El traje fue símbolo de poder masculino durante siglos hasta que la historia cambió: Coco Chanel lo reinterpretó, Marlene Dietrich lo desafió y Diane Keaton lo convirtió en declaración. Hoy, la sastrería femenina vive un nuevo auge: se cuela en el clóset diario de influencers globales, se toma las alfombras rojas, inspira colecciones completas y hasta domina vitrinas del retail nacional. más allá de la Met Gala, este look ha vuelto con fuerza y con nuevas reglas. Una guía que compartimos para entender por qué y cómo llevarlo hoy.
Vuelve a ocupar un lugar central en la moda femenina y evidencias de esto se encuentran en todas las direcciones en que se mire. “Más que una tendencia, el traje sastre es un clásico que nunca se ha ido del todo. Siempre ha estado presente como una prenda que estructura, empodera y eleva. Hoy volvió con más fuerza porque conecta profundamente con la mujer contemporánea: aquella que busca expresar carácter, sofisticación y seguridad en sí misma. El traje sastre reúne ese equilibrio entre fuerza y elegancia que tantas buscamos al vestir con intención”, nos detalla la diseñadora y arquitecta Titi Baselli, fundadora de la marca Neutro, que trabaja desde hace un tiempo esta propuesta. “Hoy vemos en celebridades como Zendaya, Nicole Kidman y muchas más que lo llevan con una soltura magnética; además de editoriales que lo presentan como símbolo del poder femenino: sobrio, pero inolvidable”.
La reconocida diseñadora nacional Wendy Pozo nos cuenta que desde el diseño y la confección también se advierte un cambio claro en la demanda que por este look: “He notado un crecimiento muy claro en el interés por la sastrería. Siento que hoy se valora mucho más el calce perfecto, la autenticidad y la posibilidad de crear piezas únicas y con identidad”.
“Me lo están pidiendo cada vez más, tanto para ocasiones formales –como matrimonios, galas o eventos corporativos–, y también para el día a día, donde se busca un look elegante, versátil y con personalidad. La sastrería, que siempre ha estado presente, hoy se resignifica y se aprecia. mucho más su valor artesanal”.
Con respecto a ese clásico debate, la productora de moda Fernanda Zamora lo tiene claro. Su máxima referencia proviene directamente de la pasarela: “La corbata, como vimos en la última colección de Saint Laurent, es un complemento clave esta temporada”.
Y no es cualquier colección. En su más reciente propuesta el director creativo Anthony Vaccarello rindió homenaje al estilo personal del propio Yves, rescatando su sastrería masculina con camisas rigurosas, corbatas anchas y una actitud de control absoluto. Una visión poderosa y elegante reflejada en la campaña con Michelle Pfeiffer para Saint Laurent 2025.
“¿Mi opción? Lo dejo a criterio de cada personalidad. No todo lo que se usa tiene que llevarse siempre; debemos buscar nuestro propio lenguaje”, apunta Fer.
Desde la asesoría de imagen, Carolina Montenegro entrega una mirada más práctica, enfocada en cómo la corbata modifica la lectura del conjunto: “Un traje sin corbata proyecta informalidad; como un tema más de frescura, de juventud. Y si para algo formal no vas a usar corbata, al menos, hay que sumar unos zapatos en lugar de zapatillas”, aconseja.
Si antes el traje debía marcar la figura con precisión, hoy esa regla está en disputa. La línea oversized se impone en pasarelas, editoriales y vitrinas, desafiando la idea de que un sastre debe ajustarse al cuerpo. La clave está en la intención.
“El corte oversized puede ser muy poderoso cuando está bien diseñado: hombros que enmarcan, largos que estilizan y una silueta que envuelve sin ocultar. Lo que lo hace funcionar es la proporción y la intención en su construcción. Cuando se desdibuja, cuando es sólo grande por ser grande, pierde estructura y se ve descuidado. Un buen oversized no es improvisado, es preciso en su volumen”, explica Titi Baselli.
Ahora bien, también hay espacio para jugar y romper reglas, especialmente, cuando el estilo se lleva con convicción. “Tiene que ver mucho con el gusto. Yo creo firmemente que si te gusta cómo te queda, te vas a ver bien y lo vas a proyectar. Así que si quieres usar uno muy oversized, muy noventero, es totalmente cosa de gustos”, admite Carolina Montenegro.
Esta temporada, los tonos neutros siguen liderando, con espacio para propuestas más audaces. Desde su experiencia como asesora, Carolina Montenegro entrega una paleta de básicos infalibles y un guiño a la tendencia del momento: “Yo recomendaría para esta temporada un color chocolate, que es el color de moda. ¿Como fundamentales? Para mi gusto y experiencia, hay que tener un traje azul, uno negro y otro más claro, que puede ser gris, beige o topo”.
En telas, el secreto está en lograr frescura sin perder estructura. Wendy Pozo enfatiza la importancia de elegir materiales que no solo se vean bien, sino que también acompañen el movimiento y respiren con naturalidad. “Para primavera/verano recomiendo telas livianas y elegantes como lino, lana fría o mezclas con seda. Actualmente destacan, especialmente, las telas italianas por su alto porcentaje de seda: tienen una caída suave, un brillo natural y una vibración de color que realmente resalta. Ideal para un traje fresco, con carácter y estilo”, detalla.
No se elige por impulso. Requiere tiempo, ojo para el detalle y, sobre todo, entender que se trata de un look que trasciende lo funcional.
Desde su experiencia como diseñadora y maestra en confección a medida, Wendy Pozo lo resume así: “Un traje bien confeccionado parte, ante todo, por una buena técnica y un proceso riguroso de toma de medidas. Cada cuerpo es único, por lo tanto, la precisión en este paso es fundamental para lograr una prenda que realmente calce bien y favorezca la postura, el movimiento y la expresión personal”.
La calidad de los insumos es importantísima: “Trabajo siempre con materiales nobles. Una buena lana, un lino con estructura, forros en jacquard o botones de origen natural. Todo eso hace la diferencia. La sastrería es un oficio que se construye desde la observación y la sensibilidad, además de la técnica”.
Pero la verdadera inversión está en lo que esa prenda puede decir sobre quien la lleva. “Si vas a invertir en un buen traje, prioriza siempre telas e insumos de alta calidad. Y hazlo tuyo: elige un forro que te represente, un botón distinto, un detalle que hable de ti. Un traje bien hecho tiene técnica, pero, sobre todo, alma”. En tiempos de moda veloz y consumo impulsivo, esta forma de vestir se convierte también en una declaración. “La sastrería hecha a medida es un acto de resistencia. Cada pieza tiene un propósito y está pensada para durar, para contar una historia”, añade.
Una visión que también comparte Fer Zamora, quien pone el acento en la calidad como inversión: “Lo más importante en un traje es la confección. La buena sastrería se impone y, si la tela es lo más noble posible, tienes algo para toda la vida, también para heredar. Consideraría optar por lo mejor que pueda comprar nuestro presupuesto. Un buen traje será siempre una inversión, como también un buen abrigo. Con ese mix tendrás siempre algo con una hermosa caída y que dará una silueta espléndida.
La pregunta trasciende en usar o no el look fuera de la oficina, sino cómo llevarlo sin perder autenticidad. Hoy, la sastrería se adapta al ritmo y estilo de quien la usa. Puede ser formal, relajada, romántica y urbana, dependiendo en cómo se combine.
“Ideal es incorporar elementos femeninos o vanguardistas, según el estilo de cada persona: collares, blusas con detalles delicados, carteras, anteojos y zapatos con diseño contemporáneo”, sugiere Fer. “Para quienes aún no se deciden por la sastrería, les aconsejo partir por un buen blazer y mezclarlo con lo que te refleje. Luego, pueden probar con pantalones clásicos y combinarlos con piezas más juveniles. Así se incorpora un nuevo lenguaje, pero desde lo propio”.
Titi Baselli, en tanto, suma su visión desde el estilismo editorial: proporción, estructura y actitud. “La clave está en el equilibrio. Un buen traje debe respetar la estructura, pero permitir libertad de movimiento. Las proporciones como hombros marcados opantalones amplios le dan ese aire contemporáneo. También influyen los detalles: una solapa limpia, un forro pensado, una buena caída. Hoy, más que seguir reglas estrictas, se trata de cómo se lleva: con seguridad, con carácter y con un sello personal”. Porque, al final, el traje no impone estilo. Lo revela.