Si bien muchos expertos coinciden en que se trata de la comida más importante del día, son muchas las personas que no despiertan con hambre. Y aunque no lo creas, esto también puede tener un significado. ¿Qué es lo que te quiere decir tu cuerpo? Esto dicen los nutricionistas.
Un antiguo refrán solía decir que hay “desayunar como un rey, comer como un príncipe y cenar como un mendigo”. Y lo cierto es que desayunar de forma saludable nos prepara para afrontar el resto del día. Así como también, acelera el metabolismo y aumenta la concentración, entre otros beneficios. Pero, ¿qué pasa cuando no tenemos hambre por la mañana?
El apetito a prima hora de la mañana puede depender de muchos factores. Y en esto influyen, desde nuestras hormonas a lo que comemos el día anterior. Los expertos coinciden en que no pasa nada si no tienes hambre a primera hora de la mañana, y perfectamente puedes comer algo más tarde. Sin embargo, también explican que pueden haber razones tras la falta de apetito.
Una de ellas es el estrés. Una de las razones más poderosas de la falta de hambre por la mañana es el estrés, el que puede retrasar o reducir las hormonas del apetito. Y es que luego del ayuno nocturno, el organismo utiliza las reservas de glucosa almacenadas en el hígado para mantener el equilibrio de azúcar en sangre. Lo que dura unas ocho horas. Una vez que estas reservas se agotan, las glándulas suprarrenales liberan cortisol para seguir adelante. Entonces, en casos de estrés crónico donde ha habido una demanda de cortisol por un período prolongado, puede derivar en menos apetito.
Hormonas del sueño. La falta de hambre también puede ser signo de que los niveles de melatonina permanece en niveles altos cuando nos levantamos. Por ello, no tenemos hambre hasta que empieza a bajar.
Comimos más de la cuenta por la noche. Muchas veces, no tenemos hambre porque hemos comido mucho por la noche o muy tarde. Por lo mismo, los expertos recomiendan una cena ligera y no comer más allá de las 21:30 horas.
Si luego comes durante el día, no es malo no tener hambre por las mañanas. Sin embargo, la clave es saber por qué te pasa y la recomendación de los expertos es desayunar durante la hora o dos horas después de levantarnos, como máximo. Si bien es posible que algunas personas se levante sin hambre sin razón alguna, ciertas emociones como la angustia, la ansiedad, el estrés o la rutina, pueden estar tapando esa necesidad energética, generando ese rechazo por la comida.
Come poco. Si no tienes mucha hambre, luego de ducharte como algo rico en nutrientes para estimular tu apetito, como máximo hora y media después de despertarte.
Controla el estrés. Si cree que el estrés es la causa principal o te revuelve el estómago comer algo a esta hora, empieza el día con agua tibia con jengibre fresco y limón para reactivar la función hepática. Si el estrés es la causa, buscar maneras de controlarlo y ayudar a tu cuerpo a relajarse.
Pon atención a tu respiración. Empieza el día tomando un minuto para hacer un par de respiraciones, inhala en cuatro segundos, contén la respiración por cuatro segundos y exhala durante cuatro segundos.
Por último, los expertos coinciden en que puede ser normal despertar sin hambre, en personas sanas. Y no tener hambre al despertar no es tan preocupante si no se acompaña de pérdida de peso, fatiga, trastornos digestivos o síntomas de depresión. Si hay cambios abruptos en el apetito, se recomienda consultar con un nutricionista.