Revista Velvet | ¿Quién dijo decepción?
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¿Quién dijo decepción?

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¿Quién dijo decepción?

POR Lenka Carvallo | 27 mayo 2021

No hay dudas: hoy los libros que más están dando que hablar, que superan expectativas de venta —en Chile y gran parte del mundo occidental—  son de autoras mujeres.

Las grandes editoriales, como también las pequeñas y medianas, están publicando casi exclusivamente letras femeninas, sin prejuicios ni desaires, como ocurría hasta hace no mucho.

En buena hora las cosas están cambiando. Durante siglos fueron los hombres los grandes dueños de las letras, quienes incluso determinaban qué debían leer o no sus hijas, esposas, prometidas… Las mujeres que tenían la valentía de tomar pluma y papel debían firmar con seudónimos (de hombre, por supuesto) para interesar a los editores, por supuesto hombres (ejemplos hay montones, el más conocido es el de las hermanas Brontë).

Tampoco era fácil hacerse del tiempo y la energía para enfrascarse en la misión creativa: Jane Austen escribía escondida en la cocina, siempre de noche, a la luz de una vela, después de que los niños se dormían y tras cumplir con todas las obligaciones hogareñas; por fin a salvo de miradas intrusas. Porque la mujer estaba para servir al marido. La esposa de Tolstoi, por ejemplo, pasaba días mecanografiando lo que el célebre autor ruso escribía a mano. Imaginen a esa pobre mujer pasando en limpio Anna Karenina, una de las grandes obras de la literatura universal, que en sus recientes ediciones cuenta con mil páginas, ¡mil!.

Desde luego que la obra literaria femenina hasta hace poco era considerada sensiblera, de baja calidad intelectual, nada realmente interesante para los supuestos dueños del conocimiento y la racionalidad. Las que lograban extrañamente derribar los prejuicios, eran escasamente reconocidas o se decía que “escribían como hombre”, como le pasó a Marta Brunet.

Isabel Allende me contó que su primera novela, La Casa de los Espíritus, no fue considerada dentro del llamado boom latinoamericano (donde sí entraban Gabriel García Márquez o Mario Vargas Llosa) sino como “post boom”, pese a que su texto era absolutamente contemporánea. La ganadora del Premio Nacional de Literatura 2010 ha sido una de las 5 en contar con este reconocimiento frente a un total de 49 hombres acá en Chile… La composición del Nobel de Literatura anda por ahí: 16 vs 101.

En fin, serían muchas páginas el enumerar las infinitas injusticias literarias. Pero sirve para entender y celebrar el boom literario actual, con una cantera de mujeres en torno a los 30 años que hoy se abren paso sacándose de encima todos los prejuicios.

Ese es el caso de Paulina Flores. Tras su exitosa primera obra (Qué Vergüenza. Hueders, 2016), su premiada compilación de cuentos, hoy la autora acaba de lanzar su primera novela, Isla Decepción (Seix Barral). Una entrega muy esperada entre el círculo literario como también por los seguidores de esta autora. De partida, por la particular voz con la que irrumpió en la escena narrativa hace cinco años. Porque un segundo trabajo puede confirmar o bien echar por tierra una elogiosa primera impresión y, claro está, porque se trata de una novela, y todos sabemos que no es lo mismo escribir relatos que emprender una narración de largo aliento.

Las expectativas eran altas y Paulina logra estar a la altura. Empezando por la elección de la historia: un náufrago coreano rescatado desde el gélido estrecho de Magallanes, en las cercanías de un buque-factoría, que más parece una cárcel marítima. La autora se inspiró en hechos reales: son varios los casos de marineros orientales que han arriesgado sus vidas lanzándose a las frías aguas de esta parte del mundo.

En Punta Arenas, los tres personajes (Lee, Miguel y Marcela, estos últimos padre e hija) se reconocen y luchan con sus pérdidas y decepciones.

Personalmente no me sentí cómoda con el lenguaje utilizado por la autora (“Luego aceptó que el viento ya la tenía chata”. “El hizo como si espantara una mosca con una mano, una mosca pesá”), sin embargo se equilibra con una prosa que alcanza a ser poética, detallada en sus descripciones y muy sensorial.

En las 360 páginas de Isla Decepción hay una estructura narrativa ágil que invita a seguir leyendo; personajes muy bien delineados, diálogos ingeniosos  (más ingenioso aún cuando  hay un coreano que no habla nada más que su propio idioma)  y un trabajo de investigación que es uno de los mayores valores de esta novela. Atención con la narración que la autora emprende del Melilla, el barco factoría, con todos sus tripulantes y que marca el punto más alto de la novela y que a ratos parece inspirado en maestros del mar como Francisco Coloane. Paulina se instaló varias semanas en Punta Arenas y se subió a los temibles barcos pesqueros para conocer un drama del que casi nadie habla. Sólo esa parte de la novela le tomó un año escribirla.

También fue a Corea del Sur, Seúl y Busan, investigando sobre estos barcos calamareros. “Fue un montón de investigación: sobre la luna, sobre la fauna marina, sobre la pesca de calamares. ¡Ahora sé pescar calamares! Sería gracioso mostrar todas las cosas en las que tuve que indagar”, dijo en una entrevista.

Hasta ahora. Quizá nos dé tema para una próxima serie en Netflix, como escuché decir por ahí. Un trabajo absolutamente recomendable. Puras flores, Paulina.

Paulina Flores (1988) es licenciada en Literatura Hispánica. Su primer libro (Qué Vergüenza) obtuvo el premio Roberto Bolaño, el Premio Círculo de Críticos y el Premio Municipal de Literatura; fue seleccionado por el diario El País entre los 10 mejores libros de 2016 y ha sido traducido a ocho idiomas. Este año la autora fue la única mujer chilena seleccionada por la prestigiosa revista inglesa Granta para su lista de narradores jóvenes en español. Hoy está en Barcelona para un máster en creación literaria de la Universidad Pompeu Fabra.

Fotos Paulina Flores por Angela Precht.

 

 

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