Fotos: José Pedro Godoy
Dice que está confiado en que pronto será ley y adelanta que el paso que viene para él –una vez conversado el tema con su pareja– debiera ser casarse. También habla de su nueva novela, la que conecta al Chile de la transición con el país del estallido social.
El 1 de junio de 2021 seguramente quedará fijado en la retina del escritor y activista Pablo Simonetti. Ese día, el presidente Sebastián Piñera, en el marco de su última cuenta pública al país, sorprendió con el anuncio de que le daría suma urgencia al proyecto de matrimonio igualitario que dormía en el Congreso y que había sido despachado por su antecesora, Michelle Bachelet, a solo días de dejar el gobierno.
Simonetti confiesa que no estaba siguiendo el discurso presidencial, ya que estaba concentrado en la elaboración del Informe Covid-19 de Espacio Público, trabajo que lo mantiene estrecha- mente ligado al desarrollo de la pandemia en nuestro país. Una vez que su teléfono comenzó a llenarse de mensajes de WhatsApp se dio cuenta de que algo importante estaba ocurriendo. Leyó los textos y se emocionó. Corrió al taller de su pareja, el artista José Pedro Godoy, y lo abrazó.
“NO NOS INTERESA CASARNOS DELANTE DE UN CURA”
Hace exactos diez años, Simonetti fundó, junto a Luis Larraín, la Fundación Iguales, una de sus máximas demandas era lograr la aprobación del matrimonio igualitario en Chile. Algo que se veía lejano, en otro contexto de país, parecía estar en la puerta del horno y fue anunciado por un gobierno de derecha, la misma que hace un tiempo se oponía en bloque a que esto pudiera ocurrir. Los tiempos cambian y las personas también.
“Yo sabía que el presidente Piñera había planteado el tema del matrimonio igualitario al menos dos veces en el Comité Político desde octubre del año pasado y se había encontrado con la reticencia de algunos de sus ministros más conservadores. Me consta que Piñera llegó a la convicción propia de que este era un tema que había que abordar; él cambió su percepción con los años y se sobrepuso a las oposiciones dentro de su propio comité político”, asegura Pablo Simonetti.
–Hay muchas voces que dijeron que esto era un aprovechamiento político por parte del presidente Piñera, al ver el bajo apoyo en las encuestas sobre su gestión.
–Yo les preguntaría a todos los políticos si es que ellos no hacen todo por conveniencia política, en cierta medida, y en cuanto a convicciones y principios que defienden. Hay que sacar la conversación de ahí; no tenemos que discutir si el presidente está queriendo o no aprovechar políticamente esta situación. Lo importante aquí es que se trata de un cambio fundamental para las familias diversas de nuestro país, porque el proyecto de matrimonio igualitario que se está discutiendo incluye adopción y filiación. Toda esta discusión hace olvidar que llevamos siglos de injusticia y décadas de trabajo de las organizaciones de la diversidad sexual como para estar preocupados de una minucia. Lo importante aquí es que se abre una tremenda oportunidad para aprobar el matrimonio igualitario en nuestro país.
–Precisamente este es un proyecto en el que ustedes, como Fundación Iguales, trabajaron mucho y ayudaron a redactar, antes de que la expresidenta Bachelet lo despachara al Congreso. ¿Cuáles son los grandes pilares de este proyecto que hoy podría ver la luz?
–Nosotros le llevamos un anteproyecto a la presidenta Bachelet que desarrollamos con la Facultad de Derecho de la Universidad de Chile; nos ayudó mucho el profesor Mauricio Tapia y el rector de ese entonces. Ese era un anteproyecto muy robusto que planteaba no solo que había que cambiar el código 102, que dice que el matrimonio es entre un hombre y una mujer, sino que también cambiar otros cuerpos de ley que están relacionados. Hay muchas cosas que se solucionan aprobando este proyecto porque hoy, con la Unión Civil, aún quedan muchos vacíos. Un tema de esos es, por ejemplo, la demanda de pensiones en el caso de que esa unión se acabe. Otro es que las parejas no son reconocidas en el extranjero: en Estados Unidos no te dan visa de compañía en el caso que uno de ambos vaya a estudiar o a trabajar a ese país. Y así varias cosas más. Lo principal que tiene este proyecto es que considera la adopción porque al casarte, como cónyuge, puedes postular en igual- dad de condiciones para la adopción. Lo otro importante es la filiación y eso apunta a que, estando casadas y si dos mujeres deciden recorrer un camino de reproducción asistida, por ejemplo, juntas ambas serían las madres legales del niño o niña.
–Al menos veinte diputados del oficialismo han confirmado que votarán a favor del proyecto, siete de ellos de la UDI. ¿Cómo ves la discusión política que se está dando?
–La suma urgencia que puso el presidente es sucesiva, en el sentido de que es para el Senado y para la Cámara de Diputados. En un mundo ideal, esto debiera aprobarse en treinta días. No debiera haber un tercer trámite constitucional si se aprueba tal como está el proyecto, pero eso no necesariamente siempre es así, puede haber demoras. Nosotros estamos trabajando porque hay gente de la derecha más conservadora que tiene esa especialidad para poner los obstáculos en el camino, como presentar muchas indicaciones. Estamos conversando con los senadores que están a favor, para que rechacen todas las indicaciones en la Comisión de Constitución y Justicia. El proyecto que presentó la presidenta Bachelet no es exactamente igual al nuestro, pero también tuvo una profunda revisión por parte de varios abogados que hicieron ajustes y ya la discusión también se ha dado cuando se aprobó la idea de legislar. A nosotros nos gusta el proyecto como está en su integralidad; aquí es todo o nada. El proyecto estuvo casi cuatro años en el Senado y en ese tiempo hemos tenido solo tres sesiones; por eso es muy importante la suma urgencia.
–¿Hay parlamentarios no oficialistas que se opongan al matrimonio igualitario?
–Sí, hay algunos. El diputado Jorge Sabag en la DC seguramente votará en contra, porque es una persona muy religiosa, pero en Iguales hemos hecho la suma y la resta y creemos que tendremos cerca de un 65% de apoyo en el Congreso. Muchos legisladores pensarán que esto va a ser una cambio en la historia de nuestro país y estoy seguro de que ellos quieren quedar del lado bueno de la historia. Creo que las mayorías serán muy altas, terminamos la ley de unión civil y la de identidad de género con mayorías enormes.
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–La última encuesta Cadem le daba un 74% de aprobación al matrimonio igualitario y un 65% a la adopción por parte de parejas del mismo sexo. Chile definitivamente no es el mismo que hace cinco o diez años. ¿Qué le respondes a la gente que dice que este no es el momento para esto, debido a la pandemia y el estallido social y que finalmente hay otras prioridades?
–Cuando tienes una población de tu país marginada y postergada en sus derechos, eso es quizás lo más prioritario; incluso la Constitución de Pinochet dice que todos nacimos iguales ante la ley. Esto repara la herida que hemos sufrido históricamente y te hace sentir igual a los demás. Siempre le pregunto a quienes se oponen al matrimonio igualitario: ¿cómo se sentirían ustedes si no tuvieran los derechos de los que gozan? Detrás de esa argumentación en general hay un problema de desconocimiento de la situación de las personas LGBTI. También hay temas religiosos y siempre digo que esto es un matrimonio civil, no es religioso; a nosotros no nos interesa casarnos delante de un cura. Y, por supuesto, que también hay mucha homofobia entre quienes se oponen a este cambio.
–¿Debiéramos esperar ahora mejoras a la ley antidiscriminación? Porque si a las personas LGBTI las siguen matando en las calles por el solo hecho de ser quienes son, qué logramos teniendo matrimonio igualitario…
–Creo que el matrimonio igualitario también genera una externalidad positiva en cuanto a discriminación y violencia, porque finalmente el Estado se plantea de manera neutra reconociendo a todos y esto va a cambiar la percepción sobre la homosexualidad al interior de las familias, en los barrios y en la vida en común. En ese sentido, el matrimonio igualitario tendrá un efecto muy importante, pero tal como dices, la ley antidiscriminación ha sido siempre una prioridad para nosotros. Hemos entregado varias minutas como Iguales y también en mi labor como director en Espacio Público desarrollamos un proyecto de diversidad llamado “Chile es diverso”. Ahí planteamos qué elementos debe tener una institucionalidad al interior del ejecutivo que pueda trabajar para que el Estado deje de discriminar y para que las personas y las instituciones privadas dejen de hacerlo. Hay otros lugares donde se discrimina, por eso necesitamos que dentro del poder Ejecutivo haya una nueva institucionalidad que trabaje para que el Estado deje de discriminar por cualquier motivo, no solo por diversidad sexual. En este minuto la Ley Antidiscriminación está siendo tratada por la comisión de Derechos Humanos del Senado, donde se le está impulsando una reforma, pero esa reforma no cuenta con esa institucionalidad. El único que tiene la potestad de hacerlo es el Presidente y lógicamente debemos avanzar en mejorar la Ley Antidiscriminación con una institucionalidad.
–En 2011 junto a Luis Larraín fundaste la Fundación Iguales. Es muy probable que tengamos matrimonio igualitario justo una década después de ese hito que ustedes marcaron. Una vez aprobada la ley, ¿te vas a casar con tu pareja?
–Esto ha sido fruto de todas las personas que han pasado por Iguales, esa unión nos ha dado mucha fuerza. Para casarme, primero tengo que preguntárselo a José Pedro (Godoy) y sentarnos a conversar (se ríe); pero me imagino que desde un punto de vista de la vida en común hay muchas cosas que se nos facilitarían con el matrimonio. Nosotros firmamos la unión civil e hicimos una fiesta grande en esa oportunidad. Nuestra unión civil tuvo pinta de matrimonio. Este tema tenemos que conversarlo y decidir en común, pero tengo la impresión de que sí daremos ese paso.
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OCTUBRE DE 2019
–Hoy estás en el directorio de Iguales, también en Espacio Público y se viene un nuevo libro. ¿De qué tratará?
–Espacio Público me toma mucho tiempo porque trabajamos en el In- forme Covid-19 que entregamos cada dos semanas, ahí tocamos varios temas y es un trabajo que requiere mucho estudio. Para mí ha sido una oportunidad enorme poder sentirme útil en el marco de esta pandemia y poder trabajar con personas tan instruidas como Eduardo Engel, Soledad Martínez, Eduardo Undurraga y nuestra investigadora jefa, Catalina Gómez. Es dramático ver todo lo que está pasando desde el punto de vista médico con todas las personas que están muriendo. También estoy haciendo mi taller literario para futuros escritores junto a la Universidad Finis Terrae, que ya cumple diez años, al igual que la Fundación Iguales.
Para celebrar los diez años del taller, Simonetti cuenta que publicarán un libro que reúne todos los textos que han recibidos reconocimientos. Se llama Primeros Juegos y está escrito por 23 autores y autoras; se publica este julio.
En cuanto a su novela, la terminó el año pasado y sale a fines de septiembre. “Es una historia que ocurre en octubre de 2019, en nuestro país, en que una persona va a una casa en la que él vivió hace mucho tiempo, en la época de nuestra transición política. Ahí se desarrolla un remate de antigüedades, él entra y se reencuentra con personas de esos tiempos. El protagonista es homosexual”, adelanta.
–Me imagino que a través de la historia del protagonista vemos la mutación de este Chile actual, con su especial transición a la democracia y que vive un estallido social para llegar hasta donde estamos hoy, con varios procesos que aún se desarrollan.
–Sí, y más que eso es una vuelta a ese pasado, a las dificultades de esos tiempos puestas en contraste con el presente.del protagonista y del país. Cuando miras hacia atrás nos damos cuenta de que nuestra transición no era tan democrática ya que había muchas formas de exclusión por parte de la élite hacia el resto de las personas.