Parto yo. Aunque fue difícil decidirme, estos son mis tres momentos favoritos de Love Actually:
1.- Luego de la conferencia de prensa junto al Presidente de los Estados Unidos (personificado por Billy Bob Thornton) y donde el Primer Ministro, en la piel de Hugh Grant, luego de darse cuenta de una suerte de acoso del mandatario gringo hacia su secretaria personal y objeto de deseo romántico, le quita todo apoyo bilateral, Hugh Grant al ritmo de Jump de Girls Aloud, se manda un inspirado baile en la “supuesta” soledad de su residencia en Downing Street y que marca uno de los momentos imborrables de este filme inevitable que si lo quieres volver a ver, está disponible en la plataforma de streaming, Amazon Prime Video.
2.- Y si vivimos un nudo en el estómago en aquella secuencia cuando Andrew Garfield recibe la visita intempestiva de Keira Knightley para que le muestre las imágenes que él ha hecho de su matrimonio con su mejor amigo, el cuadro siguiente tampoco nos deja tan bien. Pero nos inunda de un sentimiento de amor del bueno. Y en la noche de Navidad, arremete el personaje de Garfield a golpearle la puerta a Knightley, ya junto a su marido viendo televisión, y en clara alusión a los niños que pasan a cantar villancicos por fuera de las casas, él con una radio y unos ingenuos carteles, le declara su amor imposible.
3.- El climax final del filme sucede en Portugal. Hacia donde viaja Jamie, el personaje de Colin Firth, seguido por toda la familia y los vecinos de la futura novia, a pedir la mano de Aurelia, la chica asistente de su casa que le hace olvidar la infidelidad que sufre de parte de su novia y de su propio hermano, al comienzo del filme. En intrincado pero adorable portugués, Colin Firth nos regala la guinda de la torta de este filme que tiene muchas capas que iremos revisando en este artículo.
Y es que son muchos los grandes y pequeños momentos de los que está plagado un filme como Love Actually, que la convierten en la película más memorable y la favorita de muchos en esta época navideña. Ya desde el comienzo, con esa apertura inequívoca en una aeropuerto, lugar de despedidas y reencuentros. De unión de culturas, de sueños, expectativas, esperanzas, distancias y uniones. De besos, abrazos y humanidad. Ahí está la clave de lo que vendría luego. Una comedia romántica, fraternal y familiar, coral. Retazos de historias y personajes donde todos terminan teniendo un vínculo directo o no, con todos. Un trabajo mágico de guion, que no necesita de grandes giros ni saltos, ni tampoco de explicaciones muy rebuscadas para tocarnos el corazón. Además, y sobre todo, porque cuenta con un reparto de actores de lujo que se lo quisiera cualquier producción.
Hugh Grant, Liam Neeson, Colin Firth, Laura Linney, Emma Thompson, Keira Knightley, Rowan Atkinson, el desaparecido Alan Rickman, y apariciones estelares de celebridades que alcanzaron notoriedad tiempo después, como Martin Freeman (El Hobbit), Andrew Lincoln (The Walking Dead) y January Jones (Mad Men), se sumaron a cameos de figuras hasta ese momento algo desaparecidas como Denisse Richards o de otras que no tienen que ver con lo cinematográfico pero que sorprendieron con su aparición, hablamos de la célebre modelo alemana Claudia Schiffer. Lo cierto es que, aún con todo ese reparto, la crítica en 2003, año de su estreno, fue bastante tibia con Love Actually.
La cinta dirigida por el verdadero rey midas de las comedias inglesas, Richard Curtis (4 bodas y un funeral, Notting Hill), terminó revirtiendo la historia llegando a convertirse en lo que es hoy: la película ícono de la Navidad, sin que aún aparezca clara competidora.
La acción se sitúa en Londres, cinco semanas antes de Navidad. A lo largo de las dos horas que dura el filme se descubrirán diversas historias de algunos de sus habitantes, desde el Primer Ministro hasta unos dobles de películas porno. Algunas son tristes, otras enternecedoras, pero evidencian lo mismo en su conjunto, que como dice la canción que canta el rockero que interpreta Bill Nighy “el amor -o en este caso, la Navidad- está en todas partes”.
Una gran historia que abarca nueve relatos entrelazados, que parece algo simple, pero que no tiene nada de sencillo. Historias muy variadas pero todas muy universales. Richard Curtis, su director, sale más que bien parado poniendo mucha ternura y calidez en ellas, plasmando básicamente el espíritu de estas fiestas de fin de año.
¿Un par de anécdotas para terminar?
1.- Las imágenes del inicio, en donde se ve la llegadas de pasajeros siendo recibidos por sus seres queridos en Heathrow se rodaron en el propio en el propio aeropuerto con cámaras ocultas durante una semana. En el comentario del DVD de la película, Curtis explica que cuando la cámara captaba algo especial, un miembro del equipo salía corriendo para contactar con los sujetos y pedirles que firmaran el permiso para que la captación de ese momento se incluyera en el filme. El director afirmaba que ver el amor expresado en la puerta de llegada de Los Ángeles es lo que lo inspiró para escribir esta comedia romántica.
2.- El director pretendía inicialmente incluir 14 historias de amor. Dos fueron recortadas en la fase de guion, y otras dos durante el montaje. Los que se perdieron antes de la producción involucraron a una niña con una silla de ruedas y uno sobre una chica que graba una canción de amor para una compañera de clase. Lo que se rodó pero finalmente quedó fuera fue un breve aparte con dos mujeres africanas que hablaban de las dificultades de la vida, y otra historia que seguía a la directora de un colegio, revelando su compromiso desde hace mucho tiempo con su novia. Sin duda las historias habrían ayudado a evitar las críticas que se le han hecho a la película sobre la falta de diversidad.