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La aparición de Sarah Ferguson en el funeral de la reina Isabel II ha sorprendido a varios. La duquesa de York no fue invitada a la procesión fúnebre de hace unos días en la que estuvo la familia real en pleno, así que se dudaba sobre si estaría durante la jornada de ayer en Westminster.
Finalmente la ex mujer del príncipe Andrés ha llegado junto a sus hijas, las altezas reales Beatriz y Eugenia de York, de luto riguroso y optando por diamantes en vez de las tradicionales perlas. Con un broche en forma de golondrina que podría ser un homenaje al último viaje de la reina.
Ferguson y la reina nunca rompieron su relación. Puede que la duquesa dejase de ser oficialmente parte de la realeza cuando se divorció del príncipe Andrés en 1996, pero nunca dejó de ser parte de la familia.
Incluso, durante los últimos años, había vuelto a vivir en dependencias reales, en el mismo Royal Lodge de Windsor en el que vivía su ex marido. El motivo fue un incendio en 2008 que devastó su casa, por lo que la reina y el príncipe le ofrecieron refugio.
El tiempo también le permitió volver a los eventos de primera línea de la monarquía británica. Aunque no fue invitada a la boda de William y Kate Middleton, sí fue a la de Meghan Markle y Harry, algo para lo que tuvo que contar con la autorización de la reina.
Isabel II también la invitó a otros eventos familiares. Incluso a pasar el verano en Balmoral luego de perder a su marido, el príncipe Felipe de Edimburgo. La invitación a Ferguson es, por lo tanto, un reconocimiento a esa relación única entre la duquesa y la monarca.
Cuando murió la reina, Sarah Ferguson se declaró “desconsolada”, recordando que fue “la más increíble suegra y amiga”. Y que “siempre le estaré agradecida por la generosidad que me mostró al permanecer cerca de mí incluso después de mi divorcio. La echaré de menos más de lo que pueden expresar las palabras”.
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