A comienzos de diciembre del año pasado, Johnny Depp era recibido como un rockstar durante su visita a Arabia Saudita. País donde llegó a promocionar su último filme, Jeanne Du Barry. El que marcaba su regreso a la gran pantalla, luego del mediático juicio donde se enfrentó a su ex, la actriz Amber Heard.
El filme, donde el actor de Piratas del Caribe encarna al rey Luis XV, se filmó en la ciudad norteamericana de Owensboro, en Kentucky. Y fue ahí donde esperaba que le aplicaran la última capa de maquillaje, que Depp recibe el mensaje urgente del gobierno de Arabia Saudita.
El mensajero era uno de los principales productores del filme de época y la petición que cargaba era la siguiente: el príncipe Badr bin Farhan Al Saud quería reunirse con él. El príncipe es ministro de Cultura de Arabia Saudita y primo del omnipotente príncipe heredero Mohammed bin Salman, conocido como MBS. En 2017, el Príncipe Badr fue noticia cuando fue el líder de la compra por parte de MBS de la pintura más cara del mundo: Salvator Mundi de Leonardo da Vinci, avaluada en 450 millones de dólares.
Todo esto a Depp no le importa en lo más mínimo, mal que mal, ha sido el príncipe Badr quien, a través del Red Sea Film Fund de Arabia Saudita, quienes ayudaron a financiar el proyecto y por tanto, se ganó el derecho de estar con la estrella de cine y protagonista del filme. Entre idas y venidas, Depp se encontrará con Mohammed Bin Salman, el gobernante y dictador de Arabia Saudita. Ni Depp ni Bin Salman imaginarían que ahí comenzaría un “bromance” de aquellos
Hace algunos días que la revista Vanity Fair publicó un reportaje respecto a este inusual vínculo entre estos dos personajes, y más allá de que todo lo que le veamos de aquí en adelante a Depp en el cine será invertido por los árabes, la investigación del medio rescata las siguientes conclusiones:
Depp es consciente de que el príncipe Mohammed ha asesinado a periodistas; algo que al actor parece no importarle demasiado. El dictador será responsable de financiar la película de regreso de Depp y todas sus próximas películas. Y esto porque Hollywood no lo contratará en el corto a mediano plazo porque el actor no genera confianzas y dicen que es una pesadilla trabajar con él.
Pero todo esto va más allá de lo cinematográfico, y es que Arabia Saudita quiere pagarle una suma de 7 cifras anuales a Depp para que promueva el renacimiento cultural de Arabia Saudita, generándoles prensa y relaciones públicas. Durante uno de sus últimos viajes, Depp pasó más de siete semanas en el país árabe, alojándose en palacios y campamentos reales, atravesando el país en yate y en helicóptero. Por último, según cercanos tanto al actor como al mandatario, Depp y Bin Salman han desarrollado un “bromance genuino”, y es que ambos dicen sentirse “marginados”.