La luz de la diva de Nápoles parece estar apagándose poco a poco. En su querida RAI se quedaron atónitos cuando recibió el David de Donatello a la mejor interpretación por la producción de Netflix, The Life Ahead (2020), dirigida por su hijo Edoardo Ponti, que la acompañó hasta el escenario y se le veía con la espalda encorvada, con dificultad podía caminar y mucho más difícil se le hizo subir las escaleras. También necesitó la ayuda del presentador. Al parecer, repentinamente a la gran diva del cine italiano los años se le vinieron encima.
Su última gran aparición pública fue hace cinco meses, cuando inauguró en Florencia su primer restaurante, Sophia Loren Original Italian Food, vestida impecablemente con un traje chaqueta blanca (seguramente de su amigo Giorgio Armani) y donde fue alabada por decenas de fans, que a los gritos de “Sophia, Sophia” capturaban el momento con sus teléfonos. Mientras, la protagonista de Dos mujeres (1960) saludaba y estrechaba amorosamente algunas manos y se mostraba visiblemente muy contenta. Y es que dicen que la actriz italiana nunca perdió su esencia humilde a pesar de ser una estrella mundial. De alguna manera, siguió siendo aquella niña criada en Nápoles, que sintió los bombardeos de la 2da Guerra Mundial, que padeció hambre y sufrió el abandono de su padre.
En aquel masivo acto estuvo permanentemente tomada de la mano de su acompañante o apoyaba sus manos sobre su hombros por miedo a caerse. Los problemas de movilidad eran visibles. La ganadora de dos premios Oscar es más consciente que nunca del inexorable paso del tiempo, lo que le provoca una sensibilidad a flor de piel que suele desahogar fácilmente en lágrimas.
Sus cuatro nietos son la mayor riqueza y el gran amor de su vida, además de su marido, Carlo Ponti, y sus dos hijos, Edoardo y Carlo, con los que quiere disfrutar todo el tiempo que pueda. Recluida en su mansión a las afueras de Ginebra donde Raffaella Carrá, otra de las grandes divas italianas, la entrevistó para uno de sus programas, Sophia hace una vida muy normal. Sale a pasear por el amplio jardín de su casa, prepara ella misma sabrosos tipos de pasta, suele cenar alrededor de las siete de la tarde, se duerme temprano y si alguien la llama por teléfono, ella misma lo descuelga.