Algunos volvieron al home office, y otros simplemente nunca más abandonaron esta nueva normalidad laboral. Sea cual sea el caso, los expertos advierten sobre la importancia de no ceder ante el pijama y vestirse para trabajar, aún cuando tu nueva oficina sea el comedor de la casa.

Y es que la ciencia lo confirma. Nuestras acciones dan forma a nuestro cerebro . Al estar en pijama, nuestra mente lo asocia al descanso y al relajo, por lo tanto, si trabajamos en ropa de dormir estamos dándole la idea e indicación equivocada. Entonces, si queremos pasar al modo productividad, el pijama se debe quedar en la cama.

Ahora bien, los expertos comprenden que en modo home office prolongado, es normal caer en el letargo o relax, haciéndose más difícil pasar al modo trabajo. Por lo mismo, la recomendación es hacerlo poco a poco. De ahí la importancia del cambio de ropa, ya que para nuestro cerebro es señal de productividad y parte de la rutina: ducharse, vestirse y desayunar, por ejemplo.

De esta forma, no solo nos ayuda a focalizarnos, sino también a entender en qué momento del día estamos. Además, nos sirve al momento de desconectarnos, porque si pasamos todo el día en ropa de dormir, la mente no realiza el corte al modo de descanso.

Durante la pandemia, las personas han experimentado el abandono de ciertos hábitos, entre ellos, el vestirse para trabajar. Y esta carencia de cosas que solíamos hacer puede generar cuadros de depresión o angustia. En estos casos, por más banal que suene, el vestirse es clave, ya que también mejora la percepción de nosotros mismos.