Así como la dieta mediterránea, una alimentación alta en proteína se ha vuelto una de las más recomendadas a la hora de bajar de peso, o bien, de mantener la línea y tonificar.

Por definición, una dieta alta en proteína “es aquella que supera los valores mínimos recomendados para la población general (unos 0,8 gramos al día por kg de peso). Un aporte proteico adecuado es clave para evitar la pérdida de masa muscular, entre otros beneficios, pero esto siempre dependerá de las necesidades individuales“, explican desde el Colegio Oficial de Dietistas-Nutricionistas de la Comunitat Valenciana.

Pero, ¿por qué se adelgaza con una dieta proteica? La respuesta está en la ciencia, y en el hecho que las proteínas puras (las que vienen de la carne) reducen el apetito. Esto porque su proceso digestivo es más lento. Entonces, si se consumen en un volumen mayor, provoca un aumento en los cuerpos cetónicos, responsables de la saciedad. En consecuencia, puedes pasar más horas sin comer, o bien, no caerás en el “picoteo” entre comidas. Y llegas con menos hambre a las horas de comida. Pero ese no es el único beneficio, sus defensores aseguran que este tipo de alimentación ayuda a reducir la retención de líquidos.

¿Es una dieta para todo mundo? Al igual que en cualquier pauta de alimentación esta debe ser personalizada, y guiada por un experto. Aunque, por lo general. se indica a personas que cuentan con un “estrés metabólico”, es decir, que el cuerpo no está en condiciones normales.

De ahí la importancia de consultarlo con un profesional de la nutrición. Ya que el exceso de proteína puede tener sus consecuencias. Como por ejemplo, fallos en riñones o el hígado. Por lo mismo, en el caso de síntomas como orina con olor más “amoniacal”, dolor abdominal, estreñimiento, variación en el alimento, sangre en la orina o un tono amarillento en la piel, se debe consultar a un médico. Puedes estar exagerando con la proteína.