Visibilizar la historia de las personas que viven en situación de calle es uno de los proyectos del estudiante de Comunicación Audiovisual que, justo en época de pandemia, dejó la casa de sus papás para aventurarse en el proceso de comenzar a vivir solo.
“Siempre he sido bien solitario, grupo de amigos chicos y no fue tan terrible no verlos por meses. Después igual me escapé a ver a un par de amigos, pero estuve bien encerrado”, comenta el hijo de Jorge Zabaleta, quien se dio cuenta que “estaba siendo un imbécil” al no aprovechar las oportunidades que se le presentaban por ser el hijo de.
-¿Estudias Comunicación Audiovisual?
-Entré hace dos años a Comunicación Audiovisual, pero antes había estudiado Literatura y Antropología porque me encanta escribir. Pero en ese momento no me sentía maduro para estudiar Antropología. Entré ahí con la idea de escribir, pero necesitaba algo más creativo y por eso entré a Literatura, pero me pateó. No calzaba nada con mis horizontes laborales. También quise ser profesor de historia. Y me sentí frustrado, fracasado (se ríe), y trabajando me di cuenta que me estaba guiando hacia lo audiovisual.
Y fue terrible estudiar online (por pandemia). Tenía mi cámara, pero no tenía ni luces, se las pedí a mi papá. Y grabé una entrevista, me grabé lavando los platos, intentando hacer lo que se podía. Obviamente hay ramos que me gustaría que fuesen presencial. Grabar es muy complicado, pero en verdad siempre ha sido entretenido, un desafío. Tienes que siempre inventar algo, y te agarras de la pandemia y ahí tienes historias, historias para escribir. Igual fue choro si lo miro para atrás.
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-¿Cómo ha sido lidiar con la fama de tu papá?
-De chico igual fue rollo. No me di cuenta en el momento, y cuando lo analizo me doy cuenta que no fue terrible. Pero me daba lata que me hablaran de él. Además, cuando empecé a salir, en la época del colegio, justo se hizo de moda Facebook y yo tenía 100 amigos en Facebook y 100 solicitudes de amistad. Había gente que me buscaba por el apellido y supongo que decían ‘ya, si igual se parece’ (se ríe). Me llegaban inbox y eso me daba rabia, porque yo no le ando preguntando por el papá a la gente (comenta entre risas). Yo igual era perno, y cuando empecé a ir a los carretes del colegio ni siquiera me preguntaban ‘Hola, ¿Cómo estay? o ¿Cómo te llamas?’, era ‘Hola, ¿Tú eres el hijo de Jorge Zabaleta?’. Me enojaba y decía ¡No! (se ríe). Más grande lo entendí, ‘por qué tengo que negar a mi papá, si es bacán’. Igual les encontraba razón de sentir intriga. Por ejemplo, soy fan de David Bowie, me gustaría conocer a su hijo y preguntarle por su papá. Lo que empecé a hacer es que cuando me preguntaban por mi papá, preguntaba de vuelta por lo suyos, cómo se llamaban, en qué trabajaban y les decía ‘¿Estamos hablando de los papás o no?’. Y me preguntaban mucho si es que iba a ser actor igual que él.
-¿Pensaste en ser actor?
Cachai que sí, pero igual no (se ríe). Es que me di cuenta que mi papá al ser actor y conocido me abre puertas que quisiera habérmelas ganado. Tener un trabajo y no saber si soy bueno de verdad o quedé por pituto. Como un tema de validarme a mí mismo, ese era el rollo. ¿Tendré alguna gracia yo? (comenta entre risas). Por otro lado, tener suerte y no usarla, es casi una falta de respeto. También uno tiene que ser honesto y saber si eres penca, pero tampoco hay que botar la suerte. No es algo que la gente tenga en abundancia.
Pero Raimundo encontró un espacio en el que su apellido no existía. “Empecé a patinar, muy chico y fue como mi refugio. Iba temprano al Parque Los Reyes, ahí nadie me preguntaba sobre mi papá, pero sí sobre qué trucos sacaba. Además conocí a gente con realidades muy distintas a la mía. Yo salí del Craighouse y conocí gente bacán de otros lados. Ahí (skatepark) nadie se preguntaba nada, nadie me preguntaba si mi papá era el del comercial de la mayo (se ríe). Patinábamos y mi grupo de amigos de la vida salió del skate”.
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-Incursionaste en Radio Z, ¿Te gustaría estar en otros proyectos radiales?
-Fue cuando dejé de estudiar Literatura. Mi papá sabe que me gusta la historia, nos habíamos ido de viaje a Italia y justo ahí estaba empezando a activar su Instagram, haciendo lives. Le pedí ir a Pompeya y empezamos a hablar de los graffitis. Y ahí me empezó a tirar la idea de a poco. Aperré y hablé con el director de la radio, Jorge Núñez, y un día me dijo ‘ya, piloteas mañana’. Hice el piloto y al siguiente día salí en vivo.
Me gusta la radio y quiero volver. Lo dejé en pausa cuando entré a la universidad, porque no sabía cuánto tiempo me iba a demandar la carrera. Estando en la radio hice un curso de estrategias de redes sociales y me empecé a encargar de eso, agarraba las cámaras, y ahí también nació la idea de estudiar Comunicación Audiovisual. Ahora quiero volver, pero en formato podcast. Tengo pensado hacer algo con gente que no tiene casa. La gente pasa y no los mira, pero tienen historia. No vamos a arreglar el problema de la gente en situación de calle como dicen en la tele, mirando pal’ lado. Hay que saber que existen, cómo viven. Hay algunos que trabajan, pero no quieren dejar de vivir ahí. Por eso me intriga hacer un programa con ellos.
-En un futuro, ¿Te gustaría estar frente o tras de cámara?
-Cuando entré obviamente nunca me imaginé estar frente a cámara. Pero eventualmente me gustaría hacer algo en actuación, también dirigir. Cualquiera de las dos posiciones en realidad. Quizás está en los genes, anda a saber tú (se ríe).
-Pero tu papá no es actor…
-De hecho mi papá es buzo profesional. Pero no sé, me gusta mucho Comunicación Audiovisual porque encuentro que es un mundo. Están las luces por un lado, tienes color, dirección, maquillaje, la música, el sonido, la animación, está todo. La animación me encanta, porque encuentro que el plano debe ser perfecto. Todo en la vida, el detalle es el que te enamora. Además lo que me pasa con Audiovisual, es que las reglas están para romperse. Si haces algo demasiado mecánico, la perfección nunca se ve natural. Haces algo y después puedes quebrar las cosas. Puedes meter un poco ‘de adentro’.
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