“Cultural, histórica y estéticamente significativa”, así la definió la Biblioteca del Congreso de los Estados Unidos. La Novicia Rebelde se convirtió en el éxito necesario para que 20th Century Fox repuntara después del fracaso de Cleopatra (1963). Los ánimos estaban muy bajos y las cuentas también. Pero para su suerte, este musical filmado en parte en Salzburgo, Austria, se convirtió en un éxito de taquilla y se llevó cinco premios Óscar.
Es de esas películas que envejecen bien. La trama se ha mantenido fresca por más de 50 años y nos sigue entreteniendo a pesar de que es la favorita del cable para repetir un domingo en la tarde. El film está basado en el musical de Broadway, algo que era muy usual de la época: llevar los éxitos del escenario a la gran pantalla.
Además, la historia guarda otro interesante dato. Está inspirada en las memorias de una novicia real, Maria Von Trapp, “La historia de los cantores de la Famila Von Trapp”, fue el libro que publicó en 1949. Sin embargo, muchos datos fueron cambiados y adaptados para la pantalla, como también, muchas de las canciones del propio musical que a Robert Wise no le parecían atractivas.
Fue justamente ese playlist que cantaba la novicia (Julie Andrews) junto con los siete niños a los que cuidaba en esas verdes praderas de Austria, el que quedó marcado en el recuerdo de generaciones. Aunque casi no estuvo la voz de Andrews. Según se cuenta, costó que la actriz quisiera tomar el papel, porque justo venía del éxito de Mary Poppins y no estaba segura de querer otra película en la que cantara con niños. Pero Wise se juntó con ella y la convenció de que esto no sería nada parecido.
La novicia Rebelde es de esas películas que no importa en qué momento de tu vida estés, siempre te va a sacar una sonrisa y vas a querer recorrer esas montañas bailando y cantando.