A solo días de haber salido del hospital tras una larga internación, el Papa Francisco vuelve a estar en el centro de la conversación. Su médico, el Dr. Sergio Alfieri, reveló que durante su estadía en el hospital Gemelli de Roma, el pontífice atravesó una crisis respiratoria tan grave que su equipo llegó a plantearse si continuar con el tratamiento o no.
De acuerdo con el especialista, Francisco, de 88 años, sufrió un “broncoespasmo” el pasado 28 de febrero y llegó a inhalar su propio vómito, según informaron la Associated Press y USA Today.
Ver esta publicación en Instagram
Para quienes no están familiarizados con el término, la Cleveland Clinic explica que los broncoespasmos ocurren cuando los músculos de las vías respiratorias se contraen, lo que provoca “sibilancias, tos y otros síntomas”.
El cuadro fue tan delicado que los médicos temieron que “no sobreviviera la noche”. Ante este escenario, el equipo tuvo que tomar una decisión difícil. “Teníamos que decidir si detenernos y dejarlo ir o arriesgarnos y probar con todos los medicamentos y tratamientos posibles, asumiendo el alto riesgo de dañar otros órganos”, contó Alfieri al medio italiano Corriere della Sera. “Al final, ese fue el camino que elegimos”.
Una de las figuras clave en esta encrucijada fue el asistente personal de salud del papa, Massimiliano Strappetti, quien, según CNN, insistió en que “intentaran todo”. Y así fue. “Nadie se rindió”, agregó Alfieri.
El 23 de marzo, el Vaticano confirmó que Francisco, quien inicialmente ingresó por bronquitis y pruebas diagnósticas, pero luego desarrolló neumonía bilateral, finalmente fue dado de alta. Ese mismo día, hizo una aparición pública en el balcón del hospital, saludando a la multitud y compartiendo palabras de gratitud.
Además, según Alfieri, durante toda su estadía, el papa quiso que el público estuviera al tanto de su situación. “Desde el primer día, nos pidió que le dijéramos la verdad y que fuéramos honestos sobre su condición”, aseguró el médico, según CNN. “Nada fue modificado ni omitido”.
Ver esta publicación en Instagram
Por ahora, la recomendación de los especialistas es que el pontífice descanse al menos dos meses, se someta a rehabilitación y evite reuniones multitudinarias.