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Como si hubiésemos sido arrastrados por una máquina del tiempo, los 90’s parecen hablarnos y comunicarse a través de un extraño umbral, tanto así que un emblema de esos años como lo fue la inmensa e inevitable Naomi Campbell se ha vuelto omnipresente durante todo el último tiempo. Desde que confirmara que había sido madre, que la supermodelo británica no ha dejado de trabajar. Solo a modo de repaso de los contratos que ha firmado durante este 2021 se cuentan: Michael Kors, Saint Laurent, Dsquared2, Calvin Klein y Burberry, convirtiéndose en una de las estrellas más destacadas de los últimos desfiles de primavera-verano. Le hemos visto en las pasarelas de Alexander McQueen, en la colaboración de Fendi con Versace, en lo de Balmain y en Lanvin. Si esta agenda la llevara una modelo que está iniciando su carrera, podríamos hablar que es la nueva estrella del momento.
Pero es la musa de ébano, como se le llamó en su momento, más conocida del mundo. Una carrera que inició por allá por 1986 tras ser descubierta en Londres, convirtiéndose en muy poco tiempo en un ícono. Bien vale recordar aquella mítica fotografía del fallecido Peter Lindbergh en 1988 para Vogue, donde oficialmente se le reconocía como parte de una emblemática troupe que incluyó a Linda Evangelista, Cindy Crawford, Christy Turlington y Tatjana Patitz, que hicieron historia en el mundo de la moda.
Pero terminando esa década de oro que fueron los 90’s, Naomi no pasó por su mejor momento. Mientras sus compañeras demostraban corrección, a ella se le daba la polémica. Coleccionó una serie de demandas que incluso la llevaron a realizar trabajos para la comunidad, que en su caso solo hicieron aumentar su carácter de leyenda. Mientras algunas caían en el olvido, Naomi seguía estando en el lente de todos, alimentando las ansias de una nueva generación de volver a verla en la pasarela. Una manera de resucitar al mito.
Fue la época de peleas con asistentas, con teléfonos celulares que volaban por los aires. Días superados para la gran Naomi, que parece disfrutar de mantenerse como una de las reinas indiscutidas de las pasarelas. Así lo dice su cuenta de Instagram que mantiene completamente activa. Así, y con Claudia Schiffer y Elle McPherson casi desaparecidas; Cindy Crawford concentrada en lanzar al estrellato a su hija, Kaia Gerber; y la desgracia que reconoce haber sufrido Linda Evangelista en su rostro, queda poca competencia para que Naomi brille incandescente. Ni la fuerza de Amber Valletta o Christy Turlington pueden con ella. Parece que tampoco Kate Moss, que ya tuvo su revival hace algunos años.
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La vimos llorar desconsolada de emoción en el desfile histórico de Valentino en 2019, donde volvió a desfilar después de 14 años retirada de las pasarelas. “Eso fue más que un desfile para mí”, confesaba en la Vogue británica. “Solo había llorado una vez antes. Las lágrimas fueron porque estaba agobiada y feliz. Cuando miré arriba y vi todas esas chicas detrás de mí pensé que esos 33 años de carrera habían merecido la pena, que había merecido la pena mantenerme con Iman, que había merecido la pena todo eso para ver a todas esas chicas bellísimas que estaban siendo tratadas como las más elegantes mujeres del mundo”. Y es que esa colección pretendía reivindicar la belleza de todas las mujeres que no eran blancas ni occidentales.
Porque Naomi es más que una modelo. Su compromiso en la lucha contra el racismo la llevó a tener una amistad con Nelson Mandela. Mujer coherente, aún se recuerda cuando canceló su presencia en la Gala del MET porque no se exhibían piezas de Alaïa. Todo esto la ha convertido en una mujer de la que siempre se habló y se hablará. El mito viviente que hoy está en todas partes.
