Uno de los estandartes de la campaña de Joe Biden a la presidencia y con la cual los demócratas recuperaron la Casa Blanca luego de un complicado periodo con Donald Trump a la cabeza, y la referente mundial al convertirse en la primera mujer vicepresidente de los Estados Unidos, vive días complejos. La aprobación de Harris es solo del 43.5% según las últimas encuestas y su desaprobación está muy cerca del 50%. De esta manera se convierte en la vicepresidenta peor evaluada en mucho tiempo.
Todo empezó a comienzos de junio, cuando el presidente Joe Biden la envía en misión especial -y a su primer viaje fuera de Estados Unidos- para gestionar la crisis migratoria en la frontera con México. Un gesto para demostrar autoridad y que la nueva administración se estaba haciendo cargo del problema. En entrevista con la cadena NBC, Harris aseguró antes haber estado en la frontera cosa que el periodista inmediatamente desmintió. Ella contra respondió diciendo “tampoco he estado en Europa”. Una frase desafortunada que quedó como anécdota, pero hubo más. Estando en Guatamala lanzó un mensaje que incomodó a sus adherentes, el mundo progresista, pidió a aquellos que estaban pensando en viajar sin papeles hacia los Estados Unidos que no lo hicieran: “No vengan, no vengan”, dijo. Desde entonces, su popularidad va en caída libre.
La dimensión del desplome de su figura varía según la encuesta que se analiza. En estudios más conservadores aparece con la peor nota para un vicepresidente en 50 años. Según los demócratas en cambio, son los peores datos en 30 años.
Las expectativas que se tienen con su figura son altísimas y la presión es aún mayor. De hecho, desde su llegada a la Casa Blanca se le ve como la posible carta demócrata a las elecciones de 2024, dada la alta edad de Joe Biden que podría impedirle ir a una reelección. Kamala Harris es, además, la primera persona de origen indio y jamaicano en lograr un cargo de esta relevancia, y esta crisis suma además un nuevo ingrediente: Afganistán.
El bajo perfil que ha asumido durante las últimas semanas desde la retirada de las tropas norteamericanas desde Kabul ha sido notorio. Cuando se detonó la crisis en el país árabe, Kamala estaba de gira por el sudeste asiático. En un punto de prensa a fines de agosto, defendió la política de Biden y de cómo se estaba desarrollando la evacuación. Desde ahí, solo ha emitido algunos tuits en apoyo al primer mandatario, mientras los grupos feministas aún esperan una reacción más vehemente acerca de la situación que están viviendo las mujeres afganas frente al control de los talibanes.