En medio de la crisis medioambiental, socioeconómica y humanitaria, de la precariedad y de todo el pesimismo que amenaza nuestra existencia cotidiana, el cartooncore surge como un antídoto de fantasía y alegría, rechazando tanto los dogmas de la elegancia clásica como la moda anodina que abrazamos desde el confinamiento, siempre en favor de una extravagancia colorida y voluminosa.
Según los entendidos esta tendencia parece una reacción a las ostentosas muestras de riqueza de influencers y famosos durante la pandemia. Presumir de aviones privados, vacaciones de lujo, bikinis nuevos ha empezado a enojar a la gente en lugar de hacerla aspirar a ese nivel de riqueza. Por el contrario, cuando vemos ropa de dibujos animados, se disparan los centros de dopamina de nuestro cerebro. Esta tendencia inobjetable y divertida proporciona el escapismo que necesitamos en estos momentos.
Más allá de las pasarelas, la mayoría de firmas de lujo han adaptado la extravagancia infantil del cartooncore en forma de accesorios acolchados, haciéndose eco de aquella tendencia ya citada en la que fueron pioneros Bottega Veneta y Maison Margiela. Así los bolsos y zapatos más deseados del momento poseen un aspecto ingrávido y reconfortante, con diseños tan engrosados como sus precios. Al fin y al cabo, la ropa de los dibujos animados es un canto pop a la individualidad y a la marca personal. Como esos niños que llevan a diario su disfraz de Spiderman o de Blancanieves, sin actitud de que van a un carnaval ni a un cumpleaños, ni menos del miedo al qué dirán; es la moda como fuente de diversión y felicidad. Salir de nuestra zona de confort para entrar en ella de verdad. Lo que siempre debió ser y en algún momento olvidamos, tal vez por imposición social.
El caso es que últimamente hemos visto a Harry Styles vestirse de arlequín, tanto para sus conciertos como en la alfombra roja de los Premios Grammy 2023, el mismo evento donde Shania Twain, con traje y sombrero parecía como sacada de un capítulo de Hannah Montana. Por no mencionar a Dua Lipa, que no deja de sumar likes gracias a sus botas de Hello Kitty, o a la mismísima Paloma Mami en su reciente presentación en el Festival de Viña haciendo eco al animé japonés.