A finales de los 80, Hollywood conocía a una rubia que conquistaría rápidamente el corazón de los fanáticos de la comedia romántica. Después de una pequeña aparición en el clásico Top Gun de Tom Cruise, Meg Ryan saltó a la fama con la catalogada mejor comedia romántica: When Harry Met Sally.
Más tarde, un desnudo explícito en un thriller con mala crítica, y una infidelidad, no fueron perdonadas por el público y su divorcio con Hollywood fue inminente. Hace más de 20 años que no la vemos en la gran pantalla y con un rostro bastante intervenido quirúrgicamente, hoy celebra sus 60 años.
Sin embargo, aún cuando ya no es protagonista de grandes estrenos, sus grandes éxitos siguen siendo populares hasta el día de hoy. Algo que seguramente no imaginó mientras estudiaba periodismo, porque Meg no tenía en sus planes convertirse en la reina de las comedias románticas de la época. Es más, tampoco era la primera opción para When Harry Met Sally.
La elegida era Molly Ringwald, pero rechazó el papel. Entonces, Nora Ephron y Rob Reiner confiaron el film en Ryan y la química con Billy Crystal fue inmediata. Sally y Meg eran prácticamente una: simpática, algo distraída, encantadora, inteligente y obstinada. Y si hay una escena por la que es recordada es precisamente por su orgasmo fingido en público. Una escena que no era así originalmente, no incluía el orgasmo actuado, y costó mucho rodarla, porque Meg no lograba lo que quería Reiner. Pero como todo en el cine es un trabajo en equipo y se logró la escena con un remate propuesto por Billy Crystal. Apenas termina el orgasmo fingido de Sally, una señora mayor dice: “Quiero lo mismo que ella”.
Y en el lugar en que se filmó, en el famoso Katz’s Deli del Downtown de Nueva York, hay un cartel que cuelga desde el techo señalando la mesa en que Meg Ryan fingió su orgasmo.
A partir de entonces su carrera se disparó y junto al ganador del Oscar, Tom Hanks, protagonizó varios títulos que fueron éxito de taquilla. La primera fue Joe vs. Vulcano, y luego vendrían las recordadas Sleepless in Seattle y You’ve Got Mail.
También filmó otras películas recordadas como French Kiss, Addicted to Love y City of Angels, entre las más destacadas. Pero su trilogía perfecta tiene un factor en común: Nora Ephron, y esa es la Megan que adoramos. When Harry Met Sally, Sleepless in Seattle y You’ve Got Mail, nacieron bajo el mismo cerebro creador. Y efectivamente eran la fórmula perfecta.
n 1987 en el rodaje de Innerspace conoció a Dennis Quaid. Él era un actor en etapa ascendente de su carrera y recibía todo tipo de proyectos para elegir. Se enamoraron , vivieron juntos y se casaron. En 1991 se casaron y en 1992 tuvieron a Jack, su único hijo.
Debido al contraste de sus personalidades, ella muy tierna y el viviendo al límite (con drogas incluidas), eran una pareja muy observada. Y más allá de la cocaína, algo más los separó. La carrera de Meg la transformó en la Novia de América, mientras la de él decaía. Finalmente, él no logró vivir con ello y se quedó estancado.
En el año 2000, Meg quiso hacer algo diferente, y ella siempre intercalaba dramas con las comedias románticas que realizaba. Y así llegaría Proof of life, un thriller que prometía llegar hasta los Oscars. En ella compartió protagonismo con Russell Crowe, que venía de Gladiator. La fórmula del éxito falló, y fue el comienzo del fin de la carrera de Meg que se conocía hasta el momento.
Meg Ryan estaba saliendo con Russell Crowe. Un escándalo en el que Meg fue condenada de inmediato, y la Novia de América de las que todos se enamoraban, y la que todas querían ser, era infiel. En su defensa, nadie consideró que la relación con Quaid ya estaba acabada, todos se olvidaron de sus excesos e infidelidades. En ese momento, Ryan era mucho más y el público se sentía defraudado y la película fracasó aún con la publicidad gratis.
Siguiendo la regla de Hollywood de que una mala película se soluciona con la recaudación de la siguiente, Meg volvió a las comedias, pero Kate y Leopold con Hugh Jackman tampoco funcionó. El lazo que parecía inquebrantable entre Meg y su público, parecía no tener solución. Algo que no le ocurrió a Russell Crow quien al año siguiente llegó a los Oscar por Una mente brillante. Así como terminó su matrimonio con Quaid en 2001, la relación con Crowe no prosperó, y según los medios, él la habría dejado. Sin embargo, mucho tiempo después ella contó que había sido al revés, y que el peso que cayó sobre ella la obligó a dar un paso al costado.
En 2003 hizo el último intento con In The Cut de Jane Campion. Una película con desnudos explícitos y escenas de sexo. Pero ni si quiera el morbo llevó a la gente a las salas. Poco a poco la estrella de Ryan se apagó y se alejó de los focos de Hollywood.
Si bien filmó algunas películas en las últimas décadas, ninguna para recordar. Incluso cuando su amigo Tom Hanks acudió en su ayuda para el debut de Meg como directora en 2015 con Ithaca, donde Hanks fue el actor principal. Al público y la crítica les gustaba la Meg de antes tanto fuera como dentro de la pantalla y se lo hicieron notar.
En 2006 adoptó a una niña en China, Daisy Ryan (que hoy tiene 17 años) y estuvo durante ocho años en pareja con el rockero John Mellencamp, aunque se separaron en 2019.
En los últimos años la actriz ha sorprendido por los cambios en su imagen, y las cirugías estéticas en su cara no han pasado desapercibidas. Esa sonrisa tierna y la mirada expresiva han quedado olvidadas tras el bisturí.
En una extensa entrevista que dio al The New York Times el año pasado, confesó que se alejó de la actuación porque quería “vivir más”. Y agregó, “Actuar no me generaba ya tanta curiosidad como otras cosas que te puede dar la vida”. Más tarde confesaría sobre la decisión de grabar In The Cut, “Creo que el sentimiento con Hollywood fue mutuo. Probablemente sentí que la relación estaba terminada cuando ellos sintieron lo mismo”.
Sin embargo, You’ve Got Mail sigue en los corazones de los más románticos.