Revista Velvet | Petra: En el camino que lleva a Belén
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Petra: En el camino que lleva a Belén

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Petra: En el camino que lleva a Belén

POR equipo velvet | 13 diciembre 2020

Por Daniela Urrizola

Viajar a Medio Oriente es una experiencia distinta. Sin embargo, hacerlo a Jordania, para conocer Petra, es un recorrido que va más allá de las culturas y tradiciones diferentes; es viajar a través de la historia de la humanidad.

Además, Petra tiene una antesala de lujo: Amán, la capital de Jordania. Para llegar a la llamada Ciudad Perdida, es obligatorio vivir por lo menos dos días de la velocidad de esta urbe diversa y cosmopolita, que ha recibido a lo largo de su historia a miles de refugiados provenientes de los conflictos regionales. Circasianos, armenios, palestinos, iraquíes y sirios conforman aquí una sociedad multicultural y única.

Amán se construyó por primera vez en siete colinas, pero ahora se extiende sobre 19, compuestas por 27 distritos. De ahí que, para recorrerla a pie, las escaleras son casi obligatorias. Del mismo modo, hay que adaptarse al sonido de la ciudad, con las bocinas de los automóviles en un tráfico caótico, los llamados a la oración cinco veces al día y los fuegos artificiales e incluso disparos que son propios de celebraciones como bodas, graduaciones, elecciones y compromisos.

Pero hay también espacios para la calma, como la Ciudadela, uno de los imperdibles de la Ciudad Vieja. Entre los principales atractivos está el templo de Hércules, que se eleva sobre la ciudad en la colina más alta de Amán, Jabal Al Qala. En la historia de este monte están presentes civilizaciones importantes que se extendían por continentes. Se cree que este lugar fue testigo del nacimiento de las tres grandes religiones monoteístas: judaísmo, cristianismo y el islam. Además, fue precisamente en este lugar donde sucedió la historia de David y Goliat.

LA CIUDAD PERDIDA

Petra es uno de esos lugares que te dejan sin palabras cuando se les visita. Su nombre en griego significa “excavada en piedra” y está ubicada en un angosto valle, en la región montañosa de Edom. En el siglo VI a.C., los nabateos –un pueblo árabe principalmente comercial– lo convirtieron en su principal asentamiento. Desde este lugar trazaron la ruta comercial entre Arabia y el Mediterráneo, que los llevaría a su máximo esplendor en el siglo I d.C.

Es así como Petra se emplaza en el camino por el que pasaban las caravanas que comercializaban seda y especies entre Oriente y las ciudades de Jerusalén y Belén. En este contexto, y como se dice en el Nuevo Testamento de la Biblia, los reyes magos –Melchor, Gaspar y Baltasar– pasaron, cargados de oro, incienso y mirra, por numerosos lugares hasta llegar, guiados por una estrella, a celebrar el nacimiento de Jesús. Aunque los evangelios dan pocas pistas, es casi indudable que su última escala antes del encuentro en el pesebre de Belén, habría sido este punto de Jordania.

Pero el florecimiento de Petra tendría un fin: nuevas rutas más accesibles, varios terremotos y numerosas tormentas de arena e inundaciones hicieron que, a partir del siglo VI d.C., sus habitantes abandonaran el lugar y la ciudad desapareciera. Hasta que, en 1812, el explorador suizo Johann Ludwig Burckhardt consiguió que los habitantes locales le llevaran a conocer esa Ciudad Perdida de la que tanto se hablaba.

SECRETOS EN LA ARENA

Pero la historia de Petra –con sus orígenes y teorías– sigue escribiéndose día a día. Se dice que, en la actualidad, la ciudad sólo está visible en un veinte por ciento y que el resto de sus secretos se encuentran aún escondidos bajo la arena del desierto. Uno de estos secretos, ahora conocido, fue cómo los nabateos se abastecían de agua: la explicación la tiene el siq o desfiladero, ubicado en la entrada principal de la ciudad. Un cañón formado por el paso del agua que mide 1,5 kilómetros de largo, con una altura que va desde los 91 a los 182 metros.

Otro de los secretos que ha sido descubierto a lo largo de años de estudio es que Petra nació para los nabateos como un centro funerario, bautizado como la “ciudad para el día de mañana”. Los habitantes vivían en jaimas (carpas de cuero), ya que los edificios excavados en piedra fueron construidos en su mayoría como tumbas, de todo tipo y magnitud. Hay algunas muy sencillas, que son simples huecos de acceso a una cueva, pero también otras bastante esplendorosas.

Entre estas, la más famosa es Al-Khazneh, popularmente conocida como El Tesoro de Petra. Al-Khazneh fue excavada sobre la roca, probablemente de arriba hacia abajo, tiene una altura de 40 metros y una anchura de 28. Fue construida en el siglo I a.C. El nombre viene de una leyenda, según la cual dentro de la urna en la cúspide de la construcción se oculta un tesoro. Beduinos y otomanos disparaban sus fusiles con la intención de hacer caer las monedas. Sin embargo, nunca lo lograron, y el tesoro supuestamente sigue ahí, en medio del desierto de Jordania, junto a otros miles de tesoros que aún permanecen ocultos bajo tierra y que todavía quedan por descubrir.

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