Fue pionera en el mundo de las modelos plus size de Chile, y probablemente la primera en trascender con nombre y apellido no solamente por su cuerpo, sino también por su manera de pensar. De chica odiaba su pelo, al igual que muchas otras cosas de su cuerpo: “No tenía pelo de princesa. Ni largo, ni liso. Es grueso, y cuando me hacía las dos trenzas que todas se hacían, a mí me quedaban gordas y cortas. Mi pelo es igual de rebelde que yo, y teñirme de colores me hizo enamorarme de él”, dice.
Antonia recuerda que en la adolescencia su pelo fue el motivo que encontró para mirarse al espejo. “Pasé por todos los rojos, hasta naranja fosforescente incluso. Me lo teñía con lo que encontraba. Fui probando; tuve tres colores al mismo tiempo. Cuando estaba embarazada, me pasé al morado, y así llevo como cinco años. Una vez, cuando empecé a modelar, me pidieron que no me tiñera más para que mi perfil fuera más vendible… Lo probé así durante un año, pero trabajé una sola vez, así que volví al morado”.
–¿Cómo lo cuidas?
–Aprendí que no todos los tratamientos sirven para todos los tipos de pelo. Pasé por un montón de peluquerías, me gusta que me recomienden cosas que le sirven a mi pelo, porque finalmente el pelo es como la piel. Me lo lavo una vez a la semana, eso me ayuda a mantener el color. Y me lo lavo dos veces.
–¿Qué productos estás usando?
–Me pongo el acondicionador de la línea regeneración extrema de Dove primero, luego el shampoo de la misma línea, y después nuevamente el acondicionador. Hidratar antes de limpiar, y el chorro de agua congelada para terminar lo odio con mi alma pero es obligatorio.
–¿Algún tip para las personas que tengan el pelo con daño químico como el tuyo?
–El súper acondicionador factor 80 y, lavado por medio, aplicar la máscara de tratamiento. La gracia es que, como es un concentrado, con un minuto es más que suficiente