Fotos Matías Montenegro
Pablo Longueira –uno de los fundadores de la UDI y el emblemático coronel–dice que volvió a la política como un deber. “Pero también porque tengo un poco más de tiempo”, señala, luego de haber emprendido un negocio familiar, en pleno estallido social del 18 de octubre, que implicó un serio revés económico. “Tengo hipotecados hasta mis nietos”, afirma un poco más tranquilo, luego de pasar por un período complejo.
“Mi señora (Cecilia Brinkmann) es paisajista y tenemos una pasión común por los árboles. Así es que iniciamos un negocio para trasladar especies de gran tamaño y desarrollar parques para terceros, por ejemplo”. Un desarrollo que planificaron por años, en el que se embarcaron como familia.
“Durante tres años diseñamos esta empresa y partimos de cero. Compramos una parcela en Paine e importamos la maquinaria. Pero para el 18 de octubre el primer container estaba en el canal de Panamá… Perdimos cinco meses; los ingresos se postergaron. Los equipos habían sido comprados con leasing que había que empezar a pagar y tampoco teníamos acceso a crédito, porque se trata de una empresa nueva, sin una historia. Estaba todo puesto ahí… Incluso uno de mis hijos se había ido del banco en el que trabajaba para hacerse cargo de esta empresa. Quebramos y tuve que hipotecar mi casa. Pero hace cuatro meses decidimos partir igual y nos ha ido bien. Ahora estamos con mucha actividad y tenemos a 12 personas trabajando. También se sumó otro hijo –que estaba en otro banco–, quien me reemplazó. Ningún político trabaja aquí, me dijeron en mi familia y me echaron”, cuenta con una sonrisa y encogiéndose de hombros.
Porque Longueira –exdiputado, senador y ministro– volvió al ruedo tras siete años retirado. Durante el último tiempo estuvo instalado en Villarrica, enfocado en su familia y sus 11 nietos, a lo que se suma un vivero en la Araucanía y el emprendimiento familiar paisajístico y de empaque de compost en Paine.
Aunque lo que más lo entusiasma es radicarse con su mujer en Campo de Hielo Sur y poner en marcha un proyecto que define como “turismo de soberanía”. “De hecho, después de esta entrevista me voy para allá a dejar mi casa rodante”, dice en su oficina ubicada en la calle Nueva Costanera, en Vitacura.
“No puedo haber estado más feliz (en este tiempo fuera), no eché nada de menos de la política. Nada”, asegura. Aunque luego dice: “Esa tranquilidad te hace leer, pensar, reflexionar, escuchar y conversar en las numerosas sesiones por Zoom que partieron tras el estallido. A través de Juan Antonio Coloma participé de las negociaciones que llevaron al acuerdo del 15 de noviembre, aunque me pareció incomprensible pasar por un plebiscito y no elegir al tiro a los convencionales, quienes además deberán presentarse por distrito, lo cual es un error… En fin, traté de que lo revirtieran, pero las cosas ocurrieron como ocurrieron”.
Hace una pausa, toma café y añade: “Pero cuando se aprobó la reforma inconstitucional del 10%, con votos de la UDI, dije ya: si ni siquiera hay Constitución, si está claro que va a ganar el Apruebo, una opción que para mí representa el cierre de la transición… Entonces tomé la decisión (de volver); reuní a la familia para saber si estaban de acuerdo y les pedí que me acompañaran. Necesito quedarme tranquilo con mi conciencia. No me hago trampa en el solitario y sentí el deber. Además, tengo claro que será sólo por un tiempo”, explica.
–¿Qué le dijeron sus hijos?
–Mira, al final, ok. Siempre ha sido así. Hay un momento en la vida en el que las decisiones no son individuales, como cuando éramos jóvenes con la Chichi, pero ya no; tengo hijos grandes, 11 nietos y esta decisión es por ellos y por el país en el que vamos a vivir los próximos 40 años.
–Su retiro de la política fue traumático, a raíz de una fuerte depresión.
–No me sorprendió que eso ocurriera. Nunca quise ser candidato presidencial; no tengo ambición por el poder. Feliz sería presidente de Chile, pero para ello tengo que pasar por algo que me cuesta (una campaña) y ésta fue de una intensidad física, psíquica y de un desgaste que no se la doy a nadie. Si hoy tomara la decisión de ser candidato haría las cosas de una manera distinta. Pero en 24 horas tuve que reemplazar a Laurence Golborne, el mismo día de las primarias. Me corrían las lágrimas. Había decidido retirarme cuando terminara mi período como senador; incluso mandé una carta formal a la directiva porque cada vez que intentaba hacerlo, en el partido me lo impedían. Por eso no me extraña que reaccionara así. El psiquiatra me explicó que me violenté de tal modo que entré en esta descompensación y caí a un hoyo negro. Por eso me retiré de esa forma…
Agrega:
–Fue parte del tema que hablamos ahora con mis hijos. “¿Estás seguro de que vas a estar tranquilo?”, me preguntaron. Obviamente esto es algo que no quiero repetir nunca más en mi vida, y voy a tomar todos los resguardos. Mi hijo Cristián, que estudia en Londres, me dijo: “quiero escuchar que quieres hacerlo, no que es tu deber”.
–Al menos salió fortalecido, luego del abrumador triunfo del Apruebo, frente a la presidenta del partido, Jacqueline van Rysselberghe, quien estaba por la opción contraria…
–Pero para qué la cargan con ella. La UDI institucionalmente se matriculó con el Rechazo. Dejaron en libertad a sus militantes y lo ejercí. Me alegra enormemente que Joaquín (Lavín) también haya sabido leer el cambio de la sociedad chilena. Tenemos un desafío importante y el año con más elecciones que nunca. Por de pronto con la experiencia inédita de hacer una Constitución democráticamente.
–Se estaría armando una dupla potente entre usted y Lavín, al marcar un nuevo rumbo dentro de la centroderecha.
–No estoy armando nada con él. Pero siempre he sintonizado mucho con Joaquín y ahora se da esta afinidad… Mira, yo me dediqué a expandir el ideario de la derecha a otros mundos y no le dedicaría un día a convencer al 22% de la derecha dura. Por lo tanto, con Lavín siempre hemos tenido una coincidencia, sin hablarnos de hacia adónde nos tenemos que conducir. Ahora el sector enfrentará una primaria muy potente, con excelentes cartas. Desde luego está Joaquín, la Evelyn, Desbordes, que creo que va a ser la carta de RN; Sichel, que es un gran candidato. Ellos son los que llegarán a la primaria.
“JAIME HABRÍA POSTULADO COMO CONSTITUYENTE”
“Si la centroderecha no entiende que en la sociedad hay que ser proactivos, con propuesta país, un relato, no tendrá futuro”, manifiesta en su estilo categórico.
–¿El presidente Sebastián Piñera ha sabido leer esta sociedad y esta derecha que existe hoy?
–No. Su primer año giró en torno a una política planetaria, con un presidente preocupado de la ACOP, la APEC y eventos de una magnitud enorme que se trajeron a Chile sin necesidad. Después fue a Venezuela, ¿te fijas?, mientras los chilenos a los pocos meses se dieron cuenta de que los buenos tiempos no iban a llegar. Hasta que la frase ‘levántense más temprano’ reflejó la desconexión… Tampoco hubo un relato. ¿Qué eran los nuevos tiempos? ¡Nada! Un slogan que se usó para la campaña nomás.
–¿Y en el manejo de la pandemia?
–Desde el punto de vista sanitario, te diría que bien, hay que ser justos; no es fácil enfrentar esa situación.
–¿Por qué presidir la UDI? ¿Qué lo motiva?
–Cuando tomé la decisión de decir que estaba por el Apruebo, con todo lo que significaba liderar una postura que iba contra mi mundo, sabía que iba a ser duro. He estado alejado siete años, no he tenido mucho contacto. Pero es un año demasiado decisivo, necesitaba de alguna forma estar en un lugar y lo lógico era volver a conducir por un año y medio. Terminando la convención me vuelvo, y la presencia en el partido también. Vuelvo por determinado tiempo. Que quede clara mi posición.
–De todas formas, su retorno no debe haber caído bien en la UDI.
–A los partidarios del Rechazo, claramente no. Varios me mandaron allá mismo. Decían que ellos estaban defendiendo sus principios. No sé qué principios serán esos. “Es que Venezuela…”, me decían también; en fin, una diversidad de argumentaciones de las cuales no me entró ni una. Ok, lo respeto. Me interesa la derecha que se tomó la plaza y no el resto que defendió la Constitución de los ricos.
–Aunque hay una razón ideológica de fondo: se trata de la Constitución de Jaime Guzmán, fundador del gremialismo.
–Sí, decían eso. Ok, pero la Constitución del 80 ya cumplió su etapa. Está entre las tres que más han durado en Chile, durante el período más exitoso de nuestra historia. Ahora tenemos que consensuar.
–¿Qué cree que habría dicho Jaime Guzmán de estar vivo?
–No tengo dudas de que… (duda). No sabría decirlo. Pero si hay alguien que yo conocí que no tenía miedo de discutir las ideas era él. Jaime estaría feliz postulando a la Convención.
–¿Cree que usted resulte elegido, a pesar del rechazo que genera como un político de la vieja guardia, marcado con SQM, además?
–No lo sé. Siento el deber de ir. Si pierdo, me voy a la Araucanía. En todo caso, creo que la gente confía mucho más en los políticos de lo que dicen.
–Se interpretó su regreso como una forma de arremeter contra el caso SQM, porque coincidió con la preparación del juicio por cohecho.
–No tiene nada que ver, así que no me lo vincules. Soy inocente. No he visto situación peor que ésta; llevo siete años esperando que me hagan el juicio y no he aceptado un acuerdo porque soy inocente. No tengo ningún problema en caminar por la calle o ser candidato, porque soy inocente. De lo contrario, no podría mirarme al espejo. Mientras no comprueben que soy culpable, soy inocente. Pero en este país estoy condenado.
Agrega:
–De haber pensado en mí, lo más cómodo habría sido seguir en la Araucanía y haber venido solo al juicio oral. Me arriesgo mucho más así.
CON FECHA DE VENCIMIENTO
La mirada de Longueira se vuelve apacible cuando habla de su futuro en la Patagonia. Una relación que partió luego de una serie de expediciones familiares. “Soy fanático de la Patagonia, voy año por medio. Hemos hecho expediciones con todos los hijos y quiero contribuir a crear conciencia. Así es que voy a instalarme al otro lado del Lago O’Higgins, en Campo de Hielo Sur, en la segunda reserva de agua dulce de la humanidad, donde casi no hay presencia chilena, lo que es una enorme irresponsabilidad. Me voy a hacer una casa. Con mi señora estamos plantando diez mil araucarias, creándolas a partir de semillas, y vamos a reforestar. El que quiera ir a verme, pagará la estadía trabajando y reforestando. Será un turismo de soberanía. Si pierdo la Convención me voy para allá”, advierte.
–¿Y se retiraría definitivamente?
–Sí, más que definitivamente. Si este retorno es un paréntesis nomás. Como el yogur, que es con fecha de fabricación y de vencimiento. Mi sueño es radicarme en la Patagonia para siempre.