La afamada actriz, Sharon Stone, asegura que la engañaron para que se quitara la ropa interior durante el rodaje de la famosa escena del cruce de piernas de Bajos Instintos. El hecho lo hace público en la autobiografía The Beauty of Living Twice, que está a punto de publicarse. En el relato, la artista cuenta, entre otras muchas confesiones, que para que se quitara la ropa interior le dijeron que el blanco reflejaba la luz y que eso estropeaba la toma, y además le aseguraron que sus partes íntimas no se verían en la película.
Cuando la actriz vio el resultado, en una sala, llena de agentes y abogados que poco tenían que ver con el proyecto, se dio cuenta de lo que realmente había sucedido. “Así fue como vi mi vagina-shot por primera vez”, dijo sobre el momento, agregando que se enfureció al ver que “Éramos mis partes y yo ahí arriba”.
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Stone cuenta que fue a la cabina de proyección y le dio una cachetada al director, Paul Verhoeven. Acto seguido se fue de la sala, subió a su auto y llamó a su abogado, Marty Singer, quien le dijo que la película no podía estrenarse y que en ese caso calificaría como película XXX. Consideramos que era 1992, y según palabras de la propia Stone, “No era como ahora, cuando vemos penes erectos en Netflix”.
Luego del escándalo, Paul no le dio opciones. “Yo era solo una actriz, solo una mujer; ¿Qué opciones podía tener?”, lamenta la actriz al recordar el hecho. Sin embargo, finalmente aceptó que la escena saliera a la luz, ¿Por qué? “Porque era correcta para la película y para el personaje; y porque, después de todo, lo hice”.
La intérprete tenía 32 años, era su película número 18. “Me habían golpeado durante años haciendo un montón de películas de mierda”, hasta que le dieron el papel de Catherine Tramell. En ese entonces era consciente del personaje y la “peligrosidad” que implicaba para ella, ya que representaba “La última oportunidad, estaba envejeciendo en el negocio en el que todavía no me había metido”.
Le dieron el papel, y fue el que la convirtió en estrella, aunque recuerda que su nombre no figuraba en el primer cartel junto al de Michael Douglas. Y si bien fue con el que dio un salto a la fama, asegura que fue el más difícil: “Fue espantoso. Caminé en sueños tres veces durante la producción, dos veces me desperté completamente vestida en mi auto en mi garaje. Tuve horribles pesadillas”, cuenta.
Además el productor se encargó de recordarle que no había sido ni mucho menos la primera opción: “No fuiste nuestra primera opción, Karen. No, ni siquiera eras el segundo ni el tercero. Fuiste la decimotercera elección para esta película”. Y la siguió llamando Karen hasta la cena posterior a los Oscar.