Revista Velvet | Si el paraíso existe, seguro se parece a Zanzíbar
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Si el paraíso existe, seguro se parece a Zanzíbar

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Si el paraíso existe, seguro se parece a Zanzíbar

POR María Paz Maldonado | 14 agosto 2022

Su mar de tono turquesa contrasta a la perfección con la arena blanca y las lagunas coralinas. En esta isla tanzana, el ritmo es pausado y discurre sin sobresaltos, tal como se da en el balanceo de una hamaca frente al océano Índico. Un espíritu de vida sin problemas, como el “Hakuna Matata” que se popularizó con El rey león y que aquí tiene su origen.

Mucho antes de que Timón y Pumba le explicaran su filosofía a Simba en El rey León, “Hakuna Matata” ya era todo un modo de vida en Zanzíbar, la isla tanzana donde nació la frase que más tarde Disney hizo mundialmente conocida. La emblemática expresión suajili de vivir sin problemas y preocupaciones acá alcanza su sentido máximo; y créanme, lejos de ser un buen eslogan, en Zanzíbar se respira la vida libre de complicaciones y estrés, a ritmo “polepole” (despacio y sin prisa), como seguramente lo escucharás muchas veces si la visitas.

A dos horas en ferry de Dar es-Salaam (capital de Tanzania), este archipiélago compuesto por numerosas islas antiguamente fue un punto clave en el comercio de especias y el principal puerto para el comercio de esclavos en la segunda mitad del siglo XIX. De hecho, se estima que solo entre 1830 y 1873 llegaron a venderse 600 mil personas. Pero su gente parece haberse liberado de ese pasado marcado por los abusos y el racismo, y la alegría se ha impregnado de manera profunda en su espíritu. De hecho, los zanzibaríes siempre tienen una sonrisa y un saludo cariñoso para todos los viajeros que llegan a este paraíso en el océano Índico.

Por sus paisajes e intimidad como rincón apartado del mundo, Zanzíbar se enlista a menudo entre los primeros lugares como destino de luna de miel. Y la verdad es que sí es perfecto para ir en pareja, pero también con amigos, sola/o, en familia, incluso embarazada como viaje de baby-moon –¡yo llegué con casi 7 meses de embarazo!–. Todos los perfiles de viajeros encontrarán en esta isla aquello que tanto buscan en unas vacaciones: playas de película, hoteles boutique de cara al mar, gastronomía llena de sabores y mixturas, un clima tropical perfecto para hacer nada tumbado en una reposera o darlo todo en alguna de sus actividades recreativas.

LAS LABERÍNTICAS CALLES DE STONE TOWN

Esta es una de las experiencias que hay que vivir en la isla. Las puertas de madera talladas conforman el ADN de su capital Stone Town, la Ciudad de Piedra, y en ellas se pueden leer parte de la historia en la que convivieron árabes, indios, portugueses, británicos y africanos. Recorrer sus estrechas callejuelas es un auténtico viaje al pasado, cuando la isla fue el principal centro comercial de África Oriental bajo el sultanato de Omán. ¿Algunas de las paradas imperdibles?

La Casa de las Maravillas, el Fuerte Viejo, la mezquita Wa Balnara, la catedral católica de St. Joseph, el palacio Bitel Sahel –antigua residencia de los sultanes– y el Mercado de Esclavos, probablemente la visita más emotiva y que sirve para no olvidar los horrores que ha cometido el ser humano. Los melómanos también deberían sumar a su itinerario la casa-museo donde nació Freddie Mercury, que desde el estreno de la película “Bohemia Rhapsody” en 2008 se ha vuelto un lugar de culto para los fanáticos.

ATARDECERES Y BUCEO

Ya sea caminando con los pies empapados por el mar, en una cena romántica sobre la playa o desde la hamaca en un bungalow de uno de sus múltiples hoteles, los atardeceres multicolor del norte de Zanzíbar son un espectáculo imperdible. Mientras el sol se esconde por el mar la isla cambia de personalidad, y sus colores intensos adquieren un matiz suave que refuerza el espíritu polepole que inunda cada rincón de la isla. Para vivirlos, otra opción es simplemente disfrutar de un paseo en una barcaza tradicional para el atardecer.

Por otra parte, bucear con tanque o con snorkel, realizar avistamientos de delfines, visitar un santuario de tortugas o el archipiélago tanzano es un destino a prueba de aburrimiento.

A la isla principal de Unguja (que se conoce como Zanzíbar) la rodean pequeñas islas, como la histórica La Prisión y sus tortugas terrestres gigantes, y esporádicos bancos de arena que aparecen y desaparecen con el cambio de la marea, como Nakupenda. Probablemente la isla más espectacular sea Mnemba, rodeada por más de 200 tipos de coral, que la convierten en el lugar más concurrido para bucear. Acá la visibilidad y la diversidad del fondo marino conforman un espectáculo inigualable.

CLASES DE KITESURF EN PAJE

Mundialmente conocida por sus increíbles condiciones para practicar Kitesurf, Paje es la playa indicada para los viajeros en busca de nuevas experiencias deportivas. Acá podrás tomar clases privadas o grupales, en un entorno que hace todo más fácil para aprender este deporte: la temperatura del mar es súper agradable todo el año, la playa es amplia y no tan profunda, hay viento y poco oleaje, y los precios son bastante más aterrizados que en otros destinos populares de Kitesurf. Además, todo este sector tiene una especial atmósfera relajada y más simple que otros lugares de la isla; de ahí que sea el spot favorito para mochileros y viajeros más jóvenes.

A TODO SPA

Como si los paisajes oníricos no fuesen suficiente para relajarse, Zanzíbar además ha creado todo un mercado en torno a los tratamientos de belleza y relajación. Ya sea en Stone Town, en las playas y prácticamente en todos los hoteles, los spas son una parada obligada para deleitarte con los aromas especiados, masajes locales y su cosmética orgánica. La premisa es siempre la misma: productos naturales que incorporan la esencia e historia de la isla, con ingredientes como vainilla, canela o pimienta; y su elemento estrella (y el segundo motor económico de la isla), las algas marinas, recolectadas por mujeres que cada día caminan mar adentro cuando la marea se recoge cientos de metros.

Así, Zanzíbar es un lujo que tiene la exquisitez de no ser ni tan grande como para abrumarte, ni tan pequeña como para aburrirte. Una dosis de paraíso, en su justa y maravillosa medida.

 

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