Desde su casa en Tunquén, la musa del under de los 90 –que hoy está con el proyecto de streaming Escenix– dice que de aquella mujer provocadora solo quedan las fotos, pero su mirada aguda continúa intacta. Considera que el gobierno ha hecho las cosas mal, que desaparecieron todos los liderazgos –”hasta el de la Iglesia”– y que “los artistas están en la total precariedad, como la mayoría de la población”.
Hace casi dos años Patricia Rivadeneira tuvo una idea, al darse cuenta de que las plataformas de streaming se harían cada vez más necesarias, sobre todo teniendo clarísimo el poco acceso que tenían las personas que no vivían en Santiago. Fue así como decidió crear Escenix, una especie de Netflix nacional con un nutrido catálogo de obras de teatro, de danza, y un archivo de nueve obras del reconocido Teatro Ictus.
Junto al director Esteban Larraín se lanzaron en esta aventura, que se ha convertido en un imperdible para los casi 22 mil usuarios registrados en la plataforma. Entre los títulos del catálogo se cuentan Xuárez, de Manuela Infante y Luis Barrales; La iguana de Alessandra, de Ramón Griffero; La secreta obscenidad de cada día, de Marco Antonio de la Parra; Réplica, de Isidora Stevenson; El Loco y la Triste, de Juan Radrigán; Greta, de Ximena Carrera; Pareidolia, de la compañía La Llave Maestra, entre otras. “Nuestra idea era tener un catálogo muy diverso, de alta calidad, graba- dos en su mayoría en 4K. En enero partimos con una marcha blanca, enfocada en algunos grupos para saber cómo recibían la plataforma. Justo estábamos en esa situación cuando empezó la pandemia y los teatros se cerraron; eso fue algo muy fuerte para el mundo del arte y nos impulsó a adelantar el lanzamiento”, cuenta la reconocida actriz que hoy pasa estos días junto a su marido y enfocada en este nuevo proyecto.
–¿Cómo resiste la cultura en estos tiempos?
–En los países desarrollados la cultura resiste porque hay un Estado que la protege, cuida y apoya a sus trabajadores. ¿Cómo sobrevive la cultura en un país como el nuestro? Es difícil porque venimos de un despertar social que ya nos dio luces de nuestra realidad. El Estado nunca se ha hecho presente, nunca ha considerado a las personas del mundo del arte como trabajadores, acá tenemos sindicatos muy debilitados. Creo que acá la cultura no resiste, lo que está pasando en Chile, por lo que veo en mi círculo más cercano, es que están a la merced de la buena voluntad de los amigos y parientes. Los artistas están en la total precariedad, como el resto de la mayoría de la población de nuestro país.
–En ese sentido, la idea de Escenix es clave.
–Nuestra idea es que esto funcione como un Netflix pero para el teatro. Generalmente las obras duran uno o dos meses en cartelera y ahí quedaron, nuestra idea es que esas obras sean revisitadas a través de esta plataforma. Escenix es una experiencia visual completa, esto nunca será lo mismo que ir a una sala de teatro, porque son experiencias distintas. Esto servirá también para generar otros ingresos para nuestros artistas. Espero que acá pase lo mismo que ocurrió con el fútbol cuando fue televisado, que esto sea una experiencia completamente nueva y que ayude a las artes visuales a sobrevivir. Uno puede volver a ver las obras que le gustaron y eso es muy bonito.
–En lo más personal, ¿cómo has vivido esta cuarentena?
–De cierta forma, yo ya la estaba viviendo porque tengo familiares en Italia, y veía lo que les estaba pasando a ellos. Afortunadamente están todos bien, pero lo que pasaron es monstruoso, hubo muchos muertos, demasiada angustia y miedo. La soledad para mucha gente ha sido terrible. Como todos, tengo familiares de la tercera edad y no los puedo ver, la soledad que los afecta a veces es mucho peor que la misma enfermedad. He pasado por todos los estados: las dudas, las paradojas, los miedos, la esperanza. Cuando todo comenzó tuve que parar las funciones de la obra en la que estaba; también paramos las grabaciones de la nueva teleserie nocturna de Mega y no sabemos cómo se va a retomar. Me he hecho muchas preguntas porque acá sale lo peor y lo mejor del ser humano, se agudizan las desconfianzas, el miedo a contagiarse, la solidaridad y el apoyo de la comunidad por otro lado. Las primeras semanas en mi casa junto a mi marido fueron complicadas porque no estábamos acostumbrados a estar todo el día juntos. Hubo muchas peleas absurdas por pequeños detalles, ahora estamos más acostumbrados a vernos todo el día, llevamos veinte años y este período ha sido muy especial para ambos. He leído mucho estas semanas. Escenix también me ha ayudado a mantenerme ocupada, siempre tengo que estar haciendo algo.
–En estos meses se han revelado las profundas diferencias de esta sociedad en la que vivimos. Hay hambre, muchas desigualdades.
–Empezaron a salir a la luz cosas que ya sabíamos, que habíamos visto con el estallido social, con una precariedad en el trabajo y un sistema de salud aberrante, que ni siquiera es un sistema de salud porque es un negocio. Este es un sistema en donde hay un grupo de chilenos que gobierna a través de la economía.
–¿Cómo evalúas la gestión del gobierno en esta pandemia?
–A veces realmente dan ganas de ponerse a llorar porque lo que se ve acá es un gobierno que está por el suelo, se han cometido muchos errores, lo hicieron antes, al haber puesto el toque de que- da en el estallido social. Acá la fuerza policial se manda sola y con un nivel de corrupción mayor. Ya no hay confianzas en nuestras fuerzas del orden. Estamos llegando a un punto muy complicado porque cuando la pobreza aparece de esta forma, el Estado no se hace presente. Hay sistemas de mafias como los narcotraficantes que están en las poblaciones y ahí empieza un ascenso peligroso porque es algo que se tiene que controlar.
–Siempre has sido una mujer con mucha opinión y con bastante participación política. Generalmente de las grandes crisis emergen los grandes liderazgos. ¿Tienes confianza en que de esta situación saldrán nuevos líderes?
–No, la verdad es que me cuesta ver nuevos líderes. Acá hasta la Iglesia desapareció, esa Iglesia solidaria de antes tampoco existe. Hay una ciudadanía que pide cambios en lo político de manera radical y profunda. Estamos en un momento de transición a que aparezcan nuevos liderazgos.
–¿Será esta entonces nuestra verdadera transición, más que la de los años 90?
–Creo que si logramos ponernos de acuerdo en materias claves como una nueva Constitución será vital. Chile encontró en esa demanda algo simbólico y esperanzador, se canalizó la energía de una forma notable porque parece que antes no encontrábamos el rumbo; eso habla de una madurez de nuestra ciudadanía al querer generar una base teórica porque todos sabemos que el cambio de Constitución no va a cambiar el país, pero hay una madurez de una sociedad al poner ahí un punto en la discusión. Se ha abusado mucho de la gente durante las últimas décadas, ha habido mucha codicia; nos engañan con el papel confort, con los pollos, la colusión ha sido feroz. La gente no está pidiendo algo inmediato, esto se trata de sentarse a conversar de un nuevo orden y eso me da esperanza en el futuro.
–Fuiste la musa del under en los 90, en otro Chile, un país más conservador, casi el último del mundo en tener ley de divorcio y en el que era impensada la unión civil para las pare- jas homosexuales. ¿Qué queda de esa Patricia provocadora y libertaria?
–Quedan las fotos (se ríe). Ya soy como una pieza de museo. La esencia no cambia, pero ha pasado tanto tiempo. Ahora miro esa época con más gratitud, con más comprensión porque hay una posibilidad de revisar esos archivos. Muy pronto en Escenix pondremos algo de esos años, de Vicente Ruiz que fue mi muso, porque yo fui su musa y él fue mi muso. Hoy hay ganas de entender esa época, por parte de las nuevas generaciones. Me parece fenomenal lo que hacen Las Tesis. Íbamos a hacer en marzo una ponencia juntas. Para mucha gente esos años son un material de trabajo, yo hoy lo miro con distancia y eso lo da el tiempo. Esa época marcó a mucha gente y nuestras acciones artísticas tuvieron repercusiones pocas veces imaginadas. La verdad es que miro todo eso para atrás con mucha gratitud.