Desde 2016, esta fotógrafa y documentalista chilena sigue las protestas feministas del país en que vive hace más de una década. Tras la prohibición constitucional de la interrupción del embarazo en caso de malformación fetal grave –en 2020–, miles de polacas han salido a las calles a manifestarse y Pamela –quien se considera una “artivista”– ha registrado con su cámara esos momentos.
Los derechos reproductivos de las mujeres, así como algunos movimientos anti racistas y otros en pro del medioambiente son parte de los temas que mueven a la fotógrafa y documentalista Pamela Palma (Arica, 1972), quien vive en Polonia desde hace poco más de diez años. A este país de Europa Central, llegó motivada por un grupo de actores polacos que conoció mientras trabajaba en el área de comunicaciones de la Fundación Teatro a Mil y con los que se conectó profundamente a través de la amistad.
A los tres meses de estar allá, se enamoró de “mi” Lech –como se refiere a su pareja–, hasta que tuvo que regresar a Chile, donde participó en la post producción del documental “33”. Apenas pudo volvió a Polonia (específicamente a Gdańsk), forjando, a la fecha, su vida allá.
De 2015 a 2019, fue Media Officer de la European Network of Migrant Women con lo que conoció varios países europeos y distintas realidades feministas. A partir de 2016 comenzó a seguir los movimientos sociales en Gdańsk. “La primera vez que fui a una protesta, por deformación profesional lo hice con mi cámara. Fui a documentar la protesta de Czarny (protesta negra, ya que las mujeres se vistieron de ese tono). Allí me mantuve a cierta distancia. No conocía a nadie. Hoy documentar protestas es parte de mi agenda habitual, pero siempre priorizando las protestas feministas. Desde hace algunos años que me considero una ‘artivista’”, dice. Su primer proyecto artístico feminista se llamó UTERO, una exposición documental de 100 fotografías junto a una instalación de video que resumieron cinco años de trabajo en unas ocho ciudades polacas retratando mujeres protestando.
Actualmente, Pamela está en la etapa final de entrevistas y comienzo de la postproducción de su primer largometraje documental sobre el aborto en Polonia.
–¿El catolicismo sigue siendo tan fuerte en Polonia? Tengo entendido que más del 85% es católico y el presidente Andrzej Duda (desde 2015) fue candidato de PIS, partido de derecha ultraconservadora, nacionalista y religioso.
–Algunas estadísticas dicen que, de cuatro nuevos sacerdotes en Europa, uno es polaco. Gran parte de los hitos históricos de Polonia están ligados a la religión. Su fundación como país, cuando el monarca Miecislao I adoptó el catolicismo en el año 966; la participación de la Iglesia en defensa de los ciudadanos cuando Polonia estaba bajo la opresión soviética durante el siglo XX, y Juan Pablo II, el Papa polaco. Pero desde que el Gobierno se encuentra en manos de la derecha nacionalista y conservadora, la Iglesia tiene un poder ridículamente enorme. Por este motivo se han creado movimientos que promueven un estado laico como “Same plusy” (Solo ventajas) y entre muchas jóvenes en sus celebraciones de 15 años solicitan la “apostasía” como regalo. El bloqueo institucional a educar sexual- mente a los estudiantes, el ataque contra los derechos reproductivos de las mujeres y la obsesión con las personas LGBT+, evocan oscuros tiempos de la historia, aquellos por los que Juan Pablo II pidió perdón en 1992.
–En 1993 el gobierno polaco determinó la interrupción del embarazo si había riesgo de vida de la madre, si el embarazo era resultado de un delito (violación o incesto) o por una deficiencia fetal. A fines de 2020, esta última causal se declaró inconstitucional, desencadenando una ola de protestas. ¿Cómo ha sido registrar estas manifestaciones?
–En 1993, Polonia restringió el aborto. Antes el aborto era un procedimiento común que involucraba la decisión del paciente y el médico. Algunas teorías dicen que esta restricción fue una ofrenda a Juan Pablo II, para limitar el aborto en Polonia. En octubre de 2020, el Tribunal Constitucional, bajo el control del gobierno, declaró inconstitucional el aborto en caso de daño fetal. Las protestas han sido masivas en toda Polonia, no solo por las evidentes repercusiones nefastas de esta nueva norma, sino también porque está claro que el propósito final del lobby “antichoice” es eliminar por completo el aborto. De alguna manera, es convertir a Polonia en lo que fue Chile durante muchos años. Y agrega:
–Documentar sobre temas con los que personalmente estás muy conectada es difícil, pero la cámara ayuda como una especie de filtro de la realidad. Es pensar en el momento, en el encuadre, en la luz, en los ajustes de tu cámara. Sin embargo, en la protesta en Varsovia por la primera víctima, Iza (una mujer de 30 años a la que no le permitieron abortar pese a la graves anomalías del feto que llevaba en su cuerpo), por la nueva ley, no pude controlarme y comencé a llorar desconsoladamente, porque como decía el letrero que traía conmigo “la llamamos la primera víctima porque sabemos que habrá muchas más…”.
–Y a comienzos de este año las protestas volvieron tras la muerte de Agniezka T. (en la noche del 24 al 25 de enero), a quien no se le extrajo a tiempo el feto muerto de uno de los gemelos que esperaba. ¿Nos puedes contar un poco más de este caso que tanto ha remecido a Polonia?
–Agnieszka tenía 37 años y era madre de dos hijas (19 y 12) y un niño de 8 años que padece autismo. Ella murió sin recibir el apoyo médico que correspondía. Debería estar viva, pudo haberse salva- do. Su caso se sigue investigando ya que obviamente el hospital en el que ha muerto, tiene otra opinión sobre lo sucedido. La pesadilla de la nueva ley es una condena, sobre todo para aquellas mujeres que quieren su embarazo pero pasado unos meses descubren que el hijo/a es incompatible con la vida. Ahí la mujer siente miedo, está desprotegida y está siendo violentada por una ley injusta “Summum ius summa iniuria”.
–¿Qué has percibido de las polacas a través de las imágenes que has capturado desde las muertes de Iza y Agniezka?
–Las muertes de Iza y Agnieszka han golpeado al movimiento polaco a favor del aborto. La ira y la desesperación se han teñido de una tristeza inconmensurable. Hay muchas mujeres que ya no pueden luchar, que han tenido que retirarse de las protestas por el cansancio y el sentimiento de que nada se puede cambiar desde las calles. Por otro lado, el movimiento feminista se ha visto rejuvenecido por un gran número de mujeres que ven en la muerte de Iza y Agnieszka algo que les podría pasar a ellas. Sus muertes no serán olvidadas ni sus nombres, como en Chile y otros países de América Latina donde existe el movimiento “Ni una menos”. Aquí las palabras que se repiten en las protestas, que permiten las restricciones por la pandemia y la represión policial, son “Ani Jednej więcej” que significa “Ni una más”. Los teléfonos y correos electrónicos de organizaciones como Strajk Kobiet, Federa o Aborcyjny Dream Team están colmados de dudas y situaciones difíciles de mujeres embarazadas. El trabajo de desmitificación del aborto, la ayuda para obtener un aborto farmacológico o el apoyo para viajar a otro país para poder tener un aborto quirúrgico son más necesarios que nunca.
–Y, los hombres de Polonia… ¿son parte de estas demandas o están ajenos a ellas?
–Muchos polacos participan en protestas y marchas feministas, incluso hay un grupo llamado “Męskie Wsparcie Strajku Kobiet” (Apoyo de los hombres al paro de mujeres). Muchos son muy respetuosos de su lugar en el movimiento como simpatizantes y sin pretender opacar la presencia femenina. Pero al igual que algunas mujeres, hay un gran número de hombres que encuentra absurdas las demandas abortistas, nos llaman “mata niños”. Aquí hay grupos de solo hombres católicos llamados Żołnierze Chrystusa (Soldados de Cristo). En las marchas nacionalistas la mayoría son hombres, en las marchas anti-LGBT+, .la mayoría son hombres ,y creo que la razón no es que no haya mujeres que estén de acuerdo con ellos, sino que saben instintivamente que participar con estos hombres es peligroso para ellas.