Una ujer aventurera que asegura vivir de lo que le gusta y una historia que comenzó en 1970 con 27 centavos, y terminó en la popular guía de viajes Lonely Planet.
Maureen Wheeler, 1950, es de aquellas afortunadas personas que pueden afirmar que hicieron de su pasión un trabajo. En 1970 conoció a Tony, quien se convertiría en su pareja, y juntos emprendieron un viaje sin precedentes.
Sentada en Londres lee un libro cuando un joven se sienta a su lado. Al rato, se encuentran hablando de viajes sin parar, comparten aventuras y, al poco tiempo, se casan y deciden recorrer el mundo, sin imaginar en lo que terminaría este “hippie trail” como le llamaron. La idea era comenzar por Europa para luego llegar hasta el sur de Asia, pasando por Nepal e India. Y el nombre de la travesía obedecía precisamente a los tiempos que corrían por esos años. Viajar, espíritu libre, bajo presupuesto y la palabra “ligereza” para definir básicamente todo.
La meta final era Australia, lugar al que llegaron con 27 centavos como capital. Su aventura cobró tanto interés que, cansados de repetir una y otra vez los datos, lugares y tips, decidieron resumirlo en un libro.
Así nació Across Asia on the Cheap, 1973, una guía de consejos prácticos para trotamundos de presupuesto limitado. Y, según el propio Tony reveló a The Guardian, “El primer libro fue un accidente. Ambos teníamos trabajos a tiempo completo en Australia y yo escribía por las noches y los fines de semana. Una vez impreso, me tomé un día libre para ir a algunas librerías a ofrecer el libro. Me lo compraron en algunos lugares, tuvo un par de buenas críticas y en una semana vendió 1500 copias sólo en Sydney. (.) A la gente le gustó. Tuvimos que reimprimirlo dos veces. Fuimos de viaje y nos encontramos con gente que lo usaba”.
El nombre, también fue un “error”. A Tony le gustó “lonely planet” escuchando una canción de Joe Cocker. Y fue un accidente porque el intérprete decía “lovely planet”.
Si bien el primer libro fue un éxito, no fue “grito y plata” de inmediato, y tuvieron que trabajar mucho para llegar a conformar el negocio millonario en el que se convirtió. En otra entrevista, en 2009, Maureen comentó que “Durante los primeros nueve años éramos sólo Tony y yo. Lo hacíamos todo: empaquetábamos los libros y los enviábamos por todo el mundo a los distribuidores con los que habíamos contactado, llevábamos los libros a las librerías y los vendíamos, los escribíamos, los maquetábamos, yo llegué incluso a paginarlos, porque entonces no teníamos computadores”.
Pero el negocio crecía y los trotamundos querían sus guías. “Recuerdo un día que entré en la oficina y me di cuenta de que teníamos unas 60 personas y casi me da un ataque de pánico. Pensé: ¿cómo pagaremos a toda esta gente? ¿cómo pagaremos el arriendo de esta oficina?”. Lo lograron, y los Wheeler encontraron algo que, por más simple que parezca, no existía. .
De ahí en adelante el “negocio” familiar solo creció y para Maureen la receta del éxito está en haber descubierto algo que las personas no sabían que necesitaban. “El marketing es la mayor pérdida de dinero. Todo lo que intentas hacer con el marketing es averiguar lo que la gente quiere y luego dárselo. Lo que un empresario realmente hace es descubrir lo que la gente ni siquiera sabe que quiere. Descubres algo que no tienen y se lo das. Y eso es lo que hicimos con Lonely Planet. El marketing, para mí, es una tontería“.
Más tarde, Lonely Planet fue vendido por sus dueños a la BBC, y así pudieron dedicarse a Planet Wheeler Foundation por completo. Así, no solo podían ayudar al mundo, sino que además volver a hacer lo que tanto amaban y tanto les había dado: viajar.
Los Wheeler nos enseñaron una forma diferente de viajar y, como ellos dicen, no hay que seguir sus guías a ‘raja tabla’, sino más bien tomarlas como un incentivo. Moverse con poco, evitar aeropuertos, rescatar el turismo local y disfrutar del no saber hasta dónde puedes llegar.