La actriz Natalie Portman lleva siendo vegetariana desde que era una niña. Sin embargo, hace algunos años decidió volcarse 100% al movimiento y dejar cualquier alimento proveniente de los animales para transformarse en vegana, algo que ha traído grandes cambios en su vida y su cuerpo.
Recientemente, en conversación con Harper’s Bazaar, Portman reveló que desde que era vegana su piel había cambiado por completo. «Una vez que me hice vegana, mi piel se puso genial», señaló. También mencionó que algunos de sus alimentos favoritos eran los tacos de porotos y verduras y las papas fritas con guacamole. «Además, no bebo mucho, ni más que una copa de vino. Tal vez sea parte de envejecer», concluyó.
Sin embargo, más que algo de gustos, su vuelco a este estilo de vida tiene que ver con una causa a la que está dedicando su vida y que dejó plasmada en Eating Animals, un documental producido por ella misma en el que abría los ojos a la crueldad que se esconde tras la ganadería animal en masa.
«¿Sabes de dónde vienen los huevos, lácteos y carne que consumimos todos los días?», se escucha a la actriz decir en los créditos de apertura. La cinta reflexiona sobre las consecuencias ambientales, económicas y de salud pública de la agricultura industrial y ha recibido numerosos premios.
Una consciencia medioambiental que se ha traspasado en generaciones
Y, así como sus padres la educaron en base a esta consciencia medioambiental que la llevó a dejar de comer animales a los 9 años, ella misma se ha encargado de traspasar esta herencia a sus hijos, Aleph (10) y Amalia (4), quienes también están siendo criados en este estilo de vida.
«Enfrentamos estos desafíos juntos porque realmente es una amenaza para nuestra existencia que requiere de nosotros un esfuerzo continuo», señaló la actriz ganadora del Oscar hace algunos años. También asegura sentirse afortunada de poder mostrar su compromiso en su vida y en su trabajo: «Si no ponemos una solución, nadie podrá vivir ni trabajar».
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«Estoy cada vez más comprometida con la idea de que la forma en la que tratamos a los animales está fuertemente conectada a nuestra relación con el mundo y con la tierra. Tenemos que preocuparnos por lo que hacemos, necesitamos poner esfuerzo en la comida que cultivamos y ser conscientes de lo que introducimos en nuestro cuerpo».