Una ceremonia del Oscar dentro de todo predecible era lo que se esperaba. Salvo el galardón a Mejor Actriz Principal, del resto de las categorías ya se sabía el futuro y las manos en las que caerían. El último tramo de esta larga temporada de premios hizo un sorpresivo viraje que terminó beneficiando a una película independiente, salida desde el Festival de Cine de Sundance, y que es un remake de la película francesa La Familia Belier -muy superior a esta, por cierto- y que recaló en los corazones de los votantes de esta Academia veleidosa y tan dada últimamente a premios que poco tienen que ver con lo cinematográfico y más entregada a causas políticamente correctas, en específico, respecto a la inclusión de personas con capacidades diferentes, en este caso referidas a la audición, porque en CODA, sus protagonistas son una familia de sordomudos que se dedican al negocio artesanal de la pesca, donde la única oyente es su hija menor cuyas pretensiones están lejos de la administración del emprendimiento familiar, sino que enfocadas en algo donde ellos tienen nula sensibilidad: el canto.

Una cinta pequeña que se afirma en situaciones cotidianas y de profunda humanidad, pero que hemos visto en muchas otras películas, es lo que la situó finalmente entre las favoritas. CODA se termina llevando el premio a Mejor Película y ganando sus otras dos nominaciones: a Mejor Actor Secundario donde Troy Kotsur termina llevándose todos los premios de la temporada y convirtiéndose en el primer actor sordomudo en ganar un Oscar, y el de Mejor Guion Adaptado que representa, básicamente, haber traducido el texto del filme francés original al inglés. Insólito, porque esas fueron sus tres nominaciones. No tuvo ni a su directora nominada, ni al resto de los actores, ni por fotografía, ni por montaje, que son las categorías usualmente esperadas que pavimentan el camino para el gran premio. Acá no. Al parecer ni la Academia al nominarla a solo tres categorías, pensó que este filme escalaría a paso tan firme a la hora nona de la ceremonia.

Fue un Oscar con un par de momentos memorables, como la reunión del elenco de Pulp Fiction y la aparición de Francis Ford Coppola, Al Pacino y Robert de Niro para el homenaje por los 50 años desde el estreno de El Padrino. Fue una ceremonia donde ocho premios se entregaron minutos antes, mientras muchos aún desfilaban en la Alfombra Roja, y en el que nuestros representantes por el cortometraje animado Bestia, no lograron hacerse del gran premio en dicha categoría. Un Oscar donde la categoría de Mejor Actriz Principal era la gran sorpresa de la noche, porque hasta última hora no se sabía si sería Jessica Chastain la vencedora o si la sorpresa la daría Penélope Cruz, cuyo nombre cobró inusual fuerza durante las últimas horas, de parte de los expertos y de la prensa especializada. Finalmente fue Chastain por su destacada interpretación en The Eyes of Tammy Faye, que se terminó llevando el premio en la categoría principal de actuación femenina.

La otra actriz ganadora fue Ariana DeBose por su Anita en West Side Story. Mismo premio por mismo rol que durante la década de los sesenta se lo terminó llevando Rita Moreno en la versión original de este musical que en esta oportunidad fue dirigido de forma brillante por Steven Spielberg, quien se fue con las manos vacías en la categoría de Mejor Director al ser desplazado -y con justicia esta vez- por Jane Campion, llevándose el único Oscar para la muy superior El Poder del Perro, que estaba nominada en 12 categorías.

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La película más ganadora de la noche fue la superproducción Dune, llevándose 6 galardones, todos en las categorías técnicas. Seguida por CODA con tres premios de tres nominaciones y Los Ojos de Tammy Faye llevándose las dos estatuillas por las dos categorías en las que estaba mencionada: Mejor Actriz, como ya lo habíamos mencionado y Mejor Maquillaje y Peinado.

Y aunque fue una ceremonia que pasará a la historia por ser la primera con alfombra roja y público masivo, luego de esa rareza pandémica que se realizó el año pasado, desgraciadamente el gran hito será el impasse que vivió Chris Rock con Will Smith, con actos de violencia por parte del que resultó ser ganador del Oscar por su papel en King Richard, ante una desafortunada broma que propinó Chris Rock durante su intervención en el Dolby Theater. La desafortunada guinda de una torta que fue armada un tanto a la rápida, una ceremonia en su mayor parte desangelada, sin alma, un tanto hiperventilada aunque graciosa en manos de sus animadoras Amy Schumer, Wanda Sykes y Regina Hill pero que pasará a la historia por un tenso hecho de violencia en pleno escenario y al aire para todo el mundo, y por haberle dado el premio mayor a una película que seguramente caerá en la historia del olvido.