrega: “Mi tío y mi tía, el hermano de mi padre, era un coleccionista ya calificado en el mundo entero del coleccionismo. Él y su esposa Sagrario eran conocidos en toda Latinoamérica con una colección fabulosa, tenían piezas precolombinas, también arte nacional e internacional. Íbamos juntos los fines niña tengo un gusto muy ecléctico. Más tarde mi tío y mi tía vivían en Nueva York, justo en el piso de arriba de donde estaba Christie’s, entonces todos los días después de tomar desayuno bajaba a ver qué había. Miraba, se educaba, estudiaba. Era un apasionado y bueno, esa pasión yo la viví también”.

–Y hoy día, ¿qué estás coleccionando?

–Lo que me gusta. Siempre. Toda mi vida he coleccionado lo que a mí me gusta. Solo ahora, ya uno piensa un poco más en si lo que estás comprando va a tener después un mayor valor.

–¿Hay algo que te arrepientas de no comprar, o que hayas comprado y después no te haya gustado? En tu primer libro hablas mucho sobre cómo los coleccionistas viven esa sensación…

–De todo. Me ha pasado de todo. Eso de tener tristeza de no haber comprado esto y esto otro, me ha pasado por lo menos 100 veces en mi vida. Me he arrepentido de una manera que no me deja dormir a veces de solo pensarlo. Y también por haber vendido. Pero en ese caso es más bien por pequeñeces. No ha habido cosa grande en la que me haya arrepentido.

Leer la entrevista completa en la edición impresa de Revista Velvet aquí.

 

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