Por Gabriela Bustos
Por ocio, información, entretención, e incluso trabajo, la realidad en Chile y el mundo, es que la necesidad de estar conectado 24/7 se manifiesta a diario por distintas vías. Pero mientras la mayoría asegura tenerlo completamente controlado, existe preocupación por parte de especialistas que ya notan cambios importantes en la manera de socializar. Ante esta disyuntiva, cabe preguntar ¿hasta qué punto podemos manejarlo?
Aunque aún no se asuma masivamente como un problema, ya son muchos los usuarios que han percibido la adicción que le genera estar siempre al pendiente de lo que pasa en la comunidad digital. A nivel global, estudios como el del Dr. Larry Rosen, del Departamento de Psicología de la Universidad Estatal de California, comprueban que el uso frecuente de redes sociales, mantiene una relación directa con la presencia de síntomas de gran parte de los trastornos psiquiátricos que conocemos, como es el caso de la ansiedad, e incluso la depresión.
A su vez, la manera en que nos relacionamos con los demás también se ha visto involucrada, pues no conforme con privilegiar “socializar” frente a una pantalla en tiempos de ocio, cada vez es más frecuente observar escenas como ésta, en momentos que por años han sido comunitarios, como es el caso de desayunos, almuerzos y cenas.
Por ende, y sin aparente intención, cada día son más las personas que privilegian la mensajería instantánea como canal de comunicación, por sobre un encuentro personal, e incluso un llamado telefónico, lo que sin duda se ha visto potenciando por el crecimiento y despliegue de una industria copada de equipos inteligentes. ¿Su resultado? Usuarios conectados a toda hora, y navegando de manera ilimitada.
Aunque los síntomas estudiados puedan tener muchas similitudes con algunos trastornos o enfermedades, no existe un diagnóstico al respecto, más sí una ferviente preocupación, según manifiesta Karina Cárcamo. Para la psicóloga, el consumo de las redes sociales en específico se vuelve peligroso cuando es reiterativo y reemplaza a otros encuentros sociales por excelencia, llevando a los individuos a normalizar el conversar a través de una pantalla. “Como humanos, somos seres intrínsecamente sociales, y es solo esta conexión la que nos permite vincularnos de una manera más profunda, pues nos mantendrá saludables impidiendo la depresión, e incluso permitiendo nuestra sobrevivencia como especie”, declara.
Según detalla la experta, entre los principales efectos de una sobre- exposición a las redes sociales, está la ansiedad, la incapacidad de expresarse emocionalmente, e incluso el aumento de la frustración, siendo este uno de los puntos más preocupantes a su juicio. “Sucede que nos acostumbramos a una respuesta rápida, y a alejarnos de aquello que no nos gusta. Incluso nos lleva a tomar distancia ante aquellas situaciones normales con las que debemos lidiar, y que son las que nos permiten aumentar nuestra capacidad de tolerancia y resolución en la ‘vida real’. Entablar conversaciones y encuentros sociales nos permite aumentar nuestras habilidades de comunicación, y nos flexibiliza mentalmente ante las diferentes situaciones que pueden surgir cuando estamos frente a otros”, explica.
Además de lo mencionado, la profesional hace hincapié en los efec- tos que puede generar la presencia virtual en cada persona. “En muchos casos, esto puede incluso disminuir nuestra autoestima, ya que estamos constantemente preocupados de cómo nos perciben los demás, a través de un like. Lo que genera es que estemos siempre intentando agradar al resto, aunque implique mostrarnos de un modo distinto al que somos”, sostiene Karina.
DESINTOXICACIÓN DIGITAL
Considerando la profundidad con que la problemática se ha insertado en la sociedad, ya es común oír hablar de un “social media detox”, que busca precisamente alejar de la rutina aquello que aumenta como tendencia a diario. Y aunque no existen técnicas puntuales, ya son muchos los que se aventuran a intentarlo mediante retiros espirituales, meditación, e incluso terapias individuales o grupales.
Para la psicóloga, más que la suspensión absoluta de redes sociales, lo aconsejable es promover el uso controlado. “Si las personas se dan cuenta que esto está interfiriendo en su vida, lo mejor será buscar el modo de controlarlo. Por ejemplo, se pueden establecer horarios para utilizar dispositivos, incluso considerando solo un par de horas al día. Otra medida es comenzar a olvidarse de revisar el celular o sus notificaciones en las mañanas y noches, y relegarlo únicamente a momentos exclusivos de ocio”, recomienda.
En este último punto, radica una de las principales señales para reconocer si se está abusando de las redes, y es que justamente es la sensación de estar conectado siempre, considerando desde el inicio al final del día, la causa que alerta a especialistas en todo el mundo y que ha llevado, por ejemplo, a empresas estadounidenses, a dedicarse a la organización de retiros sin conexión durante fines de semana.
Entre las principales prácticas de este tipo de terapias, está la reducción de redes sociales, en la que se sugiere eliminar aquellas en las que se tiene menor actividad; rechazar o dejar de seguir a personas y marcas que simplemente no suman; replantear el uso que quiere darse a cada espacio, teniendo en claro el propósito de comunicar; dar prioridad al contacto con cuentas que sumen aspectos positivos y activos al día a día, como por ejemplo recomendaciones de recetas o libros; eliminar las notificaciones innecesarias; mantener el teléfono alejado de comidas o encuentros familiares o sociales; privilegiar la lectura tradicional desde el papel; fijar horas libres de tecnología, yendo de menos a más; e incluso, cambiar los colores y temas de la pantalla, prefiriendo por ejemplo aspectos en blanco y negro o grises, que resulten menos atractivos y dominantes.
VOLVER AL MOVIMIENTO
Entre las muchas consecuencias mencionadas, existe una en particular que preocupa de manera transversal, y es cómo el abuso digital puede facilitar el aislamiento, sedentarismo, e incluso el bajo rendimiento académico y la falta de atención escolar.
Este problema es habitual para Pamela González, Profesora de Educación Física, que a diario se encuentra con que la presencia de dispositivos móviles es una preocupante y creciente realidad. “Muchas veces se justifica en un tema de seguridad por parte de padres y apoderados, pero el hecho es que, desde muy pequeños, los niños tienen acceso a un celular. Me consta que se los permiten para tenerlos dentro de la casa y evitar peligros a los que se pueden exponer fuera, pero no se dan cuenta que también están perdiendo la oportunidad de socializar. Al final es muy común que prefieran juegos virtuales por sobre otros que implican relación y movimiento, desencadenando sedentarismo desde muy temprana edad”, sostiene.
Pero yendo más allá, el problema no se concentra únicamente en el hogar, puesto que son muchos los establecimientos que permiten que los niños y niñas porten celular, generando una complicación a profesores que a diario reciben la solicitud de “permisos para jugar”. Según cuenta Pamela, es un hecho que incluye a la mayoría. “Es complicado, y por el modo en que se dan las relaciones hoy en día, sé que no es fácil de eliminar. Pero lo que sí recomendaría entonces, es que este acceso se comience a regular, sujetándolo por ejemplo al cumplimiento de alguna tarea previa. Siempre hay formas de llamar la atención de los niños/as mediante actividades. De partida una buena señal sería no utilizar teléfonos frente a ellos, y comenzar a prestarles más atención”, aconseja la profesora.
La importancia de combatir esta “adicción” desde la niñez, se torna urgente al considerar los riesgos a los que se enfrenta la población actual y, por ende, lo incontrolable que se volverá en unos años más. Desde la necesidad de comprar algo o vivir experiencias nuevas para publicar, hasta el descuido de pasiones o necesidades personales básicas, van las causas que han llevado a distintos especialistas a reflexionar.
¿PUEDE HABER PELIGRO?
Aunque el propósito de las terapias y análisis es positivo, y no persigue un fin alarmista, sí hay quienes aseguran que el tema es más serio de lo que parece. Así lo comprobó una investigación hecha por la Real Sociedad Británica de Salud Pública RSPH que, tras analizar el comportamiento de un grupo cercano a 1500 jóvenes, determinó que Instagram es una red social dañina para la salud mental.
La explicación se basa en que al ser una red que trabaja con la imagen, finalmente lo que hace es potenciar y promover la vanidad, llevando a quienes no cumplen con lo que quisieran proyectar, a sentirse desconformes con su “vida real”.
Para los especialistas el estar presumiendo lo que se hace, come, practica, piensa o visita, es presionar de sobremanera a una persona que, como la gran mayoría, lleva una vida que catalogamos normal. Por ende, al no haber parámetros establecidos, la pelea por la popularidad puede ser brutal.
Pero más allá de todos estos efectos, existe uno que no se puede dejar atrás, y tiene que ver con los daños físicos que genera el abuso de aparatos electrónicos. Es el caso del síndrome de fatiga visual digital, que genera el pasar largas horas mirando una pantalla, y que puede prevenirse con la regla 20-20-20, que aconseja que una vez transcurridos 20 minutos mirando el computador o celular, se destinen 20 segundos a observar algún objeto que esté a 20 pies de distancia aproximada.
Las mismas precauciones se deben tomar ante la presencia de dolor en músculos y articulaciones, según señala el kinesiólogo Víctor Vera. “Se pueden generar patrones posturales anormales, como adelantamiento de cabeza y hombros, dolores de cabeza, tendinitis (por lo general a nivel de codo, muñeca y dedos), sensación de hormigueo en los brazos y manos, y también el llamado ‘síndrome del túnel carpiano’, o consecuencias a nivel muscular, como acortamientos o mayor tensión muscular, casi siempre a nivel de cuello y hombros”, explica.
Pero como muchas veces esta conexión digital está determinada por actividades laborales que no pueden cesar, la opción es aplicar ciertos consejos. “Si por ejemplo se usa un computador de escritorio, hay que preocuparse de que la pantalla se ubique frente a los ojos, de tener apoyo de antebrazos al usar teclado, y usar un mouse pad con apoyo de muñeca. También se pueden tomar descansos o pausas activas con movimientos articulares y elongaciones. O en el caso del celular, hay que evitar usarlo a una posición muy baja respecto a la vista, ya que esto conllevaría a una mayor flexión de cuello, lo que podría derivar a dolores en la zona cervical”, cuenta.
Ya sea con un tratamiento de social media detox, mediante el énfasis en la formación de la infancia o juventud, o a través acciones de protección corporal y mental, el llamado de los especialistas no es a suspender el uso de tecnologías, sino que a comprender que los dispositivos no son una extensión del cuerpo y que, por lo tanto, deben ser dominados por el ser humano, en vez de que éste se deje dominar y sin darse cuenta, se desconecte de la realidad.