Este año en noviembre se cumplirán 10 años desde aquel trágico accidente que terminó con la vida de Paul Walker a sus 40 años. Hoy, 12 de septiembre, sus cercanos y el mundo lo recuerda en el día en que cumpliría 50 años.
Rápidos & Furiosos 7, fue la última película de la saga (que ya cuenta con 11) en la que Paul Walker interpretó a Brian O’Conner. “No me importa dónde estés, a medio kilómetro de distancia o del otro lado del mundo. Siempre estarás conmigo y siempre serás mi hermano”. En el momento en que Dominic Toretto (Vin Diesel) le dedica dichas palabras a Brian O’Conner en el final del film, el silencio se apoderó de las salas de cine.
Los seguidores de la saga sabían que era la última vez que verían a Walker, ya que se trataba de la primera película de la franquicia estrenada tras su muerte. Ningún otro actor ha sido velado en las salas de cine de esta forma.
Walker, quien hoy hubiese cumplido 50 años, falleció el 30 de noviembre de 2013 en un accidente automovilístico. Y en sus últimas horas hubo un mensaje que cambió ese día para siempre.
Ese día sábado, por la mañana, Paul estaba en su casa de Los Ángeles. Había cumplido los 40 años hace un par de meses y descansaba junto a su familia tras las grabaciones de Rápidos y Furiosos.
Él, su madre Cheryl y su hija Meadow, de 15 años en ese momento. En una conversación sobre qué árbol comprarían para Navidad, a Paul Walker le llegó un mensaje de texto que, minutos más tarde, cambiaría su vida y la de su familia.
“¡Dios mío, se supone que debo estar en un lugar!”, dijo el actor al leer el mensaje. Y salió corriendo hacia un taller para autos de alto rendimiento que compartía con su amigo, Roger Rodas. El actor, había olvidado completamente que aquel día en el taller tenía acto de su organización benéfica en ayudar de los niños filipinos afectados por el tifón Haiyan (en 2010 creó junto a sus amigos la Reach Out Worldwide, una organización en beneficio de las víctimas de desastres naturales).
El evento fue un éxito. Recibieron cientos de juguetes y muchos amigos de Paul, compartieron buenos momentos con él. Hablaron mucho de autos y observaron juntos los autos de alta gama que el actor y Rodas tenían en su taller.
Cuando el evento casi terminaba, muchos volvieron a sus casas y Walker se dio cuenta que Rodas estaba intentando estacionar en un garaje un Porsche Carrera GT rojo modelo 2005. Él nunca había manejado un modelo de esos. Y no puedo evitarlo. “Ey, vamos a dar una vuelta”, le dijo Paul a Rodas.
Fue así como ambos se dirigieron hacia la popular curva de drifting de un parque de oficinas del barrio que estaba bastante cerca del taller. Eran más o menos las 3.25 PM. Mientras tanto, la fiesta continuaba en el taller.
Tan solo minutos después, Holmes, amigo de Paul, oyó desde el taller un estruendo. Segundo más tarde, alguien entró al lugar y alertó sobre un auto incendiado. Todos corrieron con el fin de poder ayudar a quien lo necesitara.
Cuando los amigos de Paul, los comerciantes y la policía llegaron al sitio, el panorama era desolador: Una irrefrenable bola de fuego, cuyas llamas alcanzaban los seis metros de altura, era el panorama visual.
La mayoría no sabía qué ni quiénes estaban en dicho incendio, pero las sospechas comenzaron. Algunos lograron pasar a la policía e intentaron meter sus manos para tratar de sacar a quienes estuvieran dentro, pero el fuego era imposible. El hijo pequeño de Rodas, que estaba entre los testigos, fue quien confirmó lo que nadie se atrevía a decir: era el Porsche de su papá.
Allí, en medio del fuego, yacían los restos de Walker y Rodas.
Rodas, quien iba al volante, al igual que Walker, tenía puesto el cinturón de seguridad, perdió el control del vehículo. Ninguno había bebido ni consumido drogas.
Según los abogados de Walker, el auto tenía los neumáticos desgastados e iba entre 101 y 114 kilómetros por hora, información que coincidió con la del Departamento del Sheriff del condado de Los Ángeles.
El Porsche, en una maniobra sin explicación evidente, había girado parcialmente hacia el sureste y chocado contra una barrera de cemento. Esto desvió el auto haciendo que el lado del conductor chocara contra un árbol y, luego, hacia un poste de luz. Por el impacto, el coche giró 180 grados y continuó en dirección este. Y ahí fue cuando el lado de Walker impactó contra otro árbol y el vehículo se incendió.
De acuerdo al informe, Rodas falleció por el impacto, perdiendo la vida rápidamente por un traumatismo severo en la cabeza, cuello y pecho. Por su parte, Walker sobrevivió al choque, aún tras sufrir fracturas en la mandíbula izquierda, la clavícula, la pelvis, las costillas y la columna. Sin embargo, al quedar atrapado por el cinturón de seguridad, murió por el fuego.
Dos años después, Meadow, la hija de Paul, demandó a Porsche. Culpándolos por el accidente debido a los defectos de diseño del auto. La marca, en su defensa, dijo que Rodas conducía a 150 km por hora. Y argumentaron que el auto había sido “abusado y alterado”. En 2017, Meadow y Porsche llegaron a un acuerdo, manteniendo los términos confidenciales.
Meadow, su única hija, aquella que tuvo con Rebecca Soteros, tiene 24 años y constantemente lo recuerda en sus redes y en las premieres de Rápidos y Furiosos. Como también lo ha hecho el día de hoy.
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