Entre la realeza británica y Hollywood hay una conexión más profunda que las alfombras rojas o los estrenos de gala: el compromiso por la preservación del planeta. En julio, el rey Carlos III y la actriz Cate Blanchett se reunieron discretamente en Windsor para grabar un episodio especial del pódcast Unearthed, producido por los Jardines Botánicos Reales de Kew.
La conversación, grabada bajo la luz dorada del verano inglés, celebra los 25 años del Millennium Seed Bank, una iniciativa pionera dedicada a resguardar semillas de todo el mundo antes de que desaparezcan por la crisis climática. “El futuro de la vida en la Tierra podría depender, en gran medida, de las semillas almacenadas en este banco”, señaló la actriz al respecto.
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La ganadora del Óscar, de 56 años, ha estado vinculada a causas medioambientales desde hace años, especialmente a través del Earthshot Prize, impulsado por el príncipe William. Pero este encuentro con el rey representó algo más: una alianza simbólica entre ciencia, arte y liderazgo.
“Hay una urgencia en el trabajo que realiza el banco de semillas”, reflexiona Blanchett durante el episodio. “Me sorprendió saber que el 97 % de los prados silvestres han sido arrasados. No creo que lo comprendamos del todo. Porque miramos a nuestro alrededor y vemos tanta belleza natural inmediata, pero no pensamos en lo frágil que es”.
Por su parte, el monarca británico habló con la convicción de quien lleva décadas defendiendo la naturaleza. Recordó uno de sus proyectos más personales, Coronation Meadows, creado para conmemorar la coronación de su madre, la reina Isabel II. “Pensé que era una buena excusa porque ya sabía del daño real que se ha hecho a nuestros prados llenos de flores desde la guerra”, explicó.
Cuando Blanchett comentó sorprendida, “¿De verdad, en tan poco tiempo?”, el rey respondió sin rodeos: “Porque lo que puedes destruir en un solo día al arar la tierra, tarda prácticamente cien años en recuperarse”. Y añadió que ha sido testigo de ello en sus viajes anuales a Transilvania, donde aún sobreviven praderas que parecen detenidas en el tiempo. “Allí, rescatan prados antes de que se destruyan, porque son únicos”, dijo, destacando que algunos albergan “unas 17 o 18 especies diferentes de orquídeas”.
El resultado es una conversación íntima y profundamente humana entre dos voces distintas, unidas por una misma causa: proteger la biodiversidad antes de que sea demasiado tarde.