Revista Velvet | Niksen, una filosofía para amar: El arte de no hacer nada
Mundo

Niksen, una filosofía para amar: El arte de no hacer nada

Niksen, una filosofía para amar: El arte de no hacer nada
Mundo

Niksen, una filosofía para amar: El arte de no hacer nada

POR Lucy Willson | 23 agosto 2024

En la época del “burnout” –en buen chileno, “estar reventado”–, este ‘arte’ del estilo de vida en holanda celebra con orgullo el acto de realizar una pausa. No para ponerse al día y hacer pendientes, sino que para detenerse totalmente. Necesidad que va de la mano con otra tendencia: sleep tourism, en la que muchos hoteles reciben a pasajeros de su propia ciudad con necesidad de sueño y recalibrarse. Un check in que ya muchos realizan en Chile.

Cuando se escucha la frase italiana “dolce far niente”, ese placer de no hacer nada, inmediatamente viene a la mente la imagen de un reposo fuera del lugar de origen, en un paisaje plácido, con copas y siesta incluida. La postal de las vacaciones ideales. Pero en Holanda detenerse de la agitación cotidiana no está reservado a un período del año, es parte de la cultura y tiene un nombre: Niksen.

Tras pandemia y crisis en todos los frentes, desde económica a social, este arte practicado en los Países Bajos se ha transformado en una exportación, para muchos, tan relevante como su cerveza. Tanto, que existe literatura sobre el tema traducida en varios idiomas, incluido el nuestro.

¿Moda? En lo absoluto. La actualidad global ha gatillado que esta tendencia que busca disipar la tensión tenga cobertura en artículos de prensa y reportajes televisivos en distintos países, además de su difusión por redes sociales.

El niksen es visto transversalmente como un recurso para combatir el “burnout”, ese agotamiento mental y físico a nivel laboral crítico que la Organización Mundial de la Salud reconoce oficialmente como una “enfermedad” desde 2022.

El año pasado Laborum, a través de una investigación a nivel latino, arrojó que en Chile el 92% de los profesionales reveló sufrir el síndrome de “burnout” (sólo superado en Argentina por 2 puntos). Y a esta altura de 2024, ya avanzado nuestro año laboral, es notorio ese desgaste donde miremos, ¿no?

BICICLETAS, TULIPANES Y NIKSEN

El libro más publicitado sobre el tema es “Niksen, el arte neerlandés de no hacer nada”, lanzado en 2020 por la holandesa Annette Lavrijsen (descargable en español en su versión e-book), que explica la filosofía y también entrega datos de cómo aplicarla.

La autora, con una carrera de editora en importantes medios (incluida la revista Woman’s Health), cuenta que la palabra registra existencia en el siglo XVII, pero se hace más cotidiana en la década de 1920 para llamar en broma “niksnut” a alguna persona inactiva.

Pero el chiste, como relata, tuvo un giro positivo: “Los holandeses están adoptando un estilo de vida en el que a veces perder el tiempo no se considera automáticamente un desperdicio”.

Lavrijsen insiste que dormir no es parte del niksen, tampoco llenar el tiempo con otras actividades. Y por nada recomienda un maratón de series o películas, ya que eso considera una atención que puede elevar niveles de “estrés, ansiedad y depresión”. A esto, suma los saltos de dopamina en el cerebro que se han medido viendo algún programa por horas.

Lo ideal para partir, según el libro, es “encontrar un lugar tranquilo para sentirse calmado y a gusto”: un sillón, baño de tina, el balcón, etc. No es necesario moverse del espacio doméstico, ya que el objetivo es soñar despierto y viajar con el pensamiento para descomprimir la mente.

Aquí no hay nada hippie o new age; niksen tampoco es un nombre raro para evadir responsabilidades. Es simplemente reposo. Otra particularidad de este arte de vivir holandés es que, así como se le puede dedicar largo tiempo un domingo libre, también es posible aplicarlo en pausas de sólo cinco minutos. Y desde allí ir ejercitando el ‘músculo de no hacer nada’ por mayor tiempo.

La autora suma un dato para avanzar y poder sumergirse en el espíritu niksen: la generosidad. En el libro hace una pausa para explicar el término holandés “gunnen”, que se refiere al acto de desearle al otro algo bueno sin esperar de esa persona una cosa en retorno. Esa misma actitud debe aplicarse a uno mismo.

“Una expresión holandesa común utilizada para describir a las personas estresadas es ‘Zich geen rust gunnen’ (No permitirse hacer una pausa y descansar’)”, escribe Annette Lavrijsen. Bienvenido el ‘time out’ para una reparadora limpieza mental que reduzca la ansiedad. Adiós a la culpa de no sentirse productivo. Además, niksen tiene su ADN en los Países Bajos, en el lugar 12º de productividad de la OCDE.

NO MOLESTAR

En esta atmósfera global de ‘burnout’, los hoteles tienen el pulso de la necesidad de desconexión que se gatilla esta altura del año. De hecho, ya se habla del “sleep tourism”, programas y servicios especiales para alguien que sólo quiera salir del trabajo (o dejar los niños encargados) para entrar a una habitación cómoda, relajarse, desconectar y dormir sin interrupciones por un par de días.

“Se estima que el mercado del ‘turismo para dormir’ crecerá casi un 8% y generará más de 400 mil millones de dólares entre 2023 y 2028”, informó este año la revista Fortune, tomando los datos de un análisis de HTF Market Intelligence.

Por eso, las cadenas más exclusivas están invirtiendo dinero en tecnología (como inteligencia artificial para dormir) y otros recursos que van de lujosas máscaras para dormir, playlists personalizados a cortinas blackout para asegurar al pasajero su total descanso.

En Chile, la tendencia está andando. El Mandarin Oriental tiene el programa “Luxury Breaks” de dos noches con acceso a pedir a la habitación algo más que el menú de room service, ya que pueden subir hasta la pieza las delicias de su restaurante Matsuri con su renovada carta. Lo mismo con masajes u tratamientos faciales. Y en los días de Luna Llena, hay acceso a las sesiones de Full Moon Yoga.

En el segmento boutique, Hotel Magnolia también cuenta con un plan de servicios extraordinarios para los que busquen un “F5” a esta altura del año en el corazón de la ciudad. Además de masajes, hasta se puede pedir manicure a la habitación.

The Ritz-Carlton ofrece programas de una y dos noches que incluyen la carta del restaurante Estró, el uso de su spa con piscina climatizada, jacuzzi de hidromasaje, sauna seco/húmedo y gimnasio. El objetivo es renovar cuerpo y mente.

Y si el frigobar es poco estimulante, las cartas de tragos del Luna Bar y AC Lounge están disponibles para quienes se refugien en AC Hotel.

Fuera de la capital, el Hotel Isla Seca y sus habitaciones con vista al mar prometen descanso en Zapallar. Allí también se puede pedir carta del restaurante y masajes a la habitación.

En Pucón, el Hotel Selina da la opción a los que no pueden dejar totalmente el computador: tiene un cowork, pero la apuesta es depurar la energía del pasajero con un menú saludable y actividades como yoga.

Con un 2024 que no se detiene, lo importante siempre es autocuidado y salud mental, ya sea mirando reposadamente el horizonte desde una ventana o llamando al room service.

Te puede interesar