La cara de Sadie Sink en trance, con los ojos en blanco, y elevándose por los aires mientras escucha en un walkman Running up that hill, de Kate Bush, quedará como una de las escenas definitivas de la década en televisión. La recordarán los adolescentes de ahora dentro de 30 años, la chica pelirroja de Stranger Things se ha acercado al cine de autor con The Whale (que se estrena oficialmente en salas el próximo jueves 2 de marzo), donde tiene un cara a cara con Brendan Fraser. Sadie Sink empieza a tener claro lo que quiere hacer con el resto de su vida.
La historia de Sink es la de muchas otras jóvenes estrellas de décadas pasadas (fue Annie en Broadway, igual que Sarah Jessica Parker), pero que ahora, en tiempos de hijos del nepotismo (o de nepobabies, como llama la prensa estadounidense a los hijos de actores famosos que continúan la senda de sus padres) suena más exótica. Mediana en una familia de cinco hermanos de Texas, con una madre profesora y un padre entrenador de fútbol, su familia se trasladó a Nueva York para que ella y su hermano Mitchell pudieran actuar en el teatro. Fue la niña de The Americans, pero su vida cambió el día que la llamaron para la quinta y última temporada Stranger Things, la serie más popular del servicio de streaming más popular: Netflix. Y ya está lista para lo que venga después.
Pero comencemos por el presente, Sadie encarna a Ellie, la hija adolescente de un Brendan Fraser, que es un enfermo mórbido con el que ella es muy cruel: “Cuando leí el guion, la entendí hasta cierto punto, quizá de la manera en la que solo un actor interpretando a un personaje puede entenderlo. Nunca la vi como una mala persona, la veía como una chica muy quebrada y muy perdida. Pero también súper inteligente, de una manera incluso negativa. Pero sí que empatizaba con ella, lo cual es importante para actuar con honestidad”.
La experiencia de ponerse bajo las órdenes de un director como Darren Aronofsky (Réquiem por un Sueño, Black Swan), también fue toda una experiencia para ella: “Ya era una gran fan de sus películas. Las había visto todas, aunque quizá algunas siendo demasiado joven. Las amo todas. Así que cuando leí este guion me sorprendió mucho. Me preguntaba: ¿Dónde está aquí el elemento Aronofsky?, ¿dónde está el aspecto perturbador? Parecía más terrenal que nada de lo que había hecho antes. Después ves que hay trampas psicológicas, personajes que de entrada no te caen bien, pero que al final entiendes. Me parecía alucinante poder trabajar con él, uno de los grandes. Tiene un don para comunicarse con sus actores. No es invasivo, pero guía tu actuación hacia un lugar mejor. Lo ve todo y te da el empuje que necesitas de una manera respetuosa. Tiene muy buenos métodos para crear un buen ambiente en el rodaje”, cuenta la joven actriz.
Sadie comenzó muy pequeña haciendo teatro y eso marca su historia de vida: “Jamás se me pasó por la cabeza que podría dedicarme a esto profesionalmente. Soñaba con eso cuando era niña, pero nada de esto tenía que pasar y todavía me siento así. Empecé a hacer teatro de muy pequeña. Lo hacíamos mi hermano y yo, como quien juega al fútbol después del colegio, o lo que sea. Hacíamos producciones pequeñas, íbamos a clases de teatro, hicimos un par de producciones con adultos. Después de eso, otros padres les dijeron a los míos que había entonces obras en Broadway que necesitaban niños y que nos presentaran a los castings porque lo haríamos genial. Así que nos llevaron. Nos tomaron a los dos y una cosa llevó a la otra. Si no hubiéramos sido los dos, hubiera sido muy difícil, no creo que de ser uno solo mis padres hubieran trasladado a toda la familia. Es algo que no muchos padres harían”.
La historia de Sadie es radicalmente opuesta a la de los llamados “nepobabies” en Hollywood. Actores y actrices que han llegado ahí porque sus padres ya son figuras instaladas en la industria. La actriz reflexiona: “Todo el mundo encuentra su lugar en la industria de distintas maneras. A veces lo pienso: si hubiera tenido padres actores, eso me hubiera ayudado mucho. Tendría tanto conocimiento… pero estoy muy orgullosa de mí misma, de cómo me he hecho mi lugar en la industria. Nunca he estado hambrienta de fama, nada de eso, pero tengo amor y pasión por la actuación. Si tienes la pasión y el talento, que sea lo que sea”.
Pero Sadie es una amante de la moda y las marcas la adoran. Ha colaborado con Prada, Givenchy, Chopard y acaba de estar en el front row de Chanel. A lo que la actriz solo dice: “Me estoy divirtiendo muchísimo. Todo esto de la moda fue muy inesperado para mí. Nunca me vi como alguien estiloso ni pensé que tenía un look que alguien pudiera querer, no pensaba que eso estaría en mi futuro. Después de movernos de ciudad con mis padres, terminamos viviendo en un pueblo de alto poder adquisitivo, y mi familia nunca había sido así. Estar ahí con esa gente, todas con ropas muy lindas que yo no me podía permitir. Yo quería vestir como los demás, pero nunca lo conseguía. Ahora que trabajo con las marcas de lujo nunca creí que tendría estas prendas alrededor y podría apreciar cómo las hacen. Me doy cuenta de que estoy en una posición de privilegio y que llevar esta ropa solo es posible para un puñado de personas en el mundo.
Al preguntarle si puede visualizar el momento del final de Stranger Things y cómo será dejar de ser parte de todo ese equipo y tener que lanzarse sola al mundo, Sadie dice: “ha sido genial hasta ahora es saber que vamos a volver para otra temporada. Todos nos vamos, hacemos nuestros proyectos y después nos volvemos a encontrar en Stranger Things. No tener esta especie de manta de seguridad va a ser raro, pero a la vez creo que el show acaba en el momento adecuado. Todos nosotros estamos entrando en la adultez. Tengo ganas de ver qué pasa y qué hacemos cada uno de nosotros. La serie nos ha dado una plataforma increíble. Quiero ver dónde irá cada uno”.
Por último, Sadie ha confesado que The Devil wears Prada es la película que ha visto más veces, por lo que es inevitable preguntarle quién cree ella que es el verdadero villano de la película, a lo que la actriz responde sin dudas: “¡El novio! Nunca vi a Miranda como una amenaza. Ella es dura, pero ayuda a Andrea en su carrera. En cambio él es un lastre”.