Haciendo un juego de palabras, podría relacionarse con Amazon (tienen una raíz muy similar), pero no, nada más lejos de eso. Amaxofobia es la palabra técnica que se usa para describir una de las fobias más comunes entre las personas. Y se trata al miedo a conducir, una de las aprensiones más recurrentes entre la población, junto al miedo a los espacios cerrados y a los espacios abiertos. Un trastorno que la propia Penélope Cruz declaró sufrir.

Gracias a su papel en Ferrari, la película actualmente en cartelera y donde da vida a Laura Ferrari, la esposa de Enzo Ferrari quien interpretado por Adam Driver), la actriz española ganadora del Oscar, reconoció que ella sufre de Amaxofobia. “Tengo mucho miedo a la velocidad. A mi hermana Mónica la chocó un auto cuando tenía 7 años y es un trauma bastante fuerte. No era consciente de que iba a ser tan fuerte pero con los años he visto que para mí los autos son una amenaza”, contó la actriz en una entrevista en El Hormiguero.

Tal es su aprensión que antes de adentrarse a estudiar su personaje en la biopic sobre el piloto y empresario automovilístico, la primera pregunta que le hizo al director del filme, el emblemático Michael Mann, fue la siguiente: “¿No tendré que conducir un Ferrari?”. Según expertos en este tipo de trastornos, en el caso de la Amaxofobia, el cerebro identifica la conducción como un peligro inminente. También existe una asociación no-correcta entre capacidad y control, es algo así como: “No voy a ser capaz de tener el control mientras conduzco”.

Puede ser que la fobia sólo afecte a la persona si tiene que conducir ella, pero no cuando va de copiloto o en el asiento de atrás porque en ese caso sí cuenta con la sensación de seguridad, pero existen incluso quienes no se pueden subir a un auto. Y esto puede deberse a una sensación de desprotección que se ha quedado instalada a partir de una experiencia anterior que tiene que ver con accidentes automovilísticos, como es el caso de Penélope, pero otras y aunque parezca curioso, con la crianza que te han dado tus padres. Si uno de mis progenitores (o ambos) cae en la sobreprotección, anticipándose a los peligros que te pueden afectar, puede generarte una serie de inseguridades, entre ellas adquirir este trastorno.

Te puede interesar

Entre los peores inconvenientes de esta aprensión, están los síntomas que conlleva: sudor de manos, temblores, falta de aire, parálisis e incluso ataques de pánico. Para superarlos, los expertos proponen: ir consiguiendo seguridad en pequeñas cosas y de la mano de un conductor profesional. Avanzar en tu seguridad en la medida que sientas conseguir absoluta tranquilidad. Utilizar la respiración abdominal para acompañar este proceso. Compartir tus miedos y escuchar argumentos lógicos, por ejemplo, que si tu temor fuera de verdad cierto las calles estarían vacías. Y aunque la mayor parte de las veces este tipo de trastornos requiere atención psicológica para saber su procedencia, hay que aprender a identificar cual fue el aprendizaje vital que detonó este tipo de miedo.