Todos tenemos arraigadas costumbres a la hora de viajar y la mayoría no hace la maleta sin incluir algún fetiche, más o menos curioso. En el caso de la familia real británica estamos ante un caso extremo de lo maniático: un Martini ya mezclado, una tapa para el baño, un guatero de agua caliente y un par de cuadros con estampas de las Highlands forman parte del imprescindible kit de emergencias que sin ellos, tanto el príncipe Carlos como la reina Isabel II, no se animan a salir del Palacio de Buckingham.
Así lo revela el libro The Palace Papers, recién publicado por la periodista Tina Brown, que hace un vasto recorrido por estos y otros secretos de los inquilinos del castillo Windsor. Brown, conocida como la célebre editora de Vanity Fair, es autora de The Diana Chronicles, una de las más afamadas biografías de Lady Di. Isabel II usa el mismo conjunto de maletas marca Globe-Trotter desde 1947. Leen bien. Tiene mérito (y es muestra de la calidad del producto) pues es la reina que más ha viajado en la historia de que se tenga constancia: ha visitado hasta ahora 120 países.
Entre sus curiosidades para los viajes se encuentra: una porción de pastel de frutas escocés, un guatero con agua caliente para meter en la cama, papel higiénico sellado que solo ella puede romper, remedios para el jet-lag, sangre para transfusiones y, como los demás miembros de la familia, siempre lleva atuendo negro por si se encuentra ante un deceso. De todo menos pasaporte. No lo necesita pues todos los expedidos en Reino Unido lo son a su nombre, así que sería como llevar un autorretrato.
Si bien ambos necesitan conocer previamente el menú con que se encontrarán en destino, para algunas cosas el príncipe Carlos es aún más especial que su madre. En varias ocasiones, su escolta ha entregado al mayordomo de turno un Martini mezclado a su gusto para ofrecérselo en su propia copa. Sabido es que Michael Fawcett, antiguo ayudante de cámara del príncipe de Gales, tenía entre sus cometidos dejarle el cepillo con pasta de dientes listo para el heredero a la corona. Fawcett también se encargaba de colocar dos cuadros de las Highlands en la habitación que el príncipe fuese a ocupar. Y es que Carlos viaja muy bien equipado; cuando se instala en casa de amigos lo antecede un camión para trasladar su cama ortopédica, el aro del asiento para el baño y papel higiénico marca Kleenex Velvet, entre otros accesorios.
Naturalmente, además de estas curiosidades, Tina Brown se pregunta qué ocurrirá cuando la reina Isabel muera. Será un impacto social desconocido para el pueblo británico, afirma. Es optimista sobre el príncipe Carlos, a quien los ciudadanos se unirán detrás de él porque es una persona genuina. En el libro, Tina Brown realiza un ejercicio en defensa de Camilla Parker, a quien muchos británicos fieles a Lady Di llamaban “vieja bruja” y que fue el hazmerreír cuando se filtraron aquellas conversaciones íntimas con Carlos. La autora destaca que la Duquesa de Cornwalles jamás dijo una palabra y resistió con estoicidad. La misma de la que hace gala la reina. Sin embargo, revela que al Príncipe William le cae muy mal la idea de que algún día, más temprano que tarde, Camilla se convierta en la reina consorte.
La periodista profundiza en la personalidad de los Windsor sin dejar ni un cabo suelto: la muy perfecta Kate Middleton, el errático Harry, el futuro de la monarquía en manos de William, favorito del pueblo y quien no se habla con su hermano, la ambiciosa Meghan, y la revelación más grave de todas: “Una fuente de palacio me aseguró lo disgustada que está la reina: el Príncipe Andrés es un indeseable que enloda a la familia”.